Inspirar la música
Por Albert Ferrer Flamarich
Música e inspiración. Conversaciones con Brahms, Strauss, Puccini, Humperdinck, Bruch y Grieg. Arthur M. Abell. Fragmenta Editorial. Barcelona, 2020. 250 pàgines.ISBN: 978-84-17796-41-9
Fragmenta Editorial ha editado un clásico de la bibliografía musical -ya traducido al catalán hace casi dos décadas por otro sello hoy extinto- a partir del original inglés de 1955, Talks with Great Composer: Candid Conversations with Brahms, Puccini, Strauss and Others. En el idioma de Cervantes se presenta con los mismos dos prólogos que lo hizo también en catalán hace unos meses: uno del profesor universitario y musicólogo Josep Maria Gregori y el otro del también musicólogo y ensayista Oriol Pérez Treviño. Con ello se ofrece un notable pórtico mucho más sustancial que algunas de las entrañables entrevistas recogidas por el periodista y violinista norte-americano Arthur M. Abell (1868-1958), cuando era corresponsal en Berlín del Musical Courier entre 1893 y 1918, antes de ejercer la crítica musical en periódicos del prestigio del New York Times. Esto se notará en las páginas versadas sobre Salomon Jadassohn a través de los comentarios de Grieg, que musicalmente sólo apuntan al tedio de un creador excesivamente formal y poco ingenioso, aunque agradable de escuchar como corroboran sus cuatro sinfonías.
Lo importante de la edición reside en la oportunidad de tener en lengua española una fuente documental de primera mano, de lectura ágil y bien escrita, que Abell elaboró durante su periodo de residencia en Europa. A partir de encuentros con compositores como Puccini, Strauss, Humperdinck y Bruch, transcribió unas conversaciones centradas en la espiritualidad del arte y la inspiración, entendiéndolas como una revelación divina, y teñidas por ocasionales pinceladas de corte psicológico. En este sentido, el enfoque parte de dichas experiencias como algo connatural a la creación artística y vinculada al genio, en unos diálogos explicativos de la experiencia de componer, de vivencias personales, así como de un conjunto de anécdotas que muestran el ambiente cultural de Weimar y del resto de Europa. En el caso de Richard Strauss, no faltan referencias al necesario aprendizaje técnico y al rigor para canalizar la inventiva. De hecho, considera que el 95% era puro trabajo cerebral y el 5% fuerza divina. También son frecuentes las opiniones sobre la trascendencia de Beethoven y Bach, y la consciencia del lugar que ocuparan cada uno de los entrevistados en la historia. Max Bruch, por entonces mucho más aclamado que Brahms, tenía claro que el tiempo invertiría los roles y el propio Strauss no duda en afirmar que Wagner sería considerado el más grande compositor de ópera durante el próximo medio siglo. Sin duda, Bayreuth, contribuyó a ello.
El mayor grueso de páginas lo protagoniza Brahms, con quien Abell se citó meses antes de su muerte, acompañado de Joseph Joachim por exigencia expresa del compositor: en estas conversaciones queda exonerado de la imagen de compositor ateo y, además, muestra su amplio conocimiento de La Biblia y su profundo sentido metafísico. También tratan temas de actualidad, ciencia, literatura u otras experiencias y «milagros» vinculados a la fascinación finisecular por el ocultismo, que quedan ejemplificados por la levitación del violinista Daniel Home. En resumen, se trata de una recomendación para un abanico de melómanos de índole muy diversa y que supone un testimonio privilegiado publicado medio siglo más tarde del fallecimiento de Brahms: era la segunda condición que éste le impuso a Abell para aceptar su entrevista. No quería que nadie de los mencionados leyeran sus opiniones.
Compartir