Un reportaje de Agustín Achúcarro
«Creo que lo que se está haciendo en España está muy por encima de muchos países, por lo que debemos estar muy orgullosos de lo que tenemos». Una conclusión a la que llega Juanjo Mena, uno de los directores de este país más internacionales, que sube al podio de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León los días 11,12,14 y 15 de diciembre, en la Sala sinfónica del Auditorio de Valladolid. Unas palabras del músico a las que anteceden una serie de razonamientos sobre lo que ha provocado en las orquestas la situación actual por la Covid-19. Algo que invita a detenerse en ello antes de centrarse en el concierto de la Temporada de la OSCyL. «América, por ejemplo, está destrozada, he perdido todo mi trabajo allí, y no solamente este año sino posiblemente el que viene. Cuando la orquesta más rica del mundo, que es la de Boston, anunció en febrero pasado que se cancelaba todo hasta el 2021, uno se pregunta ¿qué está pasando?», se cuestiona el director que continúa hablando sobre la situación en otro país que conoce muy bien, como en el Reino Unido, en el que ha ejercido de titular de la Filarmónica de la BBC. «En Inglaterra me han llamado músicos que tocaban conmigo en la BBC y me han preguntado si sabía dónde podían trabajar, pues había gente que estaba vendiendo sus instrumentos para poner cañas en un bar».
Nada más acabar el primer confinamiento, en el mes de junio, Mena percibió que en su país todo el mundo quería hacer cosas. «Se celebraron el Festival de Granada, el de Santander, la Quincena donostiarra, mientras el de Salzburgo y otros cuantos estaban parados». «Creo -prosigue el músico- que esa actitud de dar servicio a la gente, decirle que estamos aquí con nuestra música y podemos hacer algo más, ya sea en streaming, en video, a través de televisión o de la radio ha sido un gran esfuerzo de medios y de estructuras, en la que los músicos han aceptado un tipo de trabajo al que no estaban acostumbrados». Y así, según Mena, las orquestas y los músicos en general salieron a decir que «se podía tocar con distancia de seguridad, con mascarilla, con paneles, con lo que fuera». El director reconoce que otros países han seguido la misma senda. «Alemania, como siempre, se ha preocupado mucho por la música, intentando dar soluciones a todos los problemas que han surgido, de hecho se han realizado algunas cosas, pero se siguen cancelando actuaciones. Y si miro a Escandinavia, a excepción de Suecia, que por su forma de gestionar la pandemia ahora está pagando las consecuencias, países como Noruega tiene orquestas que están trabajando, yo mismo he estado allí el mes pasado, pero en Italia y en Francia, no».
La Covid-19 le pilló a Mena en Minnesota, en la primera semana de marzo, y recuerda que «dirigió la Sinfonía Leningrado y el Concierto para piano nº 2 de Rachmaninov, pero sin público, para la radio». Así que decidió volver a casa y se fue al caserío con la familia. «El 23 de junio, por fin, pude ir a ensayar con la Orquesta Sinfónica de Galicia para acudir al Festival de Granada, y cuando empecé a dirigir la Séptima de Beethoven, que todos conocemos, con las distancias y las mascarillas, me di cuenta de que no íbamos juntos y surgieron no pocas dificultades. Éste ha sido uno de los grandes problemas técnicos derivados de tener que tocar tan separados, lo que hace que Mena valore aún más los esfuerzos de las orquestas y en concreto de la OSCyL, con la que ahora está ensayando. «Por eso lo que están haciendo los músicos es loable y aplaudible, pues acostumbrarse a algo aparentemente tan sencillo como que ya no estás tocando con alguien al lado, ni que otro te pasa la página, ha creado muchos problemas». «Incluso-apunta Mena- ahora los archiveros tienen que hacer un trabajo extra y ha sido necesario realizar un cambio estructural».
Una situación que también ha tocado de lleno al director. «Yo he tenido que cambiar, pues a mí me gusta ser muy musical, no tan técnico, y me he dado cuenta que no podía ser, pues si no era técnico aparecían los problemas». Una realidad que Mena ilustra con el siguiente ejemplo: «Ahora he estado en Noruega, en Bergen, tenía los primeros violines a mi derecha y los segundos a la izquierda, y la distancia entre el último de cada uno de ellos era de casi 35 metros ¿cómo se puede tocar así una sinfonía de Beethoven? Pero el director vitoriano no deja de buscar el lado positivo de las cosas. «Pienso que toda esta situación ha hecho que los músicos estén tocando de manera más individual, lo que va a reforzar su yo y, probablemente, cuando vuelva a juntarse toda la orquesta vamos a tener una potencia sonora mucho mayor y una precisión más elevada, con lo que será una orquesta mucho más atenta, reactiva y rica».
Punto y aparte para centrarse ya definitivamente en la participación de Juanjo Mena en el que será el quinto concierto del Ciclo Otoño de la OSCyL. El programa sobre el que hablaron inicialmente era totalmente distinto al actual, pero la covid-19 lo cambió todo. «Contábamos con Joaquín Riquelme, que será el solista del Concierto para viola y orquesta en re mayor de Hoffmeister y el centro del programa en cuanto a concepto; una obra que no se toca normalmente y con la que seguro vamos a hacer un gran trabajo». El planteamiento de Mena era que no fuera un concierto habitual. «Intento que no sea solamente un repertorio clásico, por lo que me decanté para empezar por interpretar la Sinfonía nº1 «Clásica» de Prokófiev que, al tiempo que cumple esos requisitos, en cuanto a claridad, alegría y sonido radiante, es diferente y su colorismo me viene muy bien para enlazar con la última obra del programa, las Variaciones concertantes, op. 23 de Ginastera». Una obra por la que siente fascinación el director a la que atribuye el que «no se hace casi nunca, cumple muy bien los estándares de la orquesta, y cuenta con un alto nivel de exigencia para los músicos, en particular a nivel solista».
