Martijn Dendievel dirige la ópera «Le nozze di Figaro» de Mozart en Bolonia
Un espectáculo muy divertido
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia, 18-V-2023. Comunale Nouveau. Le nozze di Figaro [Wolfgang Amadeus Mozart / Lorenzo Da Ponte]. Davide Giangregorio [Figaro], Eleonora Bellocci [Susanna], Vito Priante [Il Conte d’Almaviva], Cecilia Molinari [Cherubino], Francesco Leone [Bartolo], Mariangela Sicilia [La Contessa d’Almaviva], Laura Cherici [Marcellina], Paolo Antognetti [Basilio], Cristiano Olivieri [Don Curzio], Dario Giorgelè [Antonio], Patricia Daniela Fodor [Barbarina]. Coro y Orquesta del Teatro Comunale. Director de escena: Alessandro Talevi. Director musical: Martijn Dendievel.
Le nozze di Figaro se estrenó en el Burgtheater de Viena el 1 de mayo de 1786 y deriva de La folle journée ou Le mariage de Figaro de Pierre Augustine Caron de Beaumarchais, escrita en 1784, que cinco años antes de la Revolución, expresaba las aspiraciones de una sociedad más igualitaria. El texto se presenta como la continuación de El barbero de Sevilla, que contenía algunas invectivas contra el Antiguo Régimen, pero el Conde de Almaviva ya no era el joven de El barbero, sino que se había convertido en un aristócrata que abusaba de su posición social para someter a Susanna, la camarera de la Condesa, a la humillación de tener un encuentro íntimo con él la noche de su boda para ejercer el antiguo derecho feudal. Pero sus planes libidinosos se frustrarán y el criado triunfará. La carga de crítica social no es tan fuerte en la ópera, pero se percibe en el libreto de Da Ponte y en la música de Mozart.
Los personajes en la adaptación operística tienen su propia psicología, evidente en especial en la complicidad entre la Condesa y su sirvienta Susanna. Por ello la ópera deja de ser una pura denuncia social sino que es también la constatación de la fragilidad de los sentimientos. El conflicto no se limita al encaprichamiento del Conde por la criada de su esposa, sino que todos se hallan involucrados en un vendaval de pasiones entrecruzadas. No es casual el protagonismo del adolescente sensual Cherubino, que subraya la volatilidad de la conducta amorosa, de la atracción y del deseo. Mozart quiso que Da Ponte diese el máximo relieve a los caracteres, que se tradujo en un equilibrio ideal e instrumental absolutamente novedoso en la riqueza de fantasía y de variedad melódica, rítmica y armónica que refleja la psicología de los personajes. El amor, la pasión, la sensualidad son los fundamentos de esta ópera.
La dirección de esta nueva producción del Teatro Comunale se ha confiado a Alessandro Talevi, italo-sudafricano, ganador del presitgioso European Opera-Directing Prize, que en nuestra opinión interpreta perfectamente la ópera en lo que se refiere a la diferencia entre los ricos y potentes y los pobres, nunca tan marcada como ahora, y al mismo tiempo a la actualidad de las ambiciones, la codicia, las pasiones humanas y la fragilidad de los sentimientos.
La escenografía que cuida el mismo Talevi es sencilla para adecuarse a las posibilidades del Comunale Nouveau, pero es sugerente. En sinergia con la acertada iluminación de Teresa Nagel y el vestuario de Stefania Scaraggi configuran una propuesta atractiva y eficaz. La lograda dirección de actores estuvo acompañada de algunas ideas de elegante comicidad y buen gusto.
El jóven director belga Martijn Dendievel, ganador del Deutscher Dirigentenpreis 2021, al frente de la óptima orquesta del Teatro Comunale, en la obertura no pareció muy inspirado para obtenener el ritmo e intensidad requeridos para expresar las emociones sugeridas por la partitura. Su batuta adquirió en cambio vivacidad durante la representación y supo acompañar a los cantantes sin superar nunca sus voces. Excelente la prestación del coro preparado por Gea Garatti Ansini.
El reparto vocal destacó especialmente por su labor de conjunto. El Fígaro de Davide Giangregorio nos pareció brillante tanto escénica como musicalmente. Lució su voz de timbre agradable y buena proyección, en especial en el aria del cuarto acto. Eleonora Bellocci bordó el papel de Susanna con gran presencia escénica, un canto refinado y una voz de bello timbre, algo limitada en volumen y proyección. Cantó muy bien su aria del cuarto acto «Deh, vieni, non tardar». Mariangela Sicilia es una Condesa a la que el desdén de su consorte impulsa a confiar en su camarera y establecer una complicidad con ella y al mismo tiempo entrar en el juego de Cherubino. Su voz de bello y claro timbre, sólida proyección y seguridad en las agilidades, fue sin duda la más ovacionada de la velada, en especial en su aria del tercer acto «Dove sono i bei momenti».
El Conde de Vito Priante, de timbre oscuro y modesta proyección, lució por dotes dramáticas. Cecilia Molinari es el joven y omnipresente paje Cherubino, cuya simpatía y vivacidad logra liberar los sentimientos de todos los personajes alimentados por su erotismo. Gustó su bella línea de canto y esmerado fraseo. Magnífica la actuación de Laura Cherici, una Marcellina obstinadamente empeñada en casarse con Fígaro. Francesco Leone, dotado de una voz bruñida que le hace muy eficaz en los concertati, convenció como Bartolo. Paolo Antonietti fue un perfecto Basilio, tanto dramática como musicalmente, con su voz de buen caudal. Cristiano Olivieri fue un Don Curzio con voz importante y bello fraseo. Correctos Dario Giorgelé como Antonio y Patricia Daniela Fodor como Barbarina. El público, muy divertido, aplaudió a toda la compañía.
Fotos: Andrea Ranzi
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