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Crítica: Katharina Konradi y Catriona Morison en el Ciclo de Lied del CNDM

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Autor: Óscar del Saz
27 de junio de 2024

Crítica del recital ofrecido por Katharina Konradi y Catriona Morison en el Teatro de la Zarzuela dentro del en Ciclo de Lied del CNDM

Katharina Konradi y Catriona Morison en el Ciclo de Lied del CNDM

Dúos y voces que enriquecen el Lied

Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid, 24-VI-2024. Teatro de la Zarzuela. Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. XXX Ciclo de  Lied, Recital 12. Obras de Robert Schumann (1810-1856), Johannes Brahms (1833-1897), Ernest Chausson (1855-1899), María Malibrán (1808-1836), Mélanie Bonis (1858-1937), Pauline García Viardot (1821-1910), Fernando Obradors (1897-1945), Gabriel Fauré (1845-1924). Katharina Konradi (soprano), Catriona Morison (mezzosoprano), Ammiel Bushakevitz (piano).

   La soprano kirguisa Katharina Konradi (1988) y la mezzosoprano escocesa Catriona Morison (1986), debutante en el Ciclo de Lied, junto al pianista israelí Ammiel Bushakevitz (1986), cerraron brillantemente el XXX Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]. Arropados por una gran afluencia de público, el diseño del concierto, con el correspondiente concurso pianístico, se conformó a partir de dúos de las dos artistas -en casi un 75 por 100 del total- sobre obras de los compositores arriba mencionados, si bien también hubo partes en solitario, como varias selectas piezas de Brahms, que correspondieron casi en exclusiva a Morison; las canciones de Obradors fueron interpretadas exclusivamente por Konradi. 

   Como un plus en el interés, se interpretaron obras muy variopintas, para demostrar el hecho de que el término «Lied» (canción) no debe referirse solamente a lo que conocemos como «Lied Alemán» -como los que correspondieron a Schumann o Brahms-, sino que debe extenderse a cualquier composición musical piano-voz sobre textos o poemas, cuya temática no tiene por qué ser obligatoriamente romántica, aunque sí debe coadyuvar -ése es su objetivo primordial- a remover los sentimientos del escuchante. De esta forma, escuchamos  Lied, con el apellido «francés» (con su rítmica particular y sus colorismos/cromatismos inequívocos), y «español», como el que se correspondió con las Canciones clásicas españolas de Fernando Obradors. 

   Obviamente, en recitales complejos por estilos y épocas, como el que detallaremos, es imprescindible que los intérpretes -las cantantes, el pianista- sepan realizar una adecuada diferenciación estilística de cada uno de esos universos, como creemos fue el caso, logrando -además- que nada de lo que se escuchó perdiera el interés por parte del público. 

Katharina Konradi y Catriona Morison en el Ciclo de Lied del CNDM

   El equilibrio de ambas intérpretes, tanto en solitario como en los dúos, estuvo perfectamente asegurado, cada una en su cuerda, con fenomenales hechuras técnicas. Destacaron, por supuesto, esplendor y belleza vocales, con muy buena afinación e igualación en todos los tramos de sus extensiones. Muy destacables fueron -en los dúos- sus capacidades para el empaste y cuidado del sonido, denuedo en los ataques y la articulación, luciendo a las claras una preparación trabajada y exquisita de todo el repertorio conjunto. En Schumann, brilló de forma especial la riqueza dinámica y una alta capacidad de matización, siempre al servicio de la expresividad y de la comunicación del mensaje, que llegó en todo momento de forma certera. El piano de Bushakevitz no hizo más que favorecer el resplandor conjunto.

   Así lo disfrutamos, como claros ejemplos -muchos de temática netamente amorosa-, en los cuatro Lieder de Schumann, Mädchenlieder [Canciones de mujeres], que alternan caracteres alegres y más comedidos, y en los tres seleccionados de Spanisches Liederspiel [Libro de canciones españolas], en los que los dúos se complican mediante la coloratura y las agilidades. En «Bedeckt mich mit Blumen [Cúbreme con flores]», lucieron admirablemente estructuras complejas, «a metrónomo», en canon, a cargo de ambas voces. 

   El Brahms de Morison, elegante y recatado, fue de una gran fuerza interpretativa como se demostró en «Meine Liebe ist grün [Mi amor es verde]» y se reveló con sentida emoción en «Immer leiser wird mein Schlummer [Mi sueño es cada vez más tranquilo]», con la estupenda contribución de Bushakevitz. También en Brahms hubo lugar para los dúos, destacando la preciosa barcarola «Die Meere [El mar]», así como la de potente fuerza expresiva, «Die Boten der Liebe [Los mensajeros del amor]».

   El repertorio francés, siguiendo con los dúos, de la mano de las rarezas de Chausson (alumno de Massenet y César Frank) y de la prolífica Mélanie Bonis (alumna de César Frank y Ernest Guiraud), desplegó -sobre todo- belleza en la escritura vocal, con juegos de inversión de la voz superior, que a veces era la de la mezzo, y con profusión de trinos y abundante vocalise. 

   Después, se dio paso a composiciones -una de cada- de las famosas hijas de Manuel García, María Malibrán, con la pirotécnica «Le prisonnier», y de Pauline García Viardot, con su adornadísima en coloratura «Havanaise» (cantada en español a dúo). El contraste estuvo dispuesto por las tres composiciones de Fauré, destilando pureza y sensibilidad en «Pleurs d’or [Llantos dorados]», la muy bella «Puisqu’ici-bas toute âme [Desde aquí abajo cada alma]» y la muy ágil «Tarentelle», con brillo especial en el instrumento pianístico.

   Entre medias de todo ello, estuvo el homenaje de Konradi -que siempre gusta de ejercitar nuestro repertorio- a Obradors con piezas tan paradigmáticas como la melismática y plagada de quejíos «Coplas de Curro Dulce». A destacar, la capacidad de apianar de la voz de nuestra protagonista -y el delicadísimo acompañamiento de Bushakevitz- en la magnética «Del cabello más sutil», y la bien reflejada con aires de canto popular y certera sorna, «El molondrón». La parte idiomática y el especial y depurado estilo interpretativo son dos cosas muy importantes en este repertorio, donde nunca se excedieron las sobreactuaciones y/o los énfasis. Creemos que ambos retos -idioma, estilo- se cumplieron a satisfacción.

Katharina Konradi y Catriona Morison en el Ciclo de Lied del CNDM

   El recital fue muy del gusto del público, arriesgado y detallista, basado en la emoción, que premió con largas salvas de aplausos y braveó a los tres intérpretes, que acabaron felices y sonrientes en el escenario del Teatro de la Zarzuela, obligándose a conceder dos bellas propinas: el famoso bolero «El desdichado», con música de Camile Saint-Saëns, y «La siesta», de carácter más bucólico. Como comentábamos al principio, un recital que sirvió para demostrar que el Lied contiene muchas más facetas de las que uno pudiera pensar, y que nos transportó eficientemente a los salones de las casas vienesas donde era habitual la sucesión de varios cantantes en una misma velada, abundando los dúos y los tríos en torno a un piano y -a menudo- con la suma de algunos instrumentos de cuerda.

   Además de que Katharina Konradi vuelva siempre que quiera a este Ciclo de Lied, si se lo preguntan, por supuesto que estaríamos interesados en disfrutar de un recital en solitario de la estupenda mezzosoprano Catriona Morison, dado que voces como la suya no abundan en su cuerda y con sólo siete años de carrera, creemos que alberga muy buenos mimbres para poder estar muy pendientes de su evolución. Deseamos a los amables lectores un placentero descanso estival lleno de buena música. Nos encontramos a la vuelta.

Fotos: Rafa Martín / CNDM

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