Por Albert Ferrer Flamarich
Barcelona. 13/II/16. L’Auditori. Temporada de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña. Juan Manuel Cañizares, guitarra. Lorenzo Viotti, director. Obras de Parra, Rodrigo y Beethoven.
Este 2016 los programas de la Orquesta Sinfónica de Barcelona y Nacional de Cataluña han transcurrido por una serie de señuelos comerciales que han salvado la llamada “cuesta de enero” admirablemente: la proyección de Gladiator con la banda sonora musical en directo, la Novena sinfonía de Beethoven, las Quinta y Tercera sinfonías de Mahler y, para rematar, el Concierto de Aranjuez de Rodrigo y la Heroica de Beethoven en una misma convocatoria. La estrategia de hit populista amalgamado con la obra funciona y L’Auditori lleva semanas colgando el cartel de entradas agotadas en algunas sesiones.
Más allá de estos incentivos, Lorenzo Viotti forma parte de una promoción de batutas galardonadas en el Concurso de dirección de Orquesta de Cadaqués (Noseda, Nesterowick, González,…) que ha convencido sobradamente al frente de la Simfònica del Vallès y de la OBC. Con la acústica nada favorable que desvirtuaba el sonido del conjunto, el director suizo firmó un Beethoven (Sinfonía Heroica) equilibrado, intenso y lleno de ideas que personalizaron la lectura. La tensión y los contrastes dinámicos apuntaron a un substrato de finura desplegado en un continuum ligero y motriz, sin el hiperromanticismo habitual. La Marcha Funebre, concebida por Viotti como el eje de la sinfonía, fue el movimiento mejor resuelto de la velada, con un atractivo dramatismo en el tercer grupo temático (fuga incluida) y el cuarto (desarrollo). Recuerden este nombre: Lorenzo Viotti. Lo reencontraremos.
Previamente, de otro compositor con el que ganó el citado concurso, Héctor Parra, dirigió la expresionista Absència. Fruto de un monodrama de la escritora francesa Marie NDiaye plantea un conflicto muy postmoderno como la crisis del sujeto, la soledad y una situación límite jugando con dos partes diferenciadas y de tempi contrastando que buscan en la tensión un susto final.
La guitarra sabadellense
Juan Manuel Cañizares es uno de los más grandes intérpretes de guitarra actuales. Es un icono del flamenco que también ha destacado en el jazz, la world-music y el repertorio clásico. Su estilo pulcro y fluido, lleno de sentimiento e inteligencia, a la vez que espontáneo, juega con una pulsación extraordinariamente nítida y muy matizada tanto en la sonoridad de los registros como en los acentos del fraseo. Influido por Paco de Lucia y José Maria Gallardo del Rey su Concierto de Aranjuez se alejó de la guitarra académica en un planteamiento que sin ser transgresor se imbuía de acentos flamencos y un frescor de serenata más que saludable. Hay que destacar la plenitud tímbrica y el fraseo de Molly Judson en el corno inglés. De bis Lejana, composición del propio Cañizares, otra lección.
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