El Festival de Opera "Alfredo Kraus", n° 46 de ACO, concluyó con una exitosa ediciòn de la siempre verde Bohème de Puccini. Por mucho que algunos "entendidos" tuerzan la nariz ante el repertorio mas abusado y sobre todo ante el sentimentalismo de Puccini, este músico ha sabido manejar de manera insuperable los sentimentos y la emotividad de todo ser humano. Como diría Tonio de Pagliacci, esta opera "commuove fino i sassi" los mas empedernidos corazones. Personalmente, el tercer acto es el que me fascina por la infalible dramaturgia. Los versos son sencillamente perfectos y, claro está, por la música arrebatadora. Hay una frase orquestal, que repite enfaticamente el motivo cantado por Rodolfo: "una terribil tosse l‘esil petto scuote" a la que, lo escribo sin avergonzarme, se me escapa sin remediarlo una furtiva lacrima.
Si encima los interpretes resultan creíbles, musicalmente centrados y actuan ensimismándose en las relativas partes, esas lágrimas son lo más dulce que le puede pasar a cualquier melómano en teatro, en vivo y en directo. En el Pérez Galdos se dio una química perfecta. Ante todo, la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria es un instrumento magnífico, de sonido amplio, pero de la que un buen director puede obtener también pianísimos impalpables. Mérito principal de Stefano Ranzani, que tantas veces ha dirigido esta misma partitura con la que ha sido una de las mas grandes Mimìs de todos los tiempos y, en su tiempo, su suegra: Mirella Freni.
El dominio de la partitura, hasta en sus pliegues mas recónditos, quedó patente al dirigir la frase hablada: "Scusi, sa dirmi, ov‘è l‘osteria ove un pittor lavora?" recordándonos que en Puccini, verista hasta cierto punto, es todo música, hasta en las pausas y los silencios. Quizás aceleró demasiado en el segundo acto, pero el ritmo fue indivisible con una escena realmente muy dinámica. Excelente el coro, como siempre en manos de la impagable Olga Santana, cuya labor nunca se dejará de loar lo suficiente. Incluyendo las brillantes voces infantiles -el pequeño que cantó "Vo la tromba e il cavallin", con corona y legato, resulto todo un pequeno Alfredito Kraus en miniatura- muy bien entonadas y a las ordenes de Marcela Garrón Velarde.
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