Por Albert Ferrer Flamarich
John Barry. De James Bond a la eternidad. Luis Saavedra, Sergio Hardasmal. Ediciones Rosetta. Murcia, 2017, 221 pàgs. ISBN: 978-84-697-3264-9
Los conciertos de bandas sonoras musicales no son una rara avis. La última década se han incrementado considerablemente en Europa. Lo que hoy nos fascina en salas de concierto hace décadas que goza de una normalidad y pregnancia internacional que ha generado incluso festivales. De este modo, a medio camino entre la epidemia comercial y la moda en las programaciones de nuestras orquestas, las editoriales bibliográficas también han contemplado con mayor perspectiva un campo que, desde la musicología contemporánea, se ha revalorizado y se estudia con la seriedad necesaria.
En España un ejemplo de ello se da en los volúmenes publicados los últimos tres lustros por la Universidad de Salamanca –y otras universidades- sobre la música en los medios audiovisuales, las teorías y análisis para la banda sonora musical, así como la aplicación de la música clásica en los dibujos animados. Igualmente han aparecido monografías sobre compositores españoles e investigaciones sobre figuras internacionales vinculadas a la materia. Dos ejemplos fueron John Williams, vida y obra y Star Wars, la música del pianista y compositor sevillano Andrés Valverde (Sevilla, 1980) que la Editorial Berenice publicó en 2013 y en 2016 respectivamente. Otro de los íconos de Hollywood, John Barry (York, 1933 – Nueva York 2011), también ha sido objeto de una monografía por parte de dos especialistas españoles.
La editorial murciana Rosetta ha comercializado el trabajo iniciado por Luis Saavedra (Madrid, 1961-2002) y continuado por Sergio Hardasmal (Málaga, 1971) en el primer libro en lengua española sobre uno de los compositores cinematográficos de mayor personalidad, poseedor de un estilo único e inconfundible. Repartido en once capítulos, que agrupan periodos temporales breves (cada dos años, cada cinco) siguiendo un hilo argumental de exposición cronológica, el texto se centra en su trayectoria creativa con puntuales digresiones –las justas y necesarias- sobre su vida personal y anécdotas, desde sus inicios con el influjo del jazz y del rock hasta los cinco Premios Oscar logrados. En un estilo de crónica que no esconde la admiración –a veces incluso, devoción- de ambos autores por Barry, lo específicamente musical aparece descrito con comentarios fónicos (instrumentos que suenan, los temas de algunas escenas) suficientes para el aficionado, aunque sin un análisis musical más detallado. Igualmente, los autores atienden las grabaciones discográficas de las bandas sonoras musicales y otros proyectos en un discurrir sin pedantería, accesible y amenizado por abundantes fotografías.
Acertadamente los siete anexos suplen el desarrollo redactado de un abanico de informaciones que prolongarían el texto innecesariamente. Éstos incluyen una selección de comentarios de la crítica, un índice de la filmografía seleccionada, una discografía seleccionada y varios listados como el compactos recopilatorios, el de proyectos fallidos y uno con premios y nominaciones. Por último, un mosaico de portadas de discos cierra un volumen cuya edición es monocroma, con una calidad de papel estándar y una maquetación con poco margen en los laterales. En consecuencia, a pesar de las abundantes fotografías y la tipografía de letra legible, el diseño ofrece una sensación de aglomeración de texto –los párrafos no siempre están equilibrados- que puede inducir al lector a un cierto agotamiento. Ello, no desmerece la documentada labor de Saavedra y Hardasmal como piedra angular en nuestra bibliografía esta materia. ¡Bienvenido!
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