Por Albert Ferrer Flamarich
Vestir al personaje. Vestuario escénico: de la historia a la ficción dramática. Diana Fernández, Derubín Jácome. Ediciones Cumbres, 2018. 672 págs. ISBN: 978-84-947063-2-5.
Ediciones Cumbres prosigue su periplo de publicaciones entorno al hecho teatral desde distintas perspectivas y metodologías. En esta ocasión ha comercializado un volumen dedicado al vestuario teatral dividido en dos grandes bloques a cargo de los investigadores, docentes y diseñadores de vestuario teatral Diana Fernández (Nueva York, 1949) y Derubín Jácome (Matanzas, 1948). El primer bloque concentra tres capítulos de carácter historiográfico en los que repasan los componentes y funciones del vestuario, las tendencias plásticas escénicas desde la antigüedad hasta las segundas vanguardias del siglo XX, los aspectos del traje como código semántico y lingüístico, así como sus elementos y su incidencia sintáctica en la escena. Entre los apartados más sugerentes cabe citar la periodización de la evolución del vestuario en la historia en cuatro grandes etapas, la síntesis de reflexiones teóricas sobre el vestuario y la moda debida a intelectuales (Simmel, Flügel, etc) y la distinción entre estilo, traje y moda. Igualmente destacables son ideas como la del trinomio actor-personaje-vestuario entendida como unidad inseparable y orgánica, así como su verosimilitud, composición y expresión para lograr una atmosfera determinada en función de una idea o concepto.
Sin atención a la ópera más allá de dos ocasionales referencias al siglo XVIII y a Wagner, algo que sorprende y decepciona por igual tratándose de un espectáculo fundamental en la historia de las artes escénicas y del vestuario, los autores se centran en la historia del cine aunque sin diluir la sensación de ofrecer una condensación de ello abreviada y matizada por los incisos en el vestuario, la incidencia de los encuadres, la luz, la importancia de los moodboards y la reivindicación de diseñadoras cinematográficas como Edith Head y Helen Rose. No obstante, en atención a este peso de lo cinematográfico, cabe señalar la ausencia de una reflexión e historiografía del vestuario teatral en las décadas 80 y 90, así como la necesidad de una revisión de apartados levemente estériles como el «De la escritura dramática al concepto visual» o «Del concepto visual a la creación del diseño de vestuario por personajes» dentro del capítulo tercero, quizá, demasiado centrados en el método de trabajo del diseñador dentro del equipo de realizadores escénicos.
Precisamente al finalizar este capítulo del primer bloque, hay un error de paginación respecto al bloque siguiente: el primero acaba en la página 310 y el otro empieza en la 401. La segunda parte del libro está formada por un anexo con términos del traje y la moda en el vestir, que es una versión corregida y aumentada del texto El traje. Glosario de términos publicado por la Editorial Pueblo y Educación de La Habana en 1989. En él se reúnen voces ordenadas alfabéticamente con la definición y un dibujo identificativo señalando el sexo, la época, la clasificación técnica. No hubiera sido sobrero contabilizar la cantidad de entradas de este glosario, como mero dato orientativo, en la introducción firmadas por los autores. En total, 960 referencias a piezas de vestuario y a personalidades de distintas épocas de las que las voces de la ñ y la x quedan sin ejemplos. Sin duda, se trata de otro de los aciertos y puntos de interés de este libro que, con las referidas irregularidades, ofrece cultura básica y estructurada de una vertiente a menudo solo citada y no desarrollada en la recepción de los espectáculos.
Por su parte, la edición presenta acertados gráficos, cuadros sinópticos, esquemas, dibujos, fotografías en abanico ilustrativo mayoritariamente concentrado en el pliegue de páginas centrales y en las voces del anexo. En ellos se condensan desde el método de trabajo de algún filme a los aspectos comunes en la metodología de la creación en el diseño del vestuario para teatro y cine (como el de la página 262). Naturalmente sigue el elegante estilo de la editorial con una letra de cuerpo grande, ilustraciones a dos tintas, márgenes espaciosos y notas a pie de página. Todo ello rezuma gusto por el libro como objeto de consumo y culto como caracteriza el sello dirigido por Mayda Bustamante.
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