Klaus Florian Vogt es una de las grandes figuras actuales en la cuerda de tenor. El célebre tenor alemán, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en uno de los intérpretes más requeridos para cantar el difícil repertorio wagneriano, habla para CODALARIO sobre sus planes de futuro y su situacion lírica actual.
En su agenda predominan sobre todo los compromisos wagnerianos. Dedicando tanto tiempo este compositor, ¿podría decirnos qué significa cantar Wagner?
En primer lugar es un gran placer cantar el repertorio wagneriano. Para mí es una especie de sueño hecho realidad. Supone un gran disfrute como cantante. Personalmente siento un aprecio enorme por la música de Wagner. Me ofrece muchas cosas, la siento de un modo singular, y creo que me permite también desarrollarme como cantante. Por eso es una gran suerte, un gran regalo y también una importante responsabilidad.
Y en términos técnicos y estilísticos, ¿qué diferencia a Wagner del resto de compositores?
Sobre todo creo que la clave está en el fraseo. Las frases en Wagner tienen una longitud que te obliga a sostener el sonido de un modo especial. Antes de abordar la siguiente frase debes visualizar en tu mente dónde termina, para administrar bien tus recursos. Por eso cada frase tiene su propia historia y requiere un estudio específico.
Su timbre es más bien lírico y no posee las facultades que asociamos a la vocalidad de un heldentenor, ni siquiera las de un tenor dramático, y sin embargo Wagner es el centro de su repertorio. De acuerdo con esto, ¿diría que para cantar Wagner no se requiere una voz más dramática y contundente?
Sí, sin duda se tiene en mente a menudo un sonido determinado, más pesado y dramático, como asociado necesariamente al repertorio wagneriano, lo mismo que a Strauss, seguramente también por la pesada orquestación de sus partituras. Pero lo cierto es que voces con otros colores, con otra presencia, funcionan también en este repertorio gracias a la técnica y al fraseo.
Algunos oyentes sostienen que su voz es demasiado lírica para este repertorio y otros en cambio creen que hay algo mágico y especial en su timbre y en su fraseo. ¿Quizá la verdad esté en un punto intermedio entre estas opiniones?
Me resulta complicado hablar de mi propia voz y valorar las impresiones que otros tienen al respecto. Yo tengo la voz que tengo, intento sacarle el máximo partido mediante la técnica y el fraseo. Esa es mi forma de hacer las cosas y no tengo otra. Me agrada cuando al público le satisface mi trabajo, pero no se puede contentar a todo el mundo. A quienes no les guste mi trabajo, no pasa nada, seguro que hay alternativas que les encajen mejor.
¿Cómo ha crecido y evolucionado su voz desde los inicios? ¿Qué ha cambiado y qué permanece?
Creo que ha cambiado en varios sentidos. Es algo más pesada, más potente, pero mantiene sin embargo un color lírico, una cierta flexibilidad. Y creo que en ese equilibrio, entre lo que ha ido ganando y lo que permanece, está la clave por ejemplo para poder aumentar mi repertorio wagneriano con garantías.
¿Y qué hay de la técnica? Su creciente dedicación a Wagner, ¿le ha hecho variar de algún modo su fonación?
Como decía antes, yo no puedo hacer otra cosa que emplear mi voz y mi técnica, que son las que son. Por eso cuando me planteo cantar un papel wagneriano, no cambio nada, no lo intento cantar de forma distinta a como lo haría, y lo hago, con otros compositores. Y creo que así, con ese planteamiento, las cosas funcionan. Lo contrario, variar la técnica de acuerdo con cada repertorio, no daría buenos resultados.
A menudo ha cantado en las recientes ediciones del Festival de Bayreuth. ¿Qué hace de ese espacio un lugar tan especial para el canto wagneriano?
En Bayreuth hay una atmósfera especial. Una atmósfera que te impregna y que es inimitable, una sensación única ya desde los ensayos, en el encuentro con tantos colegas, pero que también se respira entre el público. Mucha gente escoge el Festival de Bayreuth como el motivo al que dedicar sus vacaciones y digamos que todo las personas que acuden allí lo hacen con una especial devoción por la música, y eso se nota. Lo notamos los cantantes, quiero decir. Y durante las representaciones hay también un ambiente singular, sobre todo por las condiciones acústicas del teatro, esa maravillosa orquesta... Todo parece creado para disfrutar de la música y verdaderamente disfruto mucho regresando a Bayreuth cada año que tengo ocasión.
En esta ocasión se encuentra en Barcelona para formar parte del reparto de Rusalka, con una producción de S. Herheim. ¿Cómo valora la propuesta de este director de escena?
Me gusta, en esta producción, el modo en que el teatro es empleado con todas sus posibilidades. Hay proyecciones, hay una iluminación genial, hay un gran colorido en escena, con el vestuario, la escenografía... Y un gran trabajo actoral, de interpretación. Todo está cuidado y medido al detalle. Y eso me gusta. El inconveniente para mí es que el resultado final para el espectador quizá no es la historia que uno espera. No es el cuento de hadas sino más bien una historia diferente, casi alternativa. Pero no hay duda de que es una gran producción, muy trabajada y detallista.
Participó también como protagonista en el polémico Lohengrin de Bayreuth, a cargo de Neunfels. Como cantante, ¿le afecta de algún modo trabajar con propuestas de este cariz?
Creo que, especialmente con ese Lohengrin de Bayreuth, no había tanto inconveniente, si uno se olvida de la ocurrencia de las ratas, etc. Si dejamos eso a un lado, es una producción de corte más bien convencional, centrada en los personajes, de un modo más bien clásico y además eficaz, auténtico.
En su agenda, durante los últimos años, hemos podido ver compromisos que incluían papeles de Strauss, Weber, Mozart, Korngold, Wagner, etc. ¿Cómo elige su repertorio?
Para mí la prioridad, la primera elección, es Wagner, es el compositor con el que más me identifico y con el que más disfruto cantando. Y con el centro de mi repertorio en Wagner, siempre intento probar y hacer otras cosas, ya sea en el repertorio alemán, de Weber a Strauss pasando por Korngold, o bien revisitando Mozart.
Hablando de Mozart, debutó el pasado año con La Clemenza di Tito en París. ¿Cómo valora esa experiencia? ¿Ha previsto incluir más Mozart en su agenda?
Creo que la parte de Tito va bien para mi vocalidad y de hecho me sentí cómodo con el papel en París. Era la primera vez que cantaba el papel y tengo un buen recuerdo de esa experiencia. Pero de momento no tengo más compromisos ligados a Mozart en mi agenda.
También la pasada temporada tuvo lugar su debut como Cavaradossi en Tosca. ¿Cómo fue aquella experiencia?
Sí, fue en Dresde, y después un par de representaciones más en Berlín. Y la verdad es que me siento cómodo con el lenguaje de Puccini. Más de lo que esperaba. No tenía claro poder conectar con su emotividad. Está tan alejado de la sentimentalidad que encontramos en Wagner, por ejemplo, y a la que sí estoy acostumbrado. Pero valoro la experiencia positivamente, sin duda.
¿Hay algún repertorio que quisiera cantar pero que no ha tenido ocasión todavía de hacer?
No, la verdad es que soy afortunado y canto ahora mismo lo que quiero cantar.
¿Considera que hay algún repertorio alejado de antemano de sus cualidades vocales?
No, a priori, no. No creo que haya unas líneas rojas definidas que me impidan cantar determinados repertorios. De hecho, determinados roles de Verdi, como algunos de Puccini, creo que se pueden ajustar bastante bien a mi voz. Sería el caso, creo, de La Faniculla del West o Luisa Miller. Es cuestión de planteárselo con tiempo y reflexión. Por ejemplo, veo posible quizá Tristan o Tannhäuser de aquí a unos años.
En este sentido, estos días sale a la venta su último registro discográfico, dedicado por entero a Wagner, donde se incluyen pistas con fragmentos de Tristan, Götterdamerung, etc. ¿Es este disco un avance de sus futuros compromisos escénicos?
Sí, quizá, se podría ver así. Por supuesto, me gustaría intentar cantar Tristan, por ejemplo, en algún momento. Está entre mis planes, lo tengo en mente, pero no ahora mismo. Creo que voy a esperar algunos años para planteármelo en serio.
Hace unas semanas circuló la información de que los miembros del reparto de esta Rusalka habían decidido donar el caché de una de las funciones al propio teatro, para contribuir a paliar la difícil situación financiera del Liceo. ¿Es correcta esta información? Y si es así, ¿cómo valora la actual situación económica del Liceo?
Sí, es cierto que hemos donado el caché de una de las funciones al teatro para ayudar de algún modo a su situación financiera. Una situación sobre la que no puedo hablar demasiado, a decir verdad, porque me faltan datos para valorarla. Lo cierto es que a un nivel más general, por supuesto en España pero también en Alemania, hay cosas que tienen que cambiar y tiene que haber un esfuerzo colectivo para mantener activo este tipo de manifestación artística. Si dejamos de pelar por la ópera en algún momento, si nos permitimos dar algún paso atrás, seguramente no podremos recuperar ese paso hasta dentro de mucho tiempo. Tenemos que cuidar entre todos este arte, del que dependemos todos de alguna manera, por distinta que sea, los cantantes, los teatros y los espectadores.
¿Qué significa para usted cantar en el Liceo?
Me gusta mucho cantar aquí porque la atmósfera de trabajo en el teatro es amigable y muy profesional. Se crean muy buenas circunstancias para trabajar y además es un teatro tan hermoso, tan valioso. Es un placer estar aquí de nuevo, por supuesto.
¿Tiene planes para volver?
Sí, el año que viene con Siegmund, para Die Walküre, y estamos en tratos para más cosas en los años siguientes, pero todavía no puedo hablar de ello.
Compartir
Aviso: el comentario no será publicado hasta que no sea validado.