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Libro: «Música en 1853. La biografía de un año» de Hugh McDonald [Acantilado]

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Autor: Albert Ferrer Flamarich
6 de diciembre de 2019

1853: sinergias musicales europeas

Por Albert Ferrer Flamarich
Música en 1853. La biografía de un año. Hugh Macdonald. Acantilado, Barcelona, 2019. 395 págs. ISBN: 978-84-17346-94-2

   Hay años que se convierten en decisivos en la evolución de las artes, la cultura, la política y otros campos de la existencia humana. Por lo menos marcan un punto de inflexión, aunque la historia en todas sus dimensiones o perspectivas sea una construcción intelectual de unos procesos que pocas veces responden a fenómenos aislados en sí mismos y sin fluencia, orgánico o no, que remita al archiconocido precepto heraclitiano. En los ámbitos instrumental y operístico, 1876 es un ejemplo de ello. En una línea parecida, Música en 1853. La biografía de un año, el eminente musicólogo británico Hugh Macdonald (Berkshire, 1940) elabora un dietario distribuido en catorce capítulos que retrata los periplos vitales de distintas figuras musicales preeminentes en el ámbito germánico durante ese año. Planteado desde la historia social y de la cultura, que en las últimas décadas ha posibilitado una resignificación de este último término en su acompañamiento de lo político y lo económico e incluso lo científico, adentra al lector en una densa trama que sorprende capítulo a capítulo como sólido ejemplo de discurso que valida el fenómeno artístico concebido en tanto que vehículo del hecho social. O mejor dicho, de la interrelación social como fecundador del hecho artístico.

   En calidad de historiador musical, Macdonald presenta la vida artística y cultural como una suite de acontecimientos, personalidades y su impacto. Lo expone un detallismo superlativo, próximo a un dietario del referido año. Con un sutil sentido de la transición y haciendo gala de un imponente aparato documental, pertenece a un linaje de historiadores con grandes dotes narrativas, poseedores de la habilidad para evocar personalidades, lugares y acontecimientos; capaces de mantener vivo el relato en una aparente digresión continua tomada como eje metodológico de una crónica social, que sucede escena tras escena a partir de unos hilos argumentales que fluyen paralelos, se interrelacionan y se desarrollan ante las que puede establecerse una homología con las teleseries actuales. Con ello ofrece una perspectiva nutrida en una capacidad transversal para contextualizar, con dosis de cierta dramaturgia y viveza narrativas totalmente alejadas del periclitado positivismo -por lo menos de ese tan pedante como limitado en su propia forma,- de la prolijidad musical en el ámbito germano. Sin tentaciones académicas, la exposición adopta una fórmula guiada por los sucesos, a partir de una técnica narrativa que integra una constelación de hechos, personalidades, iniciativas, centros musicales y sus dinámicas económicas, culturales y políticas en distintas ciudades alemanas, así como ocasionalmente también de Londres y París.


   Por este motivo y respetando el marco delimitado por Macdonald, cuesta no señalar la lacerante ausencia de un capítulo sobre Verdi, aún con la cita de su estancia en París coincidente con los últimos días de la de Wagner el mes de octubre. Unas circunstancias inadvertidas para ambos colosos de la ópera. Su intención no es ofrecer un libro de consulta, sino una creación que consiga despertar la curiosidad y haga partícipe al lector de una erudición asimilable sin esfuerzo. La fluidez del discurso remite al estilo propio del ensayo contemporáneo, sobreabundante de conocimientos, a los que metodológicamente no se refiere con citas de las fuentes ni notas a pie de página. Por otro lado, no comenta en detalle las obras. Tampoco es su objetivo. Quizá la desarrollada más específicamente sea la infrecuente Sonata para piano en la bemol mayor de Wagner (pgs. 111-113). Un hecho que no empaña las observaciones mayormente condensadas pero agudas de otras composiciones en gestación o interpretación de Joachim, el Benvenuto Cellini de Berlioz, El anillo del nibelungo de Wagner, así como el resumen de algunos de sus ensayos y artículos. También justifica que Liszt y Schumann no era tan buenos directores de orquesta, al contrario que Berlioz; así como demuestra la necesidad existente, entonces igual que hoy en día, de moverse, de realizar viajes regulares y de establecer contactos en una actitud alejada del aislacionismo y distancia con que tópicamente se concibe al genio romántico.

   Todo ello contribuye a reflejar la convergencia de unas personalidades y estilos tan distintos como los de Berlioz, Wagner o Brahms concentrados, por ejemplo, en Leipzig el mes de noviembre; tras un capítulo inicial en el que bajo el hilo conductor de Joachim, Macdonald rescata la figura olvidada del violinista Reményi y alumbra el despegue de Brahms desde su ciudad natal, Hamburgo. Una inclusión en círculos musicales que culminará en el artículo «Neue Bahnen» escrito por Schumann unos meses después, tras conocerlo. En medio, Liszt y sus múltiples iniciativas como la del festival de Karlsruhe y la inestabilidad del éxito y reconocimiento de Berlioz, suman peripecias a una realidad explicada con incursiones en las redes de ferrocarriles, la función social de los balnearios y la influencia de casas reales como la de Hannover. El epílogo lo resume en una perspectiva general, a pesar de echarse de menos una voz dedicada a Raff en el breve índice de personalidades que corona este apartado. La importancia del compositor suizo tras su abandono del círculo de Weimar como asistente de Liszt no es menor que la de Cornelius, que sí cuenta con entrada propia. En cuanto a la edición, esta sigue la estética elegante, austera y comercial que caracteriza al sello barcelonés.

En resumen, la capacidad del sello Acantilado para conducir su colección de ensayo musical por caminos de interés y actualidad que combinan la traducción de títulos del panorama internacional –habitualmente angloparlante- y, ocasionalmente autóctono vuelve a revelarse acertadísima. Éste es un título cómodo de leer por su estructura y por la eficiente traducción de Francisco López Martín y Vicent Minguet, que suma una nueva referencia dentro de un tipo de historiografía ausente en la musicología española actual, muy reforzada y con campos satisfactoriamente desarrollados las últimas décadas, pero lejos aún de dinámicas como la seguida por Macdonald. Se trata de un libro que atrapa; de esos tan escasos en el ámbito musical; de los que descubren más sobre las personalidades, procesos y hechos que el lector ya estimaba suficientemente conocer holgadamente. Aunque, tras todo esto cabe preguntarse: ¿qué hay de útil en tamaño ejercicio de detallismo? ¿Es necesario tanto dato circunstancial? ¿Cambia la perspectiva general de lo que conocíamos? A grosso modo, no. En el detalle sí, significativamente para especialistas, investigadores e incondicionales de algunos compositores. Entre éstos últimos, cuéntese a los wagnerianos: tanto los feligreses como los filisteos.

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