Por Roberto Relova Quinteiro
Vigo. Teatro Afundación Abanca. 08-X-2017. Otoño Lírico 2017. Temporada Amigos de la ópera de Vigo. La sonnambula (versión concierto). Ópera semiseria en dos actos de Vincenzo Bellini con libreto de Felice Romani. Producción Amigos de la ópera de Vigo y Real Filharmonía de Galicia. Amina: Marina Monzó (soprano) Elvino: Jesús León (tenor) Conde Rodolfo: Felipe Bou (bajo) Lisa: Eva Tenorio (soprano) Alessio: Pedro Martínez Tapia (barítono) Teresa: Nuria Lorenzo (mezzosoprano) Notario: Pablo Carballido (tenor). Coro Gaos. Orquesta Real Filharmonía de Galicia. Maestro correpetidor: Carlos E. Pérez. Dirección de coro: Fernando Briones. Dirección musical: Manuel Coves.
La sonámbula (Milán, 1831) pone de manifiesto la extraordinaria capacidad dramática de su compositor, Vincenzo Bellini (1801-1835) que apuesta por experimentar con las emociones, sumergiéndose en diferentes paisajes musicales que alcanzan un auténtico poemario de belleza, lirismo y extraordinario punto de reflexión acerca de lo sublime en esta ópera semiseria de dos actos y que cuenta con libreto de Felice Romani (1788-1865).
De nuevo las obsesiones de los románticos, las naturalezas ocultas, los pasado tortuosos y como no, las tragedias lunares al borde del colapso, al más puro estilo de Ofelia, penetran en el dolor femenino. La habilidad de Bellini se fragua en una aparente simplicidad en la propia estructura narrativa: la feliz escena del primer acto entre los campesinos y protagonistas es muy larga, pero sirve para presentar los contrapuntos dramáticos, emocionales y los compromisos vocales de cada uno de los roles. La frustración de Lisa, la protección de Teresa y la “impagable” inmadurez de Amina y Elvino, todos ellos en una idílica Suiza en la que sus felices habitantes viven e interactúan, como coro, en los acontecimientos y afectos que está a punto de desencadenarse. Esta distópica realidad se ve amenazada por un fantasma y por la luz científica. Pero lo que realmente expone Bellini es la vulnerable fragilidad de de los seres humanos cuando se aproxima la amenaza del Deux ex machina. Verdaderamente es necesaria esta larga presentación donde los arquetipos tonales se planifican en perfecta comunión con los planos orquestales y a no ser tan intrusiva en la autonomía y expresión melódica.
Existen similitudes con el Orfeo monteverdiano y La sonnambula, su entrada acapara la felicidad de los pastores y ninfas ante la boda de Eurídice y Orfeo hasta que llegan las terribles noticias. Pero también con el shakesperiano Otello, los celos masculinos y un pañuelo harán estragos en la feliz convivencia de todo el pueblo y en la pareja, ya no tan inmadura, que rompen con su compromiso nupcial.
Me sigue pareciendo extraordinario como la planificación dramática y musical logra encajar todos los elementos que se van construyendo alrededor de las pasiones humanas en dos niveles: la realidad y el onírico estado que Amina padece en su parasomnia. La cual, se desarrolla en dos escenas de sonambulismo y en las que el público tiene que rendirse ante un acto de fe. Creemos porque Amina es víctima de la crueldad de las engañosas apariencias y porque Bellini se empeña en dotar al personaje de una extrema belleza musical. Pero también es creíble porque ante el monumental cantábile Ah! Non credea mirarti Amina madura hacia la reconciliación con su amado y todo el pueblo descubre que la ciencia tiene razón, no existen los fantasmas, pero si las enfermedades. Pero todo se cura, hasta la ignorancia global y por ello el feliz final en perfecta armonía con todos, incluidas las terribles agilidades vocales a las que las sopranos se enfrentan (Ah! non giunge).
Marina Monzó fue la dulce Amina, sonámbula frágil y conmovedora que levantó al público de sus butacas. Los desafíos extremos de la escritura de Bellini los afrontó con gran profesionalidad y un extraordinario esfuerzo. Sus terribles arias y complicadas escenas se convirtieron en el mejor vehículo posible en el cual demostró que sólo existe la música, la partitura y su creador. Juega con nobleza, vive exclusivamente para expresar y entregarse en cuerpo y alma. Domina el fraseo belcantista como si se tratase de una porcelana, emite sin gestos gratuitos y procura proyectar de la forma más pura y cristalina. Su inteligencia como gestora de recursos es impagable, sabe como administrar sus ornamentos, filados hermosos con una bellísima voz, potente y cálida.
Para la memoria de todos nosotros se queda la brillante interpretación de la monumental escena (aria y cabaletta) que contempla Ah! non credea mirarti y Ah! non giunge en la que Bellini mezcla la elegancia clásica y el éxtasis romántico. Monzó logró conmover hasta el delirio. Su actitud de respeto hacia la orquesta,coro y público fue ejemplar.
Igual de difícil y complicado fue para el tenor que luchó por un rol extremadamente complejo, Jesús León que propició un Elvino creíble y de hermosa voz. El Conde Rodolfo contó con el siempre extraordinario bajo Felipe Bou. La soprano Eva Tenorio logró entusiasmar con una versión de Lisa de gran nivel al igual que Pedro Martínez Tapia, barítono, que se sumó al esfuerzo de añadir un buen trabajo actoral. Otra gran triunfadora de la noche en el papel de Teresa fue la mezzosoprano Nuria Lorenzo que dotó a esta versión en concierto de un extraordinario dramatismo, su potente voz fue la que mejor se elevó por encima de la potente sonoridad de la Real Filarmonía de Galicia. La dirección musical de Manuel Coves se rindió a la labor de los cantantes esforzándose en demostrar la difícil convivencia entre la cristalina melodía y el tratamiento orquestal del bel canto en estado puro. La versión en concierto de La sonnambula dio comienzo a la nueva temporada de Amigos de la ópera de Vigo.
Foto: Pepe Grobas
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