Crítica de Óscar del Saz del recital de la soprano Julia Kleiter en el Teatro de la Zarzuela, dentro del Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical [CNDM]
Kleiter desdobla su alma con Schubert y Wolf
Por Óscar del Saz | @oskargs
Madrid. 24-III-2025. Madrid. Teatro de la Zarzuela. XXXI Ciclo de Lied del Centro Nacional de Difusión Musical (CNDM). Recital 5. Obras Franz Schubert (1797-1828) y Hugo Wolf (1860-1903). Julia Kleiter (soprano), Michael Gees (piano).
Julia Kleiter (1980) es una figura más que asentada desde hace tiempo en el panorama operístico, la opereta, el oratorio y el Lied, con una discografía extensa y muy valorable en todos esos repertorios. Después de presentarse en 2022 en el Ciclo de Lied, junto a un «padrino» tan experimentado como Christian Gerhaher, en la velada que nos ocupa se nos ofrece, junto con el estupendo pianista Michael Gees (1953), su debut en solitario.
«Denk’ es, o Seele [Piénsalo, oh alma]», la primera de las obras del recital (perteneciente a «Mörike-Lieder», de Wolf), fue el título que la pareja protagonista eligió -cual hilo argumental del recital-, lo que sugiere una invitación a la introspección, a una auto-reflexión profunda o a una exploración del alma, en la que los pensamientos del ser humano puedan revolotear alrededor de las emociones que, de forma indefectible, generan el amor, la pérdida, la esperanza…
A fin de enriquecer la experiencia sensitiva del recital, y que no se quedara «solamente» en una interpretación musical, en cada una de las partes -y micrófono en mano, aunque no hubiera hecho falta la amplificación- nuestra soprano recitó -en realidad, leyó- (no sabemos si sus propias reflexiones) unas palabras en forma de introducción o leitmotiv, inmersas en una ambientación recreada por el piano de Gees, con la entendida finalidad de catalizar emociones y espiritualidades.
El éxito del recital, destacado por el hecho de intercalar de forma alternada las piezas de Schubert y Wolf fue muy valorable en la voz de Kleiter -siempre cantar a voz es un plus-, que aunque no es de una belleza rotunda sí resulta radiante, de sonorísima musicalidad, esa que aporta la ventaja de poseer una excelente técnica, puesta al servicio de un canto de soprano lírica maleable y explícita, según los momentos, con potencia sonora suficiente, sin detrimento de una fantasía en el canto que conmueve y persuade.
En Franz Schubert demostró su capacidad para la expresividad melódica y la accesibilidad estilística a que da lugar la franca emoción de forma directa, logrando una unión perfecta entre la palabra y la música y un alcance más rectilíneo con el escuchante. Gracias a Gees, se obtuvo el complemento perfecto porque supo crear atmósferas como apoyo a los estados emocionales que se desprenden de los propios versos, sin entorpecer nunca la línea de canto. En Hugo Wolf, además, meritoria fue su capacidad para reflejar los matices emocionales del texto, con líneas vocales más intrincadas, dado que aquéllos describen estados sublimados de la psique o del alma. Gees consiguió, de hecho, que el piano fuera un igual en la narración musical, siempre desde un punto de vista técnico muy elevado.
Oportunidad hubo para apreciar esta diferencia en los estilos, ya que se cantaron los mismos versos -los «Lieder der Mignon»- en la concepción de cada uno de los creadores (téngase en cuenta que cada uno los ordena de forma distinta). Por ejemplo, en «Nur wer die Sehnsucht kennt [Sólo quien conoce la añoranza]», Schubert emplea una melodía sencilla y bella, pero profundamente emotiva, con un acompañamiento que subraya la sensación de anhelo y melancolía.
En Wolf las armonías del piano son más sofisticadas y las texturas son más densas, dando a la dramaticidad de la palabra, como vehículo de la emoción, una preeminencia mayor. De hecho, también el enfoque que se da al personaje -Mignon- cambia en ambas interpretaciones: Como bien reflejó Kleiter en todo lo comentado arriba, en Wolf la lucha del personaje es interna y compleja -emocionalmente hablando- y en Schubert es más humana, apegada al calor del hogar, y cuyo sufrimiento y fragilidad están entendidos en un código más plano, estrictamente romántico.
Por no citar pieza por pieza, y aunque todo el recital discurrió a muy alto nivel desgranando la sucesión de Lieder Wolf-Schubert, resaltaremos a continuación sólo las que se dieron con prestaciones extraordinarias, como por ejemplo «Lied vom Winde [Canción del viento]», de Wolf, trufada con abundantes saltos de registro y amplia gama de dinámicas para representar el diálogo que un niño mantiene con el viento al que pregunta sobre el hogar y el amor, y donde el piano de Gees se encargó primorosamente de añadir esa ambientación del «viento» que surge del teclado y que identifica y constata lo cambiantes que son tanto el viento como el mismo amor.
«Die Zwerg [El enano]», de Schubert, estuvo perfectamente retratada, colaborando a la perfección ambos intérpretes. Tanto en articulación -con ritmo rápido- y rango vocal -con saltos interválicos complejos-, como en las dinámicas y los contrastes dramáticos, se reflejó muy adecuadamente un poema que muestra descarnadamente la traición, el amor no correspondido y la desesperación del personaje principal -un enano- al servicio de una reina que, por celos que tiene del rey, decide asesinarla, aunque él nunca podrá vivir con esa culpa, por lo que resuelve suicidarse arrojándose al mar.
El éxito obtenido por el público fue muy grande, por lo que el binomio Kleiter-Gees hubo de salir varias veces a corresponder a los aplausos. Ambos decidieron abordar como primera propina el Lied de «Margarita en la rueca», con textos de Goethe, los cuales describen los pensamientos que la amada dirige a Fausto. La versión de Kleiter se aleja de las que rebuscan en una aproximación psicológica demasiado transida y -en muchos casos- monótona, y se muestra más humana, más activa y ostensiblemente perturbada.
Como los aplausos no cesaban, sino que iban en aumento, tras varias salidas más, abordaron la pieza «Romanze», también de Schubert, cuya música es emotiva y melancólica, reflejando la tristeza y el sufrimiento de la protagonista y en la que Kleiter hizo exhibición de un canto pianísimo y legatísimo. El público, encantado y completamente satisfecho, se despidió de la pareja de artistas Kleiter-Gees imaginamos que, como nosotros, esperando su próxima visita a este Ciclo de Lied.
Fotos: Rafa Martín