Las funciones, bajo la direccion musical de Josep Pons y escénica de David Pountney, darán comienzo el 2 de noviembre. Radio Clásica emitirá en directo la función del día 5 de noviembre.
El teatro del Liceo de Barcelona estrena en España, el próximo día 2, la ópera Król Roger (Rey Roger) de Karol Szymanowski. Las funciones se repetirán los días 5, 10, 11, 13 y 16 de noviembre de 2009 a las 20:00 h, el 7 de noviembre de 2009 a las 18:00h y el 8 de noviembre de 2009 a las 17:00h. Król Roger, con música de Karol Szymanowski es una ópera en tres actos, con libreto de de Jaroslaw Iwaszkiewicz y del compositor, basado en Bachae de Eurípides. El reparto de la producción es el siguiente: Roger II, rey de Sicilia: Scott Hendricks y Artur Rucinski (7 y 11 de noviembre), Roksana: Anne Schwanewilms y Monika Mych (7 y 11 de noviembre) Edrisi, un sabio árabe:Francisco Vas y Roger Padullés (7 y 11 de noviembre) El pastor: Will Hartmann y Pavlo Tolstoy (7 y 11 de noviembre), Arquebisbe: Daniel Borowski y Alexander Teliga (7 y 11 de noviembre), Diaconessa: Jadwiga Rappé y Agnes Zwierko (7 y 11 de noviembre). Dirección musical: Josep Pons. Dirección de escena: David Pountney. Escenografía: Raimund Bauer. Nueva coproducción: Gran Teatre del Liceu y Festival de Bregenz. ORQUESTRA SIMFÒNICA I COR DEL GRAN TEATRE DEL LICEU. Estrenada el 19 de junio de 1926 en el Teatro Wielki de Varsovia. Radio Clásica, de RNE emitirá en directo la función del día 5 de noviembre. Catalunya Música emitirá en directo la función del día 10 de noviembre.
EL ARGUMENTO
La ópera Król Roger (El rey Roger), ópera del compositor polaco Karol Szymanowski y libreto de Jarosław Iwaszkiewicz y del propio compositor, basada en Bacchae de Eurípides, fue estrenada en el Gran Teatro de Varsovia en 1926. La acción se sitúa en la Sicilia del siglo XII, período de ocupación de una dinastía normanda en la isla cuyo miembro más destacado fue Roger II Hauteville (1130-1154). Se trata de un estreno en España.
Acto I
En una misa solemne que se celebra en la catedral de Palermo, presidida por el rey Roger y su esposa Roksana, el arzobispo y la diaconisa, figuras influyentes de la corte normanda, acompañados por los coros, suplican al soberano que imparta justicia y defienda la santa fe ante la presencia inquietante de un pastor que predica contra las creencias de los fieles y los incita al pecado. El consejero Edrisi, sabio árabe de la corte, y Roksana, piden al rey que no lo condene sin juzgarle. Roger da orden de que conduzcan el pastor a su presencia, que se trata de un joven bellísimo y misterioso, el cual en el diálogo con el rey muestra un orgullo inquietante. Roger hace callar a la gente que lo insulta y el pastor describe con gran dulzura su dios, que busca sus rebaños perdidos con la cabeza coronada de hiedra y racimos en las manos, capaz de saciar los deseos de sus fieles. Edrisi suplica piedad para el joven, así como Roksana, y Roger, tras un momento de cólera en que ordena que el pastor muera, decide liberarlo. El pastor mira a los ojos del rey con una sonrisa luminosa y, antes que salga, Roger, repentinamente, le ordena que aquella noche acuda a su palacio, donde será juzgado.
