Por Albert Ferrer Flamarich
Jacinto Valledor y la tonadilla. Aurèlia Pessarrodona. Editorial Arpegio. Sant Cugat, 2018. 291 pp. ISBN: 978-84-15798-30-9.
Es sabido que en la menguada bibliografía musical patria, no es frecuente la aparición de nuevos libros dedicados al teatro lírico nacional en sus diversas vertientes y géneros, que se encuentran, en general, privados de estudios serios y rigurosos, al abrigo de la moderna musicología. La excepción la marcan algunos títulos publicados los últimos años por el SEDEM o el ICCMU. A ello cabe sumar las puntualísimas aportaciones académicas o de divulgación en editoriales pequeñas como la presente de la Editorial Arpegio. Su colección musical se ha engrosado en cantidad y calidad los últimos años con referencias específicas, necesarias e incluso pioneras como La música entorno a los hermanos Duport (Guillermo Turina), La música ilustrada de los jesuitas (Antonio Gallego), el Método para violín de Leopold Mozart o la serie de comunicaciones académicas Estudios sobre el Clasicismo.
En esta línea sea añade el título que la musicóloga e investigadora Aurèlia Pessarrodona (Barcelona, 1978) ha publicado como parte de su excepcional tesis doctoral sobre la tonadilla escénica en el siglo XVIII en un estudio esencial y exhaustivo sobre el compositor Jacinto Valledor (1744-1809). Éste fue una de las figuras más importantes del teatro lírico español y un eje fundamental de los teatros madrileños y de Barcelona durante la segunda mitad del siglo de las luces español. Con este nuevo trabajo se amplía lo insuficientemente conocido de un período y un género del teatro lírico español en el cual se dan cita influencias heterogéneas, al mismo tiempo que confluyen acontecimientos históricos que marcarán indeleblemente el devenir nacional de la lírica. Lo define y contextualiza Josep Maria Sala Valldaura en el magistral prólogo.
El libro está estructurado en siete capítulos que recogen el periplo vital y artístico del compositor madrileño junto al análisis detallado de algunos de los títulos conservados íntegramente, salvo en los dos capítulos finales que discurren por separado sin que se resienta la eficacia estructural y metodológica de lo expuesto. El esfuerzo recuérdese que, como en muchos casos de compositores españoles de ese siglo y anteriores, la obra de Valledor resta perdida, dispersa y en un abanico de copias que obliga a acudir a un amplio número de fuentes yarchivos, a reelaborar datos y a desmenuzar con detalle la producción conservada del compositor. Gracias a ello, la autora ha desgranado problemas de transcripción, incluso de expertos anteriores –caso del siempre loado José Subirà-, lo que da una idea de la enjundia, dificultad y lentitud de la elaboración de una tesis doctoral como la presente.
Lo refleja también la bibliografía de la propia autora, tanto en solitario como en cooperación con otros especialistas, variada en sus muchas claves e incidiendo dentro del marco establecido en aspectos dramatúrgicos, de danza y de análisis musicológico lo que evidencia la férrea trayectoria de Pessarrodona en este campo. Además despliega una gran densidad de referencias –desplazadas a las notas al pie de página-, y abundante información gráfica repartida en cuadros sinópticos, esquemas y fragmentos de partitura que ejemplifican algunos pasajes analizados. Entre ellos cabe citar por su singularidad la entrañable ilustración de la propia autora con la que abre el libro y parafrasea jocosamente el célebre grabado “El sueño de la razón produce monstruos” de Goya.
Por otro lado, Pessarrodona ha incluido un panorama de los cantantes y actores de las compañías, así como la dinámica de gestión y actividad de éstas, en las que Valledor trabajó tanto en Cádiz y Valencia como en Madrid y Barcelona. En este sentido hay que destacar el capítulo sobre la tonadilla en Barcelona con datos de primer orden que rectifican y amplían estudios anteriores sobre la actividad lírica en la capital catalana. Igualmente es de agradecer que se incluya un detallado catálogo de obras del compositor con 38 títulos ordenados alfabéticamente y descritos según criterios académicos, dejando al margen aquellas tonadillas en las que aparece la caligrafía del compositor cuya autoría no ha podido ser constatada. Tampoco falta un índice onomástico, siempre útil a la hora de facilitar la consulta. En resumen, se trata de un trabajo imprescindible, de cabecera, dentro de la bibliografía zarzuelística en general, y de la tonadilla del siglo XVIII en particular. Y vendrán más.
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