El Teatro Echegaray de Málaga acoge la ópera La cenicienta de Pauline Viardot, bajo la dirección musical de Francisco Soriano y escénica de Guillermo Amaya
Delicioso cuento musical
Por José Antonio Cantón
Málaga, 18-XII-2021. Teatro Echegaray. La cenicienta de Pauline Viardot. Juliane Stolzenbach, Francisco Gracia, Ramiro Maturana, Juan Ramos, Vanessa Cera, Paola Leguizamón y Miriam Silva. Dirección de escena: Guillermo Amaya. Dirección musical: Francisco Soriano.
Para conmemorar el doscientos aniversario del nacimiento de la cantante y compositora francesa Pauline Viartdot, la sociedad anónima cultural que rige el Teatro Cervantes y el Teatro Echegaray de Málaga ha querido incluir en la programación de este último la postrera creación lírica de cámara que compuso esta famosa mezzo-soprano, La cenicienta, en coproducción con El Teatro Real de Madrid, el Teatro de la Maestranza de Sevilla y la Fundación Ópera de Oviedo con la participación de cantantes del Programa Crescendo de la Fundación de Amigos del Teatro Real.
Escrita en tres actos, bien definidos aunque prácticamente encadenados en su desarrollo, siguen básicamente la historia del famoso cuento infantil de Charles Perrault, cambiando algunos aspectos de los personajes y detalles del argumento, sin modificarse la esencia de la moraleja que contiene la narración original. Pensada en un estilo que combina números musicales y diálogos hablados, se puede adscribir al género lírico-musical de salón, hecho que la llevó a ser estrenada en 23 de abril de 1904 en la pequeña sala de conciertos que regentaba la compositora en París.
El coordinado entendimiento del director de escena gaditano Guillermo Amaya, con un sencillo planteamiento y clara distinción en la integración de sus sketchs en el conjunto de la acción, orientados en gran medida al público infantil con una muy imaginativa iluminación, y el director musical, el destacado repertorista sevillano Francisco Soriano, que controlaba con la inmediatez y la capacidad de adaptación que le permitía el acompañar desde el piano, situado en un lateral del escenario, hizo que se produjera un espectáculo con un destacable equilibrio, sacando total partido a sus personajes y el mejor efecto a su dramaturgia.
La belleza vocal de la soprano germano-lusitana Juliane Stolzenbach no se hizo esperar en el primer acto representando a la protagonista, cuando ésta se pregunta si algún día podría encontrar su amor ideal. Indudablemente es una de las voces destacadas del ya mencionado Programa Crescendo. En el segundo destacó la imaginación escénica desarrollada en el baile de palacio donde el falso camarlengo, o sea el príncipe disfrazado de tal, queda enamorado de Cenicienta, que corresponde con el mismo sentimiento, antes de perder un zapato en su rápida salida ante la inminente medianoche, hora límite para regresar a su casa. Por último el buen planteamiento del feliz desenlace en el tercero, con un brillante septeto final de alguna manera anticipado ya en el sexteto con la incorporación del hada, representada por la soprano Miriam Silva, que demostró sentido en canto y acción.
El resto del elenco mantuvo el buen nivel artístico de esta representación tanto en lo vocal como en el drama, significándose la vis cómica de la soprano Vanessa Cera y la mezzo Paola Leguizamon, respectivamente, en los papeles de Maguelonne y Armelinde, las hermanastras de Cenicienta, destacando entre los cantantes masculinos en tenor Francisco Gracia por la dulzura de su emisión vocal. Todos contribuyeron a este delicioso cuento musical que entusiasmó a chicos y grandes.
Fotos: Daniel Pérez
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