Estrena en Madrid el próximo 27 de septiembre Cervantina, con la ORCAM bajo la batuta de Victor Pablo Pérez.
Una entrevista de Roberto Relova Quinteiro
Juan Durán, compositor gallego, vive envuelto en sus múltiples compromisos como creador y arreglista. Prefirió que esta entrevista se desarrollase en una conversación tomando un café (varios cafés) en una terraza. A lo largo del encuentro las palabras más repetidas son público, comunicación, compromiso y honestidad. Deja leer entre líneas el duro proceso de la creación y cómo se enfrenta en soledad a su universo más íntimo a la hora de expresar sus emociones en una partitura. Su próximo reto: el estreno de Cervantina, suite sinfónica sobre temas populares españoles que surgen alrededor de la época de Miguel de Cervantes. Difícil de recoger literalmente una conversación llena de citas literarias, históricas y anécdotas alrededor de la creación musical.
¿Cómo vive un compositor de principios del siglo XXI su tiempo y su posición ante la creación musical?
Evidentemente el compositor es hijo de su tiempo, de un lugar. Los creadores que hemos nacido hacia el final del Siglo XX no lo hemos tenido fácil. En este sentido recuerdo una entrevista en el diario El País a Giuseppe Sinopoli en la que afirmaba que el material musical estaba agotado y que al igual que la filosofía griega él tenía una visión pesimista del mundo pero a la vez una actitud optimista de acción. Comparto con Sinopoli esta actitud, mi visión es muy pesimista, pero no voy a dejar de hacer lo que quiero hacer. Y respecto a que el material musical está agotado también estoy plenamente convencido de que es así. Tal como conocemos nuestro ámbito de la música, tal como la concebimos (sinfónica, clásica, culta, etc.) está agotado, hay que tener muy claro que cualquier innovación respecto a la música contemporánea que se quiera hacer en al ámbito instrumental, armónico, texturas, tímbrico, etc. está todo absolutamente explotado, nadie se puede sorprender por ciertos efectos que hace más de cincuenta años ya se utilizaron. Hay que pensar que en 2013 se cumplieron los cien años del estreno de La consagración de la primavera de Stravinski, se han muerto Pierre Boulez, J. Cage, ¿dónde quedan experiencias que obviamente había que hacerlas? es una evolución natural al igual que desde el romanticismo se llegó al postromanticismo y de ahí al expresionismo. Si tenemos en cuenta que el expresionismo es la solución última del postromanticismo llevado a sus extremos, al igual que la tonalidad y el cromatismo había llegado a un abismo que por ende rozaban la atonalidad, de la misma manera que se comenzó con la música aleatoria, música concreta, etc., era lógico que se llegara al 4´33´´ de Cage, incluso me atrevería a decir que con esta obra entramos en una nueva dimensión.
Entonces ¿Cuál es el futuro de la creación musical?
Creo que para el futuro la mejor solución posible es la ópera, es decir, el espectáculo teatral con música, sea cualquiera su formato musical: zarzuela, ópera, etc., porque siempre se ha mantenido vivo y tiene un hilo conductor en el que yo creo que habría un cierto mercado musical, que a día de hoy no lo hay, son hechos muy aislados, muy puntuales, un estreno, etc. Siempre defiendo la gran cantidad de textos que se han producido en el siglo XX y que no se han llevado a la ópera, por ejemplo, las obras de García Lorca ¡Dios mío, cómo en un país como España que tiene un autor de la dimensión teatral, de la magnitud de Lorca, no existe una ópera sobre un texto como Doña Rosita, La casa de Bernarda Alba, Bodas de Sangre! ¿Cómo es posible que estos textos no se hayan convertido en ópera? ¡El teatro de Buero Vallejo! Aún puede hacerse. Verdi llevó a la ópera las obras de Shakespeare. Creo que daría excelentes resultados. Por alguna razón el teatro lírico prácticamente desapareció de España después del 36, y seguimos consumiendo los títulos clásicos. Pero creo que cuando algo surge, alguna iniciativa interesante dentro del ámbito de la ópera se recibe con mucho más agrado que cuando ocurre en el campo de lo sinfónico.
En este contexto que Ud. comenta ¿Es así como nace su obra O arame, la primera ópera escrita en lengua gallega del Siglo XXI?
Yo buscaba un vehículo expresivo para emocionar y emocionarme. Todos estamos convencidos que en al arte tiene que haber emoción, tiene que comunicar, si no hay emoción no comunicas. La comunicación tiene que existir entre la obra artística, el intérprete y el público, esto es imprescindible. En el caso de mi ópera O arame a mi me pareció que la fórmula de ópera de cámara era una buena solución. Hay que tener en cuenta que respecto a este género había muy poco y respondía a un modelo muy tradicional y sinceramente muy costoso. Estamos hablando de un espectáculo, de un género muy caro. En el caso de mi ópera fue un acto de poner inteligencia, saber hasta dónde se podía llegar y que era lo que deseaba y hasta donde podía consumir el público y hasta donde podía entender. No se puede obligar al público a soportar durante dos horas una música de la cual se desconoce toda referencia y obligarle a prestarle atención con un lenguaje complejo. Hay caminos en el siglo XX que todavía pueden ser revisitados, me refiero a estilos que tuvieron un gran potencial como fue el nacionalismo, el impresionismo y el expresionismo, dieron muchos frutos, algunos compositores siguieron ese camino adaptándolo a un espacio más inmediato, por ejemplo en O arame es una música con rasgos fundamentalmente impresionistas, expresionistas y también nacionalistas vinculado a un espacio muy concreto como era Galicia, pero también con una dimensión universal en cuanto a la historia y en cuanto al propio tratamiento musical, es una música de género donde hay arias, dúos.
