Por Albert Ferrer Flamarich
El eco está en todas partes. Manuel Rocha Iturbide. Alias Editorial. México, 2013 (253 págs.) ISBN: 978-607-7985-17-4
Es sorprendente la cantidad de pequeñas editoriales autóctonas que en los últimos años han apostado por publicar alguna novedad sobre música. Un fenómeno que también está en auge en el mundo latino-americano como demuestra este libro publicado en México por el sello Alias. Además es unas de las aportaciones más recientes entorno la acusmática. Recuérdese que esta disciplina musical se refiere a unos preceptos teóricos y estéticos vinculados a la aparición de dispositivos tecnológicos. Éstos permitieron la descontextualización de un sonido, fijándolo en un soporte (analógico, digital, etc) con la finalidad de tratarlo de manera independiente e integrarlo en estructuras sonoras más complejas. La música acusmática es aquella en que el espectador no ve la fuente de emisión sonora. Es, lógicamente, una tendencia del siglo XX que ha desarrollado muchos recursos compositivos de carácter tecnológico, siendo el más significativo el electro-acústico.
Reconocido por una tesis sobre la teoría cuántica y el sonido finalizada en 1999, el mejicano Manuel Rocha Iturbide es uno de los compositores, investigadores y profesores más destacados del panorama acusmático internacional y contemporáneo. Con El eco está en todas partes, título de una composición-instalación suya, presenta un libro ensayístico y retrospectivo. De ensayos porque aglutina algunos textos teóricos sobre distintos aspectos del siglo XX musical. Retrospectivo porque intercala el comentario de sus propias obras ((+x -)= -; Frost Clear Energy Saves para cinta, refrigerador y contrabajo; Ping-Roll; Corte de pelo; Fonosíntesis; etc) que muestran su evolución como compositor. O mejor dicho, como escultor del sonido tal y como se define. Previamente, una entrevista de Guillermo Santamaría –de quién nos e aporta información alguna- sitúa al lector en el marco teórico.
El discurso no es extenso ni académico. Sabe ser expositivo y aclarar conceptos. Reflexiona sobre el legado de Cage; las tendencias de la nueva complejidad como las de Ferneyhough, Nancarrow o Lacherman; y plantea el interés de compositores como Ligeti, Maderna, La Monte Young. El epicentro teórico reside en el carácter interdisciplinar y la sensación de diversidad que transmite el desdoblamiento del objeto sonoro desde distintas perspectivas. Un procedimiento que equivaldría a visualizar un sonido en tres dimensiones. Algo que es fundamental en su creación y en la acusmática, entendida como una de las manifestaciones tecnológicas de lo que Rocha llama el segundo Renacimiento de la humanidad. Por este motivo entre los temas principales se aborda los vínculos con la música concreta; la discontinuidad inexistente; referencias a lo cuántico; las esculturas sonoras o músicas hechas para verlas. Y, por supuesto, la huella de la fotografía en la concepción de sus procesos creativos.
Entre los apartados fundamentales cabe citar el dedicado al estudio sobre el paisaje sonoro, a partir de un catálogo de diferentes tipos de construcciones psicoacústicas en relación a los planos espaciales y escuchas lineales. Con ello Rocha pretende sentar algunas bases en esta materia para detectar estructuras sonoras esenciales presentes en pueblos, en ciudades y en la naturaleza. Sin duda, es un sistema de análisis concreto, personal e innovador que constituye una perspectiva de cómo escuchar el mundo que nos rodea. Igualmente es esencial el capítulo sobre la escultura y la instalación sonora en la relación del espacio, el sonido, el tiempo y el silencio. Por último, hay dos apéndices. Uno es la cronología del protagonista con algunos datos personales que casi parodian lo que debería ser este apartado. Y es que Rocha Iturbide también sabe cuando relativizar y ser distendido. El otro es un glosario terminológico de palabras técnicas y estéticas que a lo largo del libro aparecen destacadas en rojo. La lectura de este anexo debería ser lo primero para el público no familiarizado con la disciplina.
La edición
El libro es poco convencional, posee un atractivo añadido en la edición y se acerca al modelo de un catálogo de exposición en un momento en que la lectura virtual parece ser el futuro del sector. Esto se debe a la voluntad del “publisher”, el artista mejicano Damián Ortega, que busca productos bibliográficos visualmente más elaborados: pasta dura como cubierta, papel reciclado, juego de tintas y un grafismo complejo que incluye partituras, ilustraciones y fotografías que separan los capítulos de los comentarios de las obras.
Todo ello confiere una elegancia y una creatividad que aumenta el valor cultural y cultual del libro como objeto y como seña de identidad de Alias editorial. Es un producto de calidad que requiere una lectura atenta tanto para el aficionado y el neófito como para el historiador y el especialista. Y, además, lo hace a un precio muy económico que, hasta el momento, en España, sólo se comercializa a través de la red de librerías La Central. El dato no es baladí ni propagandístico: es un ejemplo para acceder al mercado internacional por parte de empresas minoritarias. Asimismo, como indica la página de créditos, Alias no tiene afán lucrativo. Por esta razón los beneficios se destinarán a la comercialización de textos culturales fundamentales, ausentes y contemporáneos que acerquen los debates estéticos a la población de habla hispana. Sin duda, es una línea muy peculiar y loable. ¡Enhorabuena!
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