Por Albert Ferrer Flamarich
La música en 100 preguntas esenciales. Jorge Escavias. Ediciones Nowtilus, Madrid, 2019. (350 págs.) IBSN: 978-84-1305-065-2
Una de las tendencias e incluso modas editoriales sobre materias humanísticas y artísticas radica en la exposición de un número elevado de cuestiones esenciales en torno a una materia, expuestas en varios capítulos específicos. Algunos libros de esta cuerda son más sintéticos. En otros la redacción es simplona, pobre y demasiado directa. En otros, la exposición es insulsa, parcial o redunda en banalidades, sean de fondo o de forma. El que el musicólogo y profesor Jorge Escavias dedica a la música para la serie 100 preguntas esenciales de Ediciones Nowtilus no peca de nada de ello, demuestra una sólida formación y sigue uno de los modelos que han modernizado el perfil de este tipo publicaciones de consumo minadas de curiosidades durante el último decenio. El autor expone amplios conocimientos repartidos en diez bloques que agrupan unos capítulos muy bien estructurados y encabezados por preguntas que inducen la posible respuesta o que sirven para desvelar otros aspectos que sí son los centrales. Ello aporta variedad y un punto agradecido de imprevisibilidad. En ocasiones no responde las preguntas y deja al lector la deducción de la respuesta. No tiende a digresiones innecesarias o estériles e integra multitud de referencias expuestas con un tono riguroso, claro y expuesto con una redacción carente de la vacuidad e inexactitud de buena parte divulgación musical actual. Especialmente en libros de personalidades mediáticas y para poco iniciados.
El elemento académico aparece equitativamente expuesto con un estilo directo y accesible, mientras que la extensión de materias incluye de todo un poco: aspectos psicológicos, antropológicos, históricos, formales, estéticos, físicos y neurobiológicos, técnicos y de lenguaje, etnomusicología y concluye con dos bloques que salpican temas distintos dentro de un cronológico. El remate del capítulo 100 reflexiona sobre el futuro de la música desde una perspectiva ontológica y antropológica. En conjunto, el libro demanda una lectura atenta por la densidad de una información que se halla muy bien inserida en un discurso que intenta ser amplio dentro de sus márgenes, sin más reiteraciones ni recordatorios entre capítulos que los necesarios. Plantea símiles y comparaciones acertadas con los que huye de lugares comunes, a la vez que se posiciona y desmonta tópicos como la universalidad de la música como lenguaje. Ofrece una visión actual, que evita con habilidad la imposición germano-céntrica del discurso y la historiografía. En lo concreto refuerza su afán expeditivo con temas como el fade out, el muzak, los tipos de escucha, la relación entre música y números, la música pop, el jazz y el blues o el oído absoluto de Shakira y Mozart. Entre lo más sugerente cabe destacar el dedicado a los trovadores; el de las similitudes entre Bach y Quevedo; y el de la estructura del Canon de Pachelbel como pasacalle. Aunque quien no tenga nociones de lenguaje musical seguirá sin asimilar las combinaciones y relaciones de acordes. Éste no es un problema exclusivo de este título, si no de muchos títulos parecidos que no incluyen audio-guías en un cedé complementario o códigos QR para localizar links en internet.
En cuanto a los puntos perfectibles cabe señalar la ausencia de la importancia del órgano en la banda sonora musical de Interestellar. Tampoco convence el capítulo 38 en el que opone la ópera y la zarzuela como géneros diferentes: la zarzuela es una tipología operística y, por lo tanto, requiere una perspectiva diferente a la elaborada por Escavias. No incluye la estética alhambrista en relación a la música árabe. En el capítulo 58 podría haber abordado la sinestesia o dedicarle un capítulo, mientras que en el 76, el de la afinación de las orquestas, descuida la afinación de Sergiu Celibidache que empezaba por los contrabajos. Por otra parte, falta matizar que en el capítulo 87, la hipotética enemistad entre Wagner y Brahms responde más al conflicto y tensiones en la política y sociedad vienesas del momento y dos grandes bloques enfrentados. Uno bando era el de los pangermanistas reunidos en la Akademischer Wagner Wein (Asociación Académica Wagneriana) que promovían la pureza racial, el antisemitismo y un populismo basado en el folclore. El otro bando lo integraban mecenas vieneses procedentes de la élite liberal y propugnaban el anticlericalismo y el laicismo. Este conflicto, por cierto, que marcó significativamente en los estrenos y la recepción de las sinfonías Bruckner.
Quizá le falte un glosario terminológico o en su defecto unas notas al pie de página para esclarecer algunos términos que el lector profano desconozca, quedando descartada una frase explicativa –lo más eficaz y cómodo- para el lector como convendría al concepto notación (Capítulo 14, pág. 197). Discutir sobre si son 100 las cuestiones fundamentales, y en concreto éstas, es estéril. Se trata de un compilatorio en el que no hay aportaciones menospreciables que, de intuirse alguna, la misma respuesta justifica su interés. Sin duda es una monografía muy completa en el que las referidas ausencias son pruritos de perfeccionismo que no lastran su alto nivel divulgativo, ni la consideración de hallarse entre lo mejor en este perfil de bibliografía musical publicado en lengua española durante los últimos años. Por último, la edición cuenta con algunos gráficos e ilustraciones, una tipografía y un diseño elegante con unos destacados grisáceos para la recomendación de un par de obras contrastantes vinculadas a cada capítulo, que redondean una lectura fluida e instructiva tanto para el iniciado y el melómano común como para el profesional.
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