Crítica de Magda Ruggeri Marchetti de La traviata de Verdi en el EuropAuditorium de Bolonia
Una excelente Traviata
Por Magda Ruggeri Marchetti
Bolonia. 17-XII-2022. EuropAuditorium. La traviata [Giuseppe Verdi / Francesco Maria Piave]. Julia Muzychenco [Violetta Valéry], Laura Cherici [Flora Bervoix], Melissa D’Ottavi [Annina], Matteo Falcier [Alfredo Germont], Dario Solari [Giorgio Germont, su padre], Paolo Antognetti [Gastone, vizconde de Letorières], Dario Giorgelé [Barón Douphol], Paolo Orecchia [Marqués d’Obigny], Adriano Gramigni [Doctor Grenvil], Enrico Picinni Leopardi [Giuseppe, criado de Violetta], Andrea Paolucci [criado de Flora], Sandro Pucci [Un comisario]. Orquesta y Coro del Teatro Comunale. Dirección de escena: Alessandro Talevi. Director musical: Riccardo Frizza.
Con esta ópera el Teatro Comunale deja su bellísima sala del Bibiena para desplazarse para esta producción al EuropAuditorium en espera de que se termine de preparar en la Feria de exposiciones el nuevo espacio para la Fondazione lirico-sinfonica felsinea, que desde febrero de 2023 pasará a llamarse Comunale Nouveau. El desplazamiento durará al menos tres años por los trabajos de actualización de su sede histórica.
La traviata cierra la temporada de ópera de 2022. Se había representado en 2019 defraudando a los espectadores por el montaje, pero esta ópera, con la que Verdi corona su llamada trilogía popular junto a las precedentes Rigoletto e Il trovatore, atrae siempre a numeroso público, que también esta vez llenó el aforo. El jóven director ítalo-sudafricano Alessandro Talevi, ganador en 2007 del European Opera-Directing Prize por su concepto de Rusalka, ha aceptado replantear el proyecto operístico para la nueva sede con un brevísimo periodo de pruebas, teniendo que cambiar los escenarios originales concibiendo una Traviata que recoge todas las ideas exploradas por él en las precedentes interpretaciones de esta ópera, ya dirigida tres veces en tres continentes distintos. Con una ambientación moderna, evidente en el acertado vestuario de Stefania Scaraggi, ha concebido una Violetta que tiene la valentía de desafiar las convenciones morales burguesas.
Su escenografía es sobria, como cabe esperar en una sede provisional: el centro está ocupado por una tarima redonda con sillas a los lados y una gran pantalla al fondo para los vídeos de Marco Grassivaro. Las proyecciones muestran al comienzo un ojo, viñeteado en un pequeño círculo, que juzga a Violetta desde el moralismo de la sociedad burguesa, mientras en la última escena muestra el campo de un microscopio pululante de los bacilos que están terminando con su vida. En el segundo acto el vídeo cubre enteramente la pantalla sumergiéndonos en el bosque que rodea la casa donde se refugian los enamorados, con las cálidas tonalidades del otoño a principio y el gris neblinoso sobre un suelo nevado más adelante. Al final hombres enmascarados parecen asistir a la muerte de Violetta, serios en un primer momento y alegres y jubilosos después, como celebrando su justa condena. Completan una notable producción las luces de Daniele Naldi y los movimientos coreográficos naturales de Anna Maria Bruzzese, donde destacamos en la primera escena la precisa agitación de los abanicos de plumas de los bailarines en torno a la protagonista. Magnífica también su actuación en la fiesta de Flora. Nos ha parecido excesivo el tiempo técnico de espera entre la primera y segunda escenas en los dos actos, que bien hubiera merecido al menos un interludio musical.
Ha vuelto al podio de la Orquesta del Comunale de Bolonia Riccardo Frizza, director musical del Festival Donizetti Opera de Bérgamo, ganador en 2021 del Premio Opera XXI, director principal de la Orquesta Sinfónica y del Coro de la Radio húngaros. Su lectura precisa y delicada fue excepcional ya desde el preludio, donde predominó el tono dramático, casi un presagio de muerte, así como en la alegría del famoso brindis, y la orquesta siguió su batuta con concentración y solidez en todas las secciones. El maestro supo también acompañar a los cantantes con generosidad.
Julia Muzychenko, con eficaz recitación, bordó una Violetta intensa. Busca refugio en el placer para colmar su vacío existencial, pero también como defensa contra sentimientos profundos, y cuando los pruebe serán tan fuertes que estará dispuesta a renunciar al amor aun al precio de un sufrimiento extremo. Su voz bien proyectada, dotada de bella coloratura sin problemas en los agudos, le hicieron realizar un último acto digno de una gran artista. La aproximación dramática de Matteo Falcier a Alfredo estuvo bien y cantó con musicalidad, aunque sin gran volumen y proyección. El barítono Dario Solari, con técnica sólida, timbre recio y rotundo y emisión homogénea en todos los registros, encarnó con poderosa presencia escénica a un convincente Giorgio Germont empeñado en romper la relación de su hijo con Violetta. Laura Cherici dibujó una Flora seductora vocal y dramáticamente. Paolo Orecchia es un Marqués d’Obigny con bello timbre. Dario Giorgelé un Barón Douphol algo empañado y Melissa D’Ottavi una Annina con bella voz y muy preocupada por su amada dueña. Muy bien también los demás comprimarios. El coro preparado por Gea Garatti Ansini dió una óptima prueba. El público aplaudió a toda la compañía, con ovaciones para la protagonista.
Fotos: Andrea Ranzi
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