Y con muchos guiños a la cultura y tradición europea, cine, danza…
Claro, entramos en la concepción de un espectáculo del Siglo XXI en el cual la imagen es vital, no en vano había una pantalla en el escenario, una pareja de mimos, y citas, referencias, por ejemplo a la ópera de cámara, a la ópera barroca, a la zarzuela.
¿Todo esto evidencia una reflexión sobre que el compositor actual debe de conocer todo el patrimonio musical y cultural que se generó en la tradición occidental?
Esto es muy interesante, yo siempre me he preguntado ¿cuál era la música que conoció Bach, la que conoció Mozart, Beethoven, anteriores a ellos? Ellos no tenían detrás la inmensa cantidad de música que nosotros tenemos hoy en día. A ver: para ellos fue mucho más fácil e iban rompiendo moldes con la lógica evolución, natural, con su práctica compositiva; pero insisto ¿qué conocieron antes de su obra y sin embargo qué nos legaron? Brahms decía “siento los pasos de un gigante detrás de mi” cuando a los cuarenta años no había compuesto su primera sinfonía, esto hay que tenerlo en cuenta y entenderlo, muchos compositores no escribieron ninguna sinfonía, yo como compositor no lo he hecho, ni creo que en el futuro lo haga, es que ya no puedo imaginar una estructura de esa magnitud y con toda la evolución que hemos observado en las diez sinfonías de Mahler o las quince de Shostacovich. ¿Podría componer una sinfonía? Sí, pero sinceramente prefiero hacer el arreglo de una suite sinfónica sobre temas populares gallegos como fue Alborada de noite e de luz y vestir unos temas populares que están en nuestra cultura musical, en nuestra tradición, con la mayor dignidad sinfónica utilizando los recursos que yo tengo a mi alcance, una gran orquesta y un coro como fue el caso de la Sinfónica de Galicia y el Orfeón Donostiarra.
En este sentido y a raíz de su trabajo como arreglista, yo opino que son paráfrasis, en el Cd de Zoar Ensemble hay unanimidad entre los jóvenes compositores, intérpretes, acerca de lo innovador que resulta el tratamiento de la tradición y la música popular.
Yo necesito comunicarme con el público, a mi no me interesa escribir una obra que sólo pueda entender yo y a lo mejor dos o tres eruditos o expertos que van a analizar la partitura, no me interesa. El público no analiza, el público disfruta y se entretiene. Me alejo de la vieja disputa de que sí es para todos no es arte, no se trata de hacer opciones maximalistas, comprendo que es muy difícil encontrar el ideal equilibrio entre ser lo más entendible posible y no caer en la vulgaridad. Ese es el peligro y cualquier creador lo tiene presente; en qué momento los recursos que estoy utilizando me llevan a ser excesivamente académico, previsible, etc.
¿Condiciona entonces a la hora de componer la opinión del público?
El público es muy exigente con los creadores, porque nos pide que seamos innovadores y también fieles a nuestro propio lenguaje o a la tradición, lo cual es una paradoja; y en esa dialéctica entre ser innovador y ser fiel a la tradición hay que moverse, yo no pierdo ese horizonte nunca. Sí una solución, por ejemplo, para que yo me pueda expresar, me pueda comunicar con el público y debo de aprovechar música nacionalista, lo que tenemos en nuestra intrahistoria y manipularlo con medios que puedan ser familiares para el oyente y crear un colorido que no pierda el sustrato de la obra y que le aporte una gama nueva de color, etc., pues vale como camino, siempre en el complicado equilibrio de no irse a ninguno de los dos extremos: no ponérselo tan difícil al público ni tampoco hacerlo tan fácil perdiendo interés o emoción.
¿Quizá el oyente de 2016 está más preparado, tiene mejor criterio?
Hoy estamos preparados para escuchar armonías, texturas, tímbricas que a lo mejor hace cien años no se soportaban, pero tampoco hoy no se le puede exigir del público tal nivel de esfuerzo mental, auditivo, de concentración, eso no funciona. Estoy dispuesto casi a afirmar que el modelo, por ejemplo, de poema sinfónico que le funcionaba maravillosamente a Richard Strauss y que fue muy utilizado por parte de muchos compositores de los últimos años del Siglo XX, o sea una obra sinfónica de aproximadamente veinte minutos, a partir de un pretexto que puede ser literario o plástico, en la que el compositor desarrolla un contenido musical más o menos estructurado creo que no funciona, igual que hoy no funciona presentarse ante el público con una sinfonía, pero es, insisto mi opinión.
¿Esta idea es la que predomina en su próximo estreno?
Si. En este sentido voy a estrenar en Madrid el próximo 27 de septiembre Cervantina, con la ORCAM bajo la batuta de mi muy admirado Victor Pablo Pérez, una suite sinfónica sobre temas españoles (está la Fantasía de Mudarra, Las folías de España, las Tres Morillas, etc.) música en torno a la época de Miguel de Cervantes. Se me puede denostar, criticar que hago un pastiche o que sólo son arreglos y estoy preparado para ello, soy consciente, pero curiosamente ningún compositor español ha hecho variaciones sobre las Folías de España, con el juego que han dado siempre, no las han revisitado con los medios orquestales, tímbricos, armónicos que hoy tenemos a nuestro alcance. Que yo sepa las únicas variaciones para orquesta a partir de este tema las realizó Antonio Salieri hace más de dos siglos; hay que ofrecerle al público algo que tenga verdadero interés.
¿Qué reflexión puede aportar un compositor como Ud. respecto a la actual creación y estética de la música contemporánea y por supuesto acerca de la actitud del público?
Estoy dispuesto a afirmