Por Albert Ferrer Flamarich
Una noche en el ballet. Guía para espectadores de buena voluntad. Roberto Méndez Martínez. Ediciones Cumbres, 2019. 356 págs. ISBN: 978-84-947063-3-2.
En la tendencia –a veces, incluso moda- editorial de libros de iniciación sobre materias humanísticas y artísticas, la danza también se ha beneficiado de ello por su falso cliché de alta cultura y disciplina exótica y pretérita, salvo en su vertiente más estrictamente contemporánea. En esta línea, Ediciones Cumbres prosigue su periplo de publicaciones entorno al hecho teatral desde distintas perspectivas y metodologías. En esta ocasión ha comercializado otro volumen de divulgación sobre el ballet, un arte que lo ofrecía todo en palabras del crítico Normann Lebrecht: “brindaba la gloria del cuerpo en ceñida envoltura en movimiento, la atracción de una nueva música seductora al oído hecha por grandes compositores, los exquisitos refinamientos del diseño para la escena y, muchas veces, con una monumental idea subyacente”.
Con afán pedagógico y de iniciación, el poeta, ensayista y crítico de arte y literatura Roberto Méndez Martínez (Camagüey, 1958) firma un libro que pretende acercar algunas de las principales claves sobre el ballet al lector menos versado en la materia. Lo demuestra el tercer capítulo que recoge 13 consejos básicos y elementales para el neófito, que no por obvios –casi de Perogrullo- son menos importantes o están menos razonados. Todo un replanteamiento de la actitud con la que disponerse ante el espectáculo. Por otro lado, no se trata de una introducción a la historia de la danza, en la que lo único fomentado es el deseo de ver aquellas obras citadas. Aunque parte de ello se encuentra en los capítulos primero y quinto. El primer capítulo concentra una breve historia de la danza desde finales del siglo XVI, seguido de otro que se estructura en un comentario de corte histórico sobre sus componentes básicos en una explicación que hilvana la evolución histórica de estos: argumento, música, escenografía, vestuario, luces y coreografía. Más de la mitad del libro lo engrosa el quinto capítulo con un índice de los principales ballets –en concreto, 76 títulos- ordenados alfabéticamente, presentados con un ficha técnica y sus datos principales sintetizando las referencias al argumento y la cita de algún montaje relevante. El glosario final reúne 52 voces ordenadas alfabéticamente con la definición de elementos y términos del ballet. No obstante, se echa de menos un índice con algunos movimientos y figuras de baile características u otros aspectos técnicos. Algo esencial en un título cuyo fundamento es acercar algunas claves de esta disciplina ofreciendo una culturilla básica y estructurada.
Por su parte, la edición presenta fotografías e ilustraciones en un abanico visual que suele ser una de las apuestas de esta editorial que, nuevamente, mantiene el elegante estilo que lo caracteriza: letra de cuerpo grande, ilustraciones a dos tintas, márgenes espaciosos y notas al pie de página. Todo ello rezuma gusto por el libro como objeto de consumo y culto como caracteriza el sello dirigido por Mayda Bustamante. Si en España el interés cultural y el hábito de lectura fueran los saludables, libros como éste serían escasamente necesarios.
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