Por Pedro J. Lapeña Rey
Nueva York. Peter Jay Sharp Theater at Juilliard School. 25-IV-2017. KatIa Kabanova (Leos Janacek / Vincenc Cervinka – traducción al inglés del original checo de Yveta Synek Graff y Robert T. Jones). Felicia Moore (Katia Kabanova), Sara Couden (Kabanicha), Samantha Hankey (Bárbara), Miles Mykkanen (Tijon Kabanov), Gerard Schneider (Boris), Alex Rosen (Saviol Dikoi), Sam Levine (Kudriash). Dirección Musical: Anne Manson. Dirección de escena: Stephen Wadsworth.
El pasado mes de noviembre reseñamos Flight, la primera ópera grande del compositor británico Jonathan Dove, que la Juilliard School presentó para abrir su temporada de ópera. Dicha temporada ha terminado esta semana con una obra de las más complejas a las que un conservatorio se puede enfrentar. La Katia Kabanova de Leos Janacek. La obra se ha montado como es habitual con alumnos de la escuela que están iniciando su carrera, y que han copado la orquesta y el reparto vocal.
Hemos visto en bastantes ocasiones como teatros de campanillas se han estrellado con la complejidad tanto musical como canora de obras tan difíciles y con un lenguaje tan particular como las del compositor moravo. Por tanto, debemos aplaudir el resultado final de esta función, que a pesar de un hándicap importante, se ha resuelto de manera notable. El hándicap no ha sido otro que el de ofrecer la obra en idioma inglés. Es difícil de entender hoy en día una decisión como ésta. Es verdad que uno de los pilares del renacimiento de las óperas de Janacek a nivel global, tuvo lugar en los años 80-90 del pasado siglo en la English National Opera y en el Festival de Glyndebourne, donde casi todas las producciones eran en inglés. Y no es menos cierto que una obra con Jenufa ha sido un pilar de las temporadas alemanas y austriacas a lo largo del SXX en su versión en alemán, que aún hoy se puede ver de manera habitual en teatros como Viena o Dusseldorf. Pero la precisión de la escritura vocal del moravo, y la absoluta y excelsa simbiosis con su música que hemos oído y estudiado en innumerables ocasiones, hace que por muy buena que sea la traducción, la obra suene rara y no termine de cuajar. Entiendo que el motivo de utilizar la traducción inglesa ha sido tanto por el hecho de que las representaciones son en Nueva York, como por facilitar la tarea a unos cantantes que obviamente no dominan el checo.
Una vez que nos abstrajimos de ello, la función fue una gozada. Contribuyó sin lugar a dudas la dirección musical clara y precisa de Anne Manson, que buscando más el impacto sonoro que la claridad de texturas, mantuvo el pulso narrativo y la tensión de principio a fin. Cuidó en especial al personaje esencial de la obra, la Katia Kabanova de Felicia Moore sobre todo en el acompañamiento a la impactante plegaria final que ésta canta poco antes de arrojarse a las heladas aguas del Volga.
La producción de Stephen Wadsworth transcurre en un espacio abierto donde van apareciendo la habitación de los esposos, la de Kabanicha, la plaza del pueblo, o las orillas del Volga. El resultado fue muy bueno en escenas como las del primer acto donde Kabanicha ejerce un brutal acoso tanto sobre Katia como sobre su propio hijo Tijon. La tensión se podía mascar en el ambiente. Sin embargo, no llegaron al mismo nivel otras más entrañables como la consumación de la relación de Katia con Boris. Le faltó el enorme impacto visual o la excelente dirección de actores que pudimos ver en Madrid en 2008 en la producción de Robert Carsen, pero en cualquier caso, la calidad fue notable y permitió seguir la obra sin mayores problemas.
A nivel canoro tuvimos un elenco interesante, repleto de alumnos que están al inicio de lo que pueden ser carreras brillantes, y no sería extraño ver a corto plazo a alguno de ellos en teatros de nivel. La soprano de Princeton, Felicia Moore, fue la encargada de servir de manera bastante intensa el personaje central de la obra, Katia Kabanova. Un personaje complejo, en la línea de papeles tan peliagudos para una soprano como la Sacristana, Jenufa o Emilia Marty, que exige un tremendo esfuerzo tanto a nivel vocal como teatral, y que en el pasado más o menos reciente ha estado servido por grandísimas figuras como Elisabeth Söderström, Gabriela Beňačková o Karita Mattila. A día de hoy, el papel excede los buenos medios con que cuenta la Sra. Moore, a quien sin duda, esta experiencia le servirá mucho en su carrera. Su bella voz de soprano lírica lució más en escenas idílicas como la inicial con Bárbara o la final mencionada anteriormente, que en el resto la obra donde se implicó menos en la complejidad dramática de Kabanova.
Del resto del elenco hay que destacar sin duda la excelente Bárbara de la mezzo-soprano americana Samatha Hankey, que dio a su personaje toda la ingenuidad y la efusividad de una adolescente enamorada, y también a su novio en la ficción, el Kudriash tierno y cariñoso del tenor Sam Levine.
Algo más discretos la pareja de los Kabanov. Sara Couden fue en lo dramático una autoritaria Kabanicha, tiránica con su hijo y nuera, aunque la emisión algo entubada resulta poco atractiva. El Tijon de Miles Mykkanen pecó de contención, aunque se mostró seguro en el difícil equilibrio que debe mostrar este personaje entre una amante esposa y una madre dominante.
El tenor Gerard Schneider, encargado del papel de Boris, el amante de Kabanova, mostró buenos medios de tenor lírico, y su interpretación fue creciendo desde una discreta entrada, a unas vehementes escenas con Katia en los actos segundo y tercero. Discreto en lo vocal aunque modélico en lo teatral Alex Rosen, quién recreó a la perfección la zafiedad y tosquedad del nuevo rico Saviol Dikoi.
El público que llenaba casi por completo el moderno y acogedor Peter Jay Sharp Theater, y que en su mayor parte agradeció que la obra se interpretara en inglés, recompensó con calidez a cantantes y directora musical, quienes demostraron que con buena materia prima, esfuerzo y trabajo, se puede sacar adelante con nota una obra de esta complejidad.
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