Crítica de la ópera La bella Susona de Alberto Carretero en el Teatro de la Maestranza de Sevilla
La bella Susona…finalmente
Por José Amador Morales
Sevilla, 15-III-2024. Teatro de la Maestranza. Alberto Carretero: La bella Susona. Ópera en un acto para soprano, solistas, coro, orquesta y electrónica con libreto de Rafael Puerto. Daisy Press (Susona), Luis Cansino (Aben Susón), José Luis Sola (Guzmán), Federico Florio (Pulgar), Marina Pardo (Sor Gregoria), Andrés Merino (Diego de Merlo). Coro Teatro de la Maestranza. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Nacho de Paz, dirección musical. Carlos Wagner, dirección escénica. Nueva producción del Teatro de la Maestranza y del Auditorio de Tenerife.
Tras ser retrasado debido a la pandemia su estreno mundial, por fin ha visto la luz La bella Susona, la nueva ópera compuesta por Alberto Carretero con libreto de Rafael Puerto, no sin algo de autobombo por parte de la prensa local a la hora de enfatizar el hecho de ser la primera obra de un sevillano estrenada en Sevilla sobre una leyenda... sevillana. Fruto de un encargo de la sinfónica hispalense, La bella Susona pone en escena la leyenda basada en los hechos históricos que tuvieron lugar en 1485 y por los que una conspiración judía con apoyo musulmán trató de arrebatar el poder de la ciudad de Sevilla a los cristianos. En ese contexto, Susana Ben Susón, una hermosa judía sevillana del siglo XV e hija del importante comerciante Diego Susón, traicionó a su propio padre al revelar a su amante cristiano una conspiración liderada por aquel. Diego Susón fue arrestado y ejecutado por la Inquisición junto a los demás traidores mientras que Susona, repudiada por los suyos, se convirtió a un cristianismo que igualmente la rechazó junto a Guzman, su amor. A partir de entonces, Susona llevó una vida llena de remordimientos, retirándose a un convento. Pidió que tras su muerte su cabeza fuese colgada en la puerta de su casa.
Esta es, de forma sucinta, la historia de la que Alberto Carretero, catedrático de composición en el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo de Sevilla, se ha servido para su tercera ópera (o segunda, ya que Renacer, estrenada en 2022 es posterior). En sus propias palabras, «es una historia de amor, traición y redención (...) su marcado carácter operístico aparece reflejado en el contexto de la época, con los mundos judío y musulmán (...) un homenaje a Sevilla como ciudad de ópera». Así pues, durante algo menos de ochenta minutos, en La bella Susona el compositor sevillano explora nuevas posibilidades dramáticas y expresivas con recursos electrónicos, una orquesta sinfónica amplificada y voces (también amplificadas) si bien el papel de Susona destaca sobremanera en importancia y presencia, siendo vocal y escénicamente muchísimo más exigido, con una presencia prácticamente continua sobre el escenario a lo largo de toda la función. La lograda partitura de Carretero destaca por su extraordinaria capacidad para generar una inmensa cantidad de atractivas texturas tímbricas que al mismo tiempo sugieren, evocan y, en cierto sentido, subliman cada situación, personaje o idea concreta a nivel instrumental. Al mismo tiempo resulta bastante interesante en lo que respecta al tratamiento de la voz, abarcando desde la mera declamación, el sprechgesang y otras técnicas vocales extendidas hasta el canto convencional. En definitiva, una obra en la que su compositor parece no renunciar a ningún recurso en favor de la expresión pero cuya representación, no obstante, parece verse lastrada de un limitado desarrollo dramático y una caracterización tibia de los personajes a excepción de la protagonista, ofreciendo un resultado global más descriptivo que narrativo, más oratorial que operístico; probablemente el exceso de idealización conceptual penaliza aquí el formato operístico.
No cabe duda de que la fantástica producción diseñada por Carlos Wagner ha paliado no poco este lunar, ofreciendo una gran complicidad estética con el universo sonoro de Alberto Carretero en base a unas acertadas proyecciones videográficas y una expresiva iluminación, así como un profundo trabajo escénico con los cantantes. Nacho de Paz, por su parte, dirigió musicalmente a la altura de las circunstancias en una función como esta, con tantas variables sonoras, y en las que todo estuvo en su sitio, obteniendo un afortunado equilibrio entre foso, voces y electrónica. Por su parte, Daisy Press, que debutaba operísticamente en nuestro país, brilló con luz propia en una caracterización muy lograda del rol protagonista. El versátil instrumento de la estadounidense, dotado de gran brillantez, atractivo tímbrico y elasticidad al circular por todos los registros, presentó una gran homogeneidad en los diversos planos interpretativos exigidos. En cuanto al resto del reparto, la solidez y buen hacer de cantantes de la solvencia de Luis Cansino, José Luis Sola, Marina Pardo o Andrés Merino, elevaron el nivel artístico de la representación.
Fotos: Teatro de la Maestranza
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