Además esta obra la grabó en 2017 con la Filarmónica de la BBC y su recuerdo le lleva a aceptar un pequeño juego. «No se puede hacer una comparación directa entre ambos momentos y ambas orquestas, pero me hubiera gustado hacer con BBC la obra de Ginastera en la situación actual para conocerla mejor». Un deseo que basa en considerar que «una de las premisas de las orquestas inglesas, y en particular de la BBC, una orquesta de una radio, es la fuerza que les da el saberse juntos y el que se conocen todo de una obra, pues desde la creación de la orquesta está marcado en las partituras, por lo que pueden plantearse si hacen el ritenuto que hizo aquel director o el piano que propuso otro». Viven -continua el director- con esa sensación de ir con el otro, de no hacer nada que haga que alguien sobresalga sobre su compañero, sino hacer lo que hay que hacer». Por eso a Mena hipotéticamente le hubiera gustado «tener a la BBC con las distancias que tienen ahora los músicos de la OSCyL y comprobar si seguían tocando con ese sentido de unidad». Pero no deja de ser una elucubración y al director lo que le interesa realmente ahora es el presente. «El trabajo que estamos haciendo aquí es muy bueno y se nota el avance que se experimenta de un día para otro, pues hemos conectado, hemos entendido lo que nos proponemos y me siento muy a gusto».
Para Mena la OSCyL «está a muy buen nivel», lo que le lleva a decir que «ha escuchado solos aquí que no he conseguido oír en otras orquestas», en referencia a la obra de Ginastera, que es según él «un test para los músicos». «He intentado que se entienda cómo plantea su música Ginastera, pues siempre se tiene la impresión de que era un folclorista, lo que puede llevarnos a pensar que esta obra es una fiesta, y aunque en parte lo sea, lo es de alto nivel, pues era un músico muy serio, muy inteligente, que nunca se quedó parado, que siempre siguió buscando y aprendiendo». Así que las variaciones del compositor argentino pertenecen para Mena a «ese periodo de cambio, de intentar buscar algo para ir a otro sitio». «Tiene algunos pasajes, como las variaciones de maderas con trompas, que poseen unas armonías que nos están diciendo que desea buscar otra línea, aunque el ritmo característico siga ahí». «Para mí -prosigue Mena- Ginastera es como Bartók, que tiene cosas sencillas pero otras complejísimas; son dos músicos que dieron el paso desde las estructuras del folclore a otros espacios de la música». Y cierra sus comentarios sobre las obras de Ginastera y Prokófiev con una demostración de cómo ha trabajado con la OSCyL. «Hablo de las dinámicas y les propongo llevar el sonido al límite en un pianísimo, para que lo vivan, pues aquello que vives luego irás a buscarlo de nuevo». «Esta ha sido mi actitud con todo el programa», apunta el director.
A la hora de hablar de su relación con Joaquín Riquelme, el viola solista de la obra de Hoffmeister, primero Mena lo hace de manera general. «Con el solista soy un servidor, estoy a su disposición, aunque tenga mis criterios, busco entenderlo, y si en algo no estoy de acuerdo con él trataré de convencerlo y llegar a un acuerdo, los dos a solas. Hay que tener flexibilidad para escuchar y entender la línea que quiere seguir el solista y que cada día en cada concierto será diferente, y siempre habrá algo con el que sorprenderse, pero como le sigues puedes reaccionar». Los problemas para el director solamente surgen «cuando uno se limita a acompañar y no forma parte del otro, pues no funciona». En cuanto a su relación personal con Riquelme, ambos se conocen desde que Mena debutó con la Filarmónica de Berlín. «Es un tipo encantador y un gran músico, así que estoy esperando encontrarme con él para actualizar nuestras relaciones».
De vuelta a la obra de Hoffmeister, si bien Mena piensa que «la viola intenta comportarse como un violín solista, con los problemas que hay de registro», también considera que «esto le hace muy interesante a un concierto en el que el compositor intenta realizar algo que vaya más allá de lo clásico». «Lo que se ve en ciertas repeticiones y transiciones de frases, que resultan extrañas desde un punto de vista escolástico, al igual que ocurre con las dinámicas».
Mirando hacia el futuro Juanjo Mena espera que pase de una vez por todas esta pandemia, y en lo que se refiere a su carrera profesional sueña con recuperar todo lo que ha perdido en América, incluidos tres conciertos en Montreal de música española, así como los conciertos de los festivales de verano. «Son muchísimos los programas que se han ido al garete, y eso que yo no me puedo quejar porque estoy trabajando». Lo más inmediato le lleva a Tokio. «Iré a pesar de que mi mujer no esté de acuerdo con que tenga que hacer la cuarentena y perderme tres días de Navidad, y luego habrá que esperar a marzo para dirigir a la Filarmónica de Praga».
Fotografía de Juanjo Mena: Jorge Alvariño/Codalario
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