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'Scherzo' publica una interesante semblanza de Lang Lang

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Autor: Aurelio M. Seco
13 de enero de 2010
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Lang Lang

A la espera de que se publique la edición en español de la biografía de Lang Lang, bajo el título de Un viaje de miles de Kilómetros, Ana Mateo adelanta en la revista Scherzo, a través de una excelente semblanza del joven pianista chino de 27 años, algunos datos realmente escalofriantes relativos a su infancia, de los que extraemos algún párrafo:

"Él mismo afirma que cuando se sentaban a hacer música juntos, él al piano y su padre, al erhu, se sentía unido estrechamente a él por una mezcla de amor filial y de una peligrosa ambición implacable y arrolladora. Tocar el piano era para él como jugar y jugando llegó al isntrumento. Gracias a Tom y Jerry y a uno de sus episodios titulado Concierto gatuno, el pequeño Lang Lang quiso tocar el piano, tocar eso que el ratón y el gato tocaban y que algunos años depués, reconocería como una Rapsodia húngara de liszt".

"Y con diez años llega la crisis. La presión ha sido enorme. No sólo la impuesta por su padre, también externa. El sistema chino es implacable, las competiciones, las envidias, los intereres o las esperanzas puestas en terceros llegan allí a su máxima expresión. Una profesora que iba a proporcionarle la ansiada entrada en el conservatorio de Pekín lo rechaza aduciendo que el niño no tiene talento, aunque esa no parece ser la verdadera razón. Su padre se siente perdido, en una ciudad extraña, sin recursos y ve que todas las esperanzas puesas en su hijo pueden desvanecerse de golpe. Volver a Shenyang derrotado es una deshonrra que no puede soportar y sólo la muerte parece la única salida posible. Lang Lang llega tarde a casa, después de un ensayo con un coro, sólo una hora tarde. Lo único que su padre puede ver en ello es que su hijo estudiará una hora menos y pierde por completo el control. El pianista reconoce que en ese momento odió a su padre y admite que no sabe si llegará a perdonárselo algún día.  A un niño de diez años su padre le habla de deshonra y le tiende un bote de somníferos para que se los tome. A un niño de diez años su padre le habla de suicidio. Si no quiere tomarse las pastillas, puede tirarse por la ventada. Mejor eso que volver a casa con las manos vacías. Y el niño teme que su padre pueda llegar a tirarlo por el balcón. Hasta tal punto está fuera de sí. Lang Lang no sabe qué hacer y, después de pasarse su corta vida temiendo que algo pudier pasarla a sus manos, comienza a dar puñetazos a la pared. Funciona. Su padre reacciona, no quiere que muera, sólo quiere que estudie.

Durante largos meses Lang Lang no volverá a tocar, ni a hablar con su padre, ni a mirarlo siquiera. Odiará al piano y a su padre por querer que muriese, por no creer que llegó tarde porque el ensayo se alargó, por hacerle odiar el piano, por hacerle odiar lo que siempre había amado".

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