El Festival de Música Renacentista y Barroca de Vélez Blanco da comienzo con dos citas protagonizadas por Vesalius y La Ritirata
Programas con singularidad temática
Por José Antonio Cantón
Vélez Blanco. XXI Festival de Música Renacentista y Barroca. Claustro del Convento de San Luis. 22-VII-2022. Vesalius. Cristina Bayón (soprano), Alejandro Casal (clave) y Alejandro Marías (violonchelo barroco). Obras de Francesca Caccini, Bellerofonte Castaldi, Girolamo Frescobaldi, Sigismondo d’India, Claudio Monteverdi, Bartolomé Selma y Salaverde y Barbara Strozzi. Patio de Honor del Castillo de Vélez Blanco. 23-VII-2022. La Ritirata. Tamar Lalo (flauta), Vadym Makarenko y Miriam Hontana (violines), Lola Fernández (viola), Pablo Zapico (archilaúd), Daniel Oyarzabal (clave) y Josetxu Obregón (violonchelo y dirección artística). Obras de Francesco Mancini.
La singularidad temática ha sido la característica que han tenido los programas de los dos primeros conciertos de esta edición del Festival de Vélez Blanco; por un lado, el que ocupó su jornada inaugural dedicado a la teoría de los afectos en los distintos géneros vocales de la Italia del seicento, que llevaba por título Dolcezza ed Asprezza, protagonizado por el grupo hispalense Vesalius, y por otro, la conmemoración de la figura de Francesco Mancini en el 350 aniversario de su nacimiento, que ha realizado el grupo La Ritirata bajo la dirección de su fundador, el violonchelista vasco Josetxu Obregón.
Vesalius es un trío surgido en el Conservatorio Superior de Música ‘Manuel Castillo’ de Sevilla que tiene por principal función descubrir e interpretar obras inéditas de nuestro patrimonio musical pertenecientes a los siglos XVII y XVIII. Con esa misma intención ha preparado un programa dedicado a cómo los afectos se pueden representar en el arte del ritmo y el sonido, en este caso de Italia, que ha sido muy esclarecedor en cuanto a la evolución producida en esa dialéctica entre música y poesía que terminó convirtiéndose en canto a partir del renacimiento y más concretamente en el barroco, cuando aparecen los primeros atisbos del género operístico en el que la música debía representar y ser representada. El atractivo de esa nueva técnica creativa, en la que la imagen sonora puede experimentarse sensorialmente, es que haya unidad de sentido y espíritu entre sonido, fonética y semántica, y este objetivo se alcanzó a lo largo de la actuación del grupo Vesalius, nombre tomado de uno de los grandes galenos anatomistas del siglo XVI.
La voz natural de Cristina Bayón fue el medio musical más adecuado para comprender y percibir esa fusión de música y palabra en su natural razón de ser, convirtiéndose en un elemento expresivo diferenciador en el que convergía la sonoridad polifónica del clave y la complementaria del violonchelo, generando éste el soporte armónico que mantenía la expresividad del grupo. Alejandro Salas dejó patente su capacidad técnica al teclado interpretando irreprochablemente la Toccata Settima del gran Girolamo Frescobaldi para, sin salirse de la línea estética del concierto, tocarla con una gran flexibilidad de discurso y libertad en su rítmica, que favorecía el emotivo sentido dramático que desprendía su sonido. Otro tanto cabe decir de la preciosa obra Susana passegiatta que el compositor y fraile agustino conquense Bartolomé Selma y Salaverde glosó para bajo instrumental de una obra anterior de Orlando di Lasso. Alejandro María demostró su musicalidad puesta al servicio de la belleza de esta sustancial pieza.
El concierto entró en la fase más interesante con la tres obras que cerraban su programa. La tragedia llegó a sentirse en plenitud en la Lettera de Heleazaria a Tito de Bellerofonte Castaldi, por la suma desesperación que encierra este lamento. Del mismo autor, el oyente se encontraba con diferente sentimiento en Chi vidde più lieto…, una pequeña dramatización de la disputa de unos amantes en presencia de Cupido que los contempla con cierta ironía. Cristina Bayón mostró la actriz que lleva dentro dejando la sensación de un portentoso dominio del canto en la acción y una plena justificación de los gestos a través de la voz, culminándose así una actuación en la que los componentes de este trío dieron lo mejor de sí mismos. Así lo sintió y disfrutó el público, produciéndose el primer gran éxito del Festival.
Mucha expectación se había suscitado en torno a la presencia del grupo La Ritirata en su segunda jornada con un programa monográfico dedicado a Francesco Mancini, asistente de Scarlatti en la Capilla Real de Nápoles. Perteneciente a su rico repertorio dedicado a la flauta del que es considerado compositor referencial en la música barroca italiana, se pudo escuchar la obertura de la ópera Hydaspes, en la que lució a máximo nivel Tamar Lalo, dado el grado de agilidad en articulación expresado en su flauta sopranino que daba la sensación de sonido pronunciado más que emitido. Su preparación técnica es asombrosa.
Por diferenciación con la expresividad al uso en el toque de la flauta, su capacidad de legato quedó patente en el primer allegro del Décimo concierto en si bemol mayor para flauta y cuerda cuyos cuatro movimientos son ejemplos del instinto creativo del músico napolitano, como se pudo disfrutar en el contraste alcanzado entre el solemne y ceremonioso Largo y el subsiguiente alegre y festivo último movimiento, aderezado con un ingenioso corto pasaje a modo de trío. De la cantata Care mura beate para soprano, dos violines y continuo, La Ritirata interpretó una adaptación que ha supuesto una recuperación histórica, uno de los aspectos importantes que han sido tenidos en cuenta para que a este programa se le haya concedido el Premio FestClásica 2021. Era también el caso del aria de Giulia, Spera si, mio caro bene de la ópera Trajano, cuya fiel transformación para violonchelo se ha realizado con ingenioso acierto y con la que se lució Josetxu Obregón pese a las inconveniencias de los cambios de afinación de su instrumento causados por la brusca bajada de temperatura en el atardecer veleño. Destacó también Daniel Oyarzabal interpretando al clave la Seconda toccata per Studio, dado su limpio mecanismo que acentuaba la fluidez del discurso polifónico.
El Decimocuarto concierto en sol menor para flauta y cuerda puso fin a la actuación de este acreditado grupo que dejaba con este homenaje la sensación de un deber cumplido para con Francesco Mancini. El público contento y complacido por la belleza de la música del compositor napolitano tuvo la oportunidad de escuchar como propina el tema principal, de alguna manera disimulado alla barroca, que el otro Mancini, Henry, famoso creador norteamericano de bandas sonoras de películas, realizó el año 1963 para el film The Pink Panther dirigido por Blake Edwards, detalle que el auditorio aceptó gustoso y con interés como una ingeniosa y curiosa broma, siendo asimismo muy aplaudida.
Fotos: Festival Vélez Blanco
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