Crítica de Nuria Blanco Álvarez de la ópera La Regenta de María Luisa Manchado y Amelia Valcárcel, en el Festival de Teatro Lírico Español del Teatro Campoamor de Oviedo, bajo la dirección musical de Jordi Francés y escénica de Bárbara Lluch
La Regenta fracasa en Vetusta
Por Nuria Blanco Álvarez | @miladomusical
Oviedo. Teatro Campoamor. 10-IV-2025. La Regenta (Manchado). María Miró (Ana Ozores), David Oller (Fermín de Pas), Vincenç Esteve (Álvaro Mesía), Cristian Díaz (Don Víctor Quintanar), José Manuel Montero (Paco Vegallana), María Rey-Joly (Obdulia), Anna Gomà (Petra), Laura Vila (Doña Paula), Gabriel Díaz (Sapo). Coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo”. Oviedo Filarmonía. Dirección musical: Jordi Francés. Dirección de escena: Bárbara Lluch.
Cada vez nos lo pone más difícil el Festival de Teatro Lírico Español de Oviedo que comenzó la temporada con una pseudo Doña Francisquita y que ahora continúa con una ópera de nueva creación que ya ha quedado para el olvido. Escudándose en el título del Festival, “Teatro Lírico Español” que no zarzuela, de un tiempo a esta parte son incesantes las producciones que se suben al Teatro Campoamor y que nada tienen que ver con nuestro género lírico nacional por antonomasia, un género que debería cuidarse, mimarse, protegerse, recuperarse y mantener vivo como patrimonio inmaterial que es. Si tenemos en cuenta además que en Oviedo se desarrolla la segunda programación estable de zarzuela de nuestro país, tras la del propio Teatro de la Zarzuela, con la responsabilidad que esto conlleva, no es de recibo que a estas alturas aún no hayamos visto ni una sola zarzuela esta temporada y que su trayectoria en los últimos años se haya desvirtuado de una manera preocupante (aplíquese también para el teatro madrileño de la calle Jovellanos). El público de Oviedo, que siempre mostró querencia por el género, ahora sale despavorido del teatro, incluso en mitad de la representación como ha ocurrido en esta ocasión, y no cesan los comentarios a la salida «Yo no vuelvo».
Se ha presentado en el Teatro Campoamor la nueva ópera La Regenta, estrenada anecdóticamente en la Sala Fernando Arrabal de las Naves del Español en matadero de Madrid en 2023, ahora en versión orquestal para el festival asturiano, con música de María Luisa Manchado y libreto de Amelia Valcárcel basado en la novela homónima de Leopoldo Alas “Clarín” que celebra su 140 aniversario, reducida ahora a noventa minutos de representación en una visión particular de la misma. La partitura fue galardonada con el Premio Nacional de Música 2024 en la modalidad de composición y fue lo menos malo de la velada con una versión correcta de la Oviedo Filarmonía a cargo del director Jordi Francés. Lo que sí fue lamentable fue la visión escénica de la obra de Bárbara Lluch, sorprendente dada la calidad de trabajos previos como El rey que rabió en este mismo festival hace tan solo tres años (otro asunto sobre el que reflexionar, la fijación del festival por determinados artistas -y no nos referimos exclusivamente a Lluch, que también, pues vuelve en junio para clausurar la temporada con Marina- que son contratados una y otra vez sin dejar paso a otros que enriquezcan tanto al festival como al público).
La catalana se conformó con un espacio negro totalmente diáfano, salvo por la inclusión de un diván en el centro del escenario, con una demente Ana Ozores, aparentemente sin voluntad propia, siempre presente en las tablas donde dos doncellas la iban cambiando de vestuario, como si fuera un cuerpo inerte, cada vez que se supone se pasaba de una escena a otra. En un plano superior, como si de su subconsciente se tratara, permanecían el coro -como la voz de Vetusta- y los demás personajes, que puntualmente bajaban para invadir también el espacio físico de la mujer. Para completar la locura, el vestuario de Clara Peluffo -colaboradora habitual de Lluch- sin pies ni cabeza que no ecléctico, haciendo que cada personaje vistiera a la manera de una época y estilo totalmente diferente. Además del nulo atractivo estético de la obra encontramos un punto hasta ahora intransitado por Lluch y es la ordinariez y el mal gusto que ahora refleja a lo largo de todo el segundo acto con un larguísimo encuentro sexual entre Ozores y su amante de lo más chabacano, y otro entre el hombre de iglesia y la criada Petra, en un intento de provocación gratuita propio de otra época. Parte del público abandonaba entonces la sala y otros abucheaban desde sus asientos. En los saludos finales la directora de escena fue abroncada con gritos de “¡Fuera!” y “¡Es una vergüenza!”, da igual Oviedo que Vetusta, el público pide calidad a gritos.
Los intérpretes afrontaron sus papeles con resultados dispares. María Miró tuvo que lidiar con la dramatización de una desequilibrada y descarriada Ana Ozores y, a pesar de sus notables cualidades canoras, tuvo que enfrentarse a una partitura que parecía más interesada en mostrar “vanguardias” que en velar por las voces o el interés dramático. David Oller como el canónigo magistral Fermín de Pas mostró una interesante voz a lo largo de toda la obra, muy natural y de buena proyección. También Cristian Díaz, como marido de la Regenta dio cuenta de una voz segura y cuidada. No así María Rey-Joly que, como Obdulia, era ininteligible tanto por su escasa dicción como por el exagerado vibrato de su voz; en la misma línea Laura Vila como Doña Paula que mostró un desagradable timbre al igual que Gabriel Díaz en el papel de Sapo. Vincenç Esteve, por su parte, como Álvaro Mesía posee una voz de registro muy desigual, nasalizada en los agudos y con dificultades en los graves. El Coro Capilla Polifónica “Ciudad de Oviedo” intentó actuar con profesionalidad ante una escena y partitura complicadas de sostener.