"La Donna del lago", estrenada en Napoles en 1819, ha sido considerada en algunas ocasiones como la primera ópera romántica italiana. No en vano el genio de Pesaro se valió de un libreto basado en un poema de Walter Scott (por primera vez en el melodrama italiano y comenzando con ello una abundante e importantísima presencia del escritor inglés en el mismo) de un romanticismo en que la naturaleza y el elemento paisajíistico (los bosques, los lagos, las cascadas...) juegan un papel fundamental, ya que, además, están totalmente recogidos y expresados por la partitura Rossiniana.
La dirección de la Royal Opera House desestimó el montaje de Lluis Pasqual coproducido con el Teatro alla Scala de Milán por considerarlo ridículo e inadmisible. El que firma estas líneas pudo presenciar esa puesta en escena en el gran coliseo milanés y, efectivamente, certifica su escaso interés. Sin embargo, vista la producción que la ha sustituido en Londres no puede decirse que se haya ganado mucho con el cambio. Al contrario y así lo expresó el público asistente con los sonoros abucheos a los responsables de la puesta en escena. El plantemiento de John Fulljames incide como el de Lluis Pasqual, en hurtar el elemento esencial de esta ópera, la naturaleza y con ello, toda la atmósfera y ambientación que define la estética romántica de Scott y consustancial al melodrama. Algo que estamos ya muy habituados a ver en las producciones actuales.
La acción se sitúa en una especie de museo o bibioteca decimonónica en el que Elena (Joyce di Donato) se encuentra en una urna. En el fondo, la pintura de una montaña de los highland escocés (único vestigio del mundo de la naturaleza junto con unas ramas de árbol que aparecen al final en otra vitrina). El veteranísimo y destartalado Robin Leggate que interpreta el secundario Serano, en lo que quizás podría ser la encarnación del propio Walter Scott, la libera de la urna y desentraña la trama (como si necesitáramos que nos explicaran que "The Lady of the Lake" es un relato y no un suceso real). Luego aparece una especie de ¡¡¡escalera de Arabella!!! que preside ya todo el acto primero hasta su conclusión, En fin, la "dramaturgia" se desarrolla confusa, mal iluminada, con algún momento desagradable y que no aporta nada, como el carnero sacrificado en cuya sangre se bañan los rebeldes highlanders que acaudilla Rodrigo di Dhu o esos mismos rebeldes caracterizados como brutales violadores y que aparecen cruelmente colgados al final, dejando la figura del Rey virtuoso que perdona a Malcolm y Duglas, en un vengativo tirano y contamina il lieto fine, esa explosión de alegría que expresa la protagonista en su aria final. Una muestra ésta de la escasa y poco atinada caracterización de los personajes, que estuvieron totalmente desdibujados. Por destacar algo positivo, el vestuario, la agilidad de algunos movimientos escénicos y que todos cantaron en la parte delantera del escenario.
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