Por Albert Ferrer Flamarich | @AlbertFFlamari1
Mademoiselle. Conversaciones con Nadia Boulanger. Bruno Monsaingeon. Acantilado, Barcelona, 2018. 174 págs. ISBN: 978-84-17346-33-1
Rigurosa, austera, disciplinada, modesta,… Así se muestra la matriarca de la música del siglo XX y testimonia privilegiada de sus grandes cambios, Nadia Boulanger (1887-1979), en las conversaciones que el periodista Bruno Monsaingeon mantuvo con ella hacia 1967, editadas en 1980 y publicadas en francés al año siguiente. Con su enorme capacidad de raciocinio y lucidez, ella es quien suele llevar la iniciativa en la mayoría de diálogos. Éstos subvierten una incipiente organización lineal de su vida y trayectoria para centrarse en multiplicidad de temas y personajes: desde sus aproximaciones como compositora a su aversión por el verismo operístico, pasando por sus problemas de visión o la multitud de músicos americanos que en los años 20 trabajaron con ella; así como sus observaciones concretas sobre músicos como Dinu Lipatti, Igor Markévitch, Francis Poulenc, Francis Planté, su hermana Lilli Boulanger o su adorado Igor Stravinsky.
Entre los distintos aspectos de su personalidad destilan sus incesantes ganas de aprender y, especialmente, el rigor moral más allá del sentido y del deber pedagógico cimentado en la modestia como esencia para acercarse a la música como una actitud sumamente coherente a su profunda humanidad. Esto la motivaba siempre a buscar lo más riguroso y bello en la música y en la vida sin perder la compostura. Un testimonio de ello son frases tan potentes como “Ser uno mismo ya es ser genial”, que encaja con otra afirmación sobre su función como pedagoga: «con los niños dotados lo fundamental es inducirlos a ser ellos mismos, procurar transmitirles un vocabulario y no bloquearlos». El volumen concluye con un apartado con testimonios póstumos de distintos músicos y de Paul Valéry que rememoran brevemente la figura y su relación con Boulanger desde el puro sentimiento, como Bernstein en su relato de las últimas horas de vida, o desde la observación sagaz como Yehudi Menuhin en su preciso retrato descriptivo. El volumen se cierra con una breve cronología y un listado de grabaciones de Boulanger como pianista y directora de orquesta; aunque sin el remate de un índice onomástico indispensable para consultas. La edición mantiene la austeridad y elegancia de diseño características de Acantilado y cuenta con puntuales fotografías.
La publicación de este título es un acierto por la carencia de monografías sobre Boulanger en lengua española y, sobre todo, para las nuevas generaciones de músicos y musicólogos que suelen reconocer en la eminente pedagoga solo un nombre más dentro de esa construcción llamada historia de la música. Este tipo de entrevistas sustituye el tedio de un sinfín de ejercicios biográficos, a menudo mera hagiografía redactada, con resultados más amenos por el ritmo conversacional y por plasmar su testimonio de manera –aparentemente- más directa. Este libro vuelve a recordar que la literatura musical no es un tipo de fuente uniforme y que la variedad de enfoques responde más al sujeto que al objeto. Especialmente en la matriz de un libro que parte de lo que se catalogaría como literatura oral.
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