Acto II
Dentro de su gran y lujoso palacio, el rey Roger, muy turbado, confiesa al sabio consejero Edrisi cuánto le inquieta el fuego desconocido que brilla en la mirada del recién llegado y la expresión de los ojos de Roxana cuando éste cantaba a su dios. Escuchan ambos atentamente el canto de Roksana, rogando que la piedad inunde el corazón del rey. Entra con gran solemnidad el joven y bello pastor, vestido espléndidamente, acompañado de sus músicos, que afirma venir de las tierras remotas de la India, enviado por un dios amable y poderoso, pero encuentra en el rey una reacción hostil. La escena se va llenando de un gran gentío, fascinado por el pastor. El rey lo acusa de blasfemar y de envenenar con encantos el corazón de sus seguidores. El pastor responde con orgullo, convoca a sus músicos a tocar y se inicia una gran danza ritual, de aire orientalizante y dionisíaco. Entra Roksana, Roger intenta en vano detenerla, pero ella hace un llamamiento al amor y a la aceptación de la locura y pide que el joven dios se la lleve a su paraíso. Roger da orden de detener e inmovilizar al pastor, pero éste, airado y más seguro que nunca, rompe la cadena y la echa a los pies del rey. Pide a la gente que se sienta libre que lo siga a su maravilloso y secreto universo y la primera es Roxana, a la que se unen muchos de los presentes. Roger, solo con Edrisi, profundamente conmovido, se quita la corona y el manto real, abandona la espada y decide seguirlos como peregrino.
Acto III
Entre las ruinas de un templo griego, ante el mar, vemos llegar al rey Roger, fatigado y con una gran tristeza, y a Edrisi. Desconfía de encontrar a Roksana y el consejero lo insta a que la llame. Pronto se escucha la respuesta de Roksana y la voz del pastor, la luna aparece entre las nubes e ilumina la escena, y llega la reina como una aparición maravillosa, con una actitud amorosa hacia el rey, al cual manifiesta que el pastor está en el firmamento, en el mundo de las estrellas. Le invita a ofrecerle sacrificio sobre el altar y lanzan ramos de flores a las llamas. El pastor aparece bajo el aspecto del dios Dionisos, envuelto de una luz sobrenatural. La escena se va poblando de sombras de sus seguidores y el pastor intenta convencer al rey de que su voz despierta un canto de alegría en su corazón e invita a los presentes a un viaje infinito sobre los océanos. Se anuncia la aurora, las estrellas se apagan y la imagen del pastor desaparece mientras sus fieles se entregan a una bacanal, con Roksana como ménade. Roger no intenta detener este flujo de gente que va saliendo, la música se va apagando y se diluye en la luz de la aurora. Solos de nuevo Edrisi y el rey, llegamos al final de la ópera, en que Roger, poseído de una gran fuerza y dignidad, entona un conclusivo y solemne himno al sol naciente, cuya luz apolínea saluda con emoción. Ha renacido y se ha enriquecido con el mundo dionisiaco, pero ha conseguido no ser su esclavo y ha asumido los principios apolíneos.
ESTUDIO DE LA OBRA (Texto facilitado por el Festival de Bregenz)
Los límites de la sensualidad
Los "antiguos propietarios" más significativos de Sicilia fueron los griegos. Sicilia era, cultural y económicamente, la comunidad griega más relevante fuera de Grecia. Muchas de las obras de Esquilo se estrenaron en el anfiteatro de Siracusa. Y el lenguaje simbólico de la lucha de Roger (¡y de Szymanowski!) contra las tentaciones de la sensualidad desenfrenada es tratada en términos griegos. Un misterioso pastor ha aparecido en las tierras del rey Roger, llevando por el mal camino a su población con plegarias dionisíacas desenfrenadas, orgiásticas y paganas. La Iglesia cristiana reclama insistentemente a Roger que ejecute al pastor, pero él duda, dividido entre la fascinación y el rechazo. Su indecisión brinda a la fuerza seductora del espíritu dionisíaco su oportunidad: Roger tiene que limitarse a observar mientras toda su corte, incluida su esposa, Roksana, desaparece misteriosamente para participar en oscuros ritos en honor a Baco. Roger les sigue, pero en última instancia evita la caída final en el éxtasis carnal y la autodestrucción. Extiende sus brazos como en un sacrificio para saludar al sol naciente: Apolo, el dios cerebral e imberbe de la música y las actividades intelectuales, y polo opuesto de su hedonista y barbudo hermanastro Dionisos.
El lenguaje que Szymanowski utiliza para describir a su héroe vacilante al borde del abismo carnal es un lenguaje armónico de intenso cromatismo, orquestado con una irrefrenable y voluptuosa virtuosidad colorista. La base de este lenguaje cromático es una extensión y desarrollo del lenguaje utilizado por Wagner en su ópera sobre dos personas que van mucho más allá de los límites, Tristán e Isolda. Para comprender la profundidad de su mutua intoxicación, consecuencia de la oportuna droga, Wagner llevó el lenguaje y las leyes de la armonía musical al límite, simbolizando el desenfrenado anhelo que sienten sus protagonistas de la zona libre de toda consideración moral, en la oscura noche, con la turbulencia de la música capaz de destruir el dique marino de la corrección armónica, inundando la tierra y ahogando profundamente la razón en aguas desconocidas.
La auténtica naturaleza de las incursiones de Szymanowski más allá de los límites culturales y sensuales es sin embargo una cruz, no un eje: si su inspiración musical obtiene su fuente inicial de Wagner y el autor confronta la sensualidad del Sur con un organizado oído norteuropeo, su inspiración literaria y estética mira hacia oriente y esto hace que entren en juego toda una gama de temas muy complejos de carácter cultural, político y sexual. Para el propio Szymanowski, especialmente como homosexual, la expresión más abierta de la gratificación sensual en la cultura oriental fue en sí misma una liberación y Szymanowski encontró en ello una rica fuente de inspiración, particularmente en la exquisita tradición de la poesía persa, como oímos en sus Canciones Hafi. Este delicado, refinado y erótico mundo se correspondía con la intrincada música impresionista de Szymanowski y las pasiones que tan liberalmente surgieron en su Concierto para violín y la Cuarta Sinfonía resultan especialmente intensas por ser explotadas con todas las matizadas y febriles expectativas de una intriga de harén susurrada al oído.
Estos dos ejes se enmarcan en la extraordinaria figura del rey Roger y su dinastía inmediata, constructores de enormes iglesias cristianas adornadas con mosaicos bizantinos, uno de los cuales incluso representa a Thomas Becket, arzobispo de Canterbury asesinado por un familiar de Roger, el rey Enrique II de Inglaterra. ¡Se trata de un ejemplo muy extraño de mosaico ritual que actúa como si fuera la página de la revista «Life» y presenta una figura extraída de los titulares de «actualidad»! La vehemente ornamentación de estos gloriosos edificios, además, inspiró a Szymanowski a demostrar que la religión también tiene su propia forma de éxtasis sensual, desde los impresionantes compases de la obertura de Król Roger con la Iglesia en pleno fervor de la quema de herejes a la sensualidad más emotiva de una de las principales obras maestras de Szymanowski, su Stabat Mater. Las iglesias normandas de Sicilia también hicieron algo más, que fue la incorporación en su diseño de referencias lingüísticas específicas y deliberadas de la arquitectura islámica. Roger fue un político de temprana y profusa multiculturalidad que intentó unificar los distintos elementos culturales que convivían en su pequeña isla: los mosaicos ortodoxos griegos, la tradición normanda cristiana y los restos islámicos de su emirato árabe. Constituía una síntesis que se adecuaba perfectamente a Szymanowski -el forastero aristocrático fuera de lugar cuya exploración de los límites de la sensualidad en la ópera, así como en la música religiosa y profana, le llevó al borde del abismo, pero en última instancia siempre conserva el equilibrio necesario para saborear, disfrutar y discernir. Apolo, el encantador muchacho dorado, también fue, después de todo, ¡el padre de Orfeo!
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