La OSCyL inicia la serie de conciertos del Proyecto Mosaico de Sonidos, en el que participan 14 orquestas españolas.
Un reportaje de Agustín Achúcarro
La Orquesta Sinfónica de Castilla y León inaugura el proyecto Mosaico de sonidos con la obra La flor más grande del mundo que ha cedido Emilio Aragón, basada en un cuento de José Saramago. Una idea que permitirá participar a unas 300 personas, todas adultas, con discapacidad intelectual o de desarrollo (a partir de aquí se empleará diversidad funcional) en la temporada de 14 orquestas españolas, entre los meses de enero y marzo, con un total de 24 conciertos. Una iniciativa de la Asociación española de Orquestas Sinfónicas, Plena inclusión (Entidad sin ánimo de lucro y declarada de utilidad pública) y la Fundación BBVA.
En concreto en el Auditorio de Valladolid, el jueves 12 y el viernes 13, intervendrán junto a la OSCyL doce personas pertenecientes a las Asociaciones de Plena inclusión de Valladolid, Palencia y Segovia.
El creador, coordinador y director artístico de este proyecto Mikel Cañada ha ido viviendo el desarrollo de esta idea desde sus inicios en 2013 hasta el momento de materializarla. “Esto surge de la necesidad de la Asociación española de Orquestas Sinfónicas de realizar un proyecto social, para lo que se presentaron varios y se escogió Mosaico de sonidos”.
Se iniciaba un camino largo hasta llegar a enero de 2017. “Hubo momentos en los que pensábamos que no lo podíamos sacar adelante, porque es muy difícil coordinar a un montón de orquestas de la AEOS, (Formada por 26 orquestas profesionales y 2 orquestas jóvenes) de las que van a participar 14”, señala Cañada, quien sabía que para dar el primer paso había que conseguir poner de acuerdo a todos los que iban a participar. “Cada orquesta tiene características muy distintas, por lo que para empezar ha sido muy complicado el poder decidir el mero hecho de que comenzábamos”.
Otro proceso no menos peliagudo fue conseguir la financiación, que se obtuvo gracias a la Fundación BBVA y a la aportación de las orquestas, lo que les permitió empezar a plantearse cómo introducían a los músicos de las orquestas en el trabajo con personas con diversidad funcional.
Había, por tanto, que preparar a los músicos,y en el caso concreto de la OSCyL se contó con el violinista Iván Sánchez, el violonchelista Jordi Creus y el contrabajo Joaquín Clemente. “Realizamos en Madrid dos sesiones formativas que fueron muy, muy positivas, ya que nos dimos cuenta que los músicos de las diferentes orquestas no solían reunirse y así pudieron compartir ideas y diferentes propuestas, trabajar con personas con diversidad funcional, que estaban realizando diversos talleres, y hacerlo junto a psicólogos y musicoterapeutas”, explica Cañada para el que estas reuniones fueron “algo importante” ya que “las orquestas tienen una estructura administrativa muy bien preparada para dar conciertos, pero no para algo que sea diferente”.
Después se pasó a lo que Mikel Cañada denomina “la parte de comenzar”. Así que se eligió la obra La flor más grande del mundo de Emilio Aragón, porque se consideró que era la adecuada, y a partir de ahí comenzó una parte del proyecto que Cañada ejemplariza así: “Es como si elegimos a veinte personas que no saben nada de música y queremos que participen junto a los músicos; y ese es el planteamiento, el crear con ellos música, algo para lo que en cada orquesta han tenido que hacer un gran ejercicio de creatividad”.
Por otra parte, en cada sitio será diferente pues la interpretación de la obra de Aragón estará en función de las personas con diversidad funcional que participan. “Por ejemplo, en nuestra orquesta, la de Euskadi, el grupo es bastante duro, en otras intervienen personas con más autonomía, que no tienen problemas de comunicación, por lo que en cada caso nos hemos tenido que preguntar qué podemos hacer”.“En todas las orquestas ha habido momentos muy complicados, de bajón, en los que se pensaba que no se podía realizar, pero también es verdad que una vez que se crea una comunicación y un ambiente de confianza las personas con diversidad funcional empiezan a dar todo y se produce el subidón”, reseña Cañada.
En el caso concreto de la OSCyL hay movimiento, coreografía, canto, mientras que en otras orquestas se ha incidido en los instrumentos de percusión o van a tocar parte de la melodía de la obra con instrumentos como el piano. Ya que como incide Cañada no se puede hablar de una sola versión de La flor más grande del mundo. “En cada orquesta va a ser diferente, pues lo que se ha hecho es introducir micropiezas de un minuto o dos minutos, entre la pieza de Emilio Aragón, que han realizado los diversos músicos de las orquestas en función de las capacidades de las personas con diversidad funcional con las que contaban”.
Con el concierto, apunta Cañada, se plantean dos visiones diferentes, que se complementan perfectamente. “La experiencia es tremendamente positiva, pues algunas de las personas con diversidad funcional que participan llevan una vida rutinaria y venir a la orquesta, a un espacio tan diferente, les supone muchas cosas, como un cambio de esa rutina y una vivencia artística, que siempre es extremadamente alegre y produce placer, ya que se sienten muy queridos e incluidos, pues ellos son parte protagonista al participar con la música, que es una herramienta imprescindible para trabajar con todo tipo de personas”.
En el caso de los espectadores para Cañada resulta “algo muy emocionante”. “Reciben una percepción que les hace ver la realidad de otra manera, ya que se les pone ante un mundo que tiene una carga negativa, que ha tenido muchos estigmas injustos, y al final perciben que todos somos seres humanos con nuestras capacidades, las que sean, y que con ellas tenemos que vivir lo mejor posible”, subraya el coordinador de este proyecto, quien lanza un deseo con sabor a imperativo moral: “Esto no se puede acabar aquí, tenemos que continuar”.
Además, Ángeles Muñiz dirigirá la película Mosaico de sonidos, en la que se recoge lo que se ha venido realizando en los talleres de creación sonora de cada orquesta participante.
En el programa de este concierto de la OSCyL, que estará dirigido por Damian Iorio, figuran también el Concierto para piano y orquesta Nº23 en la mayor de Mozart, en el que el solista será el iconoclasta Fazil Say, Fuentes de Roma de Respighi y la obertura de concierto In the South, (Alassio), op. 50 de Elgar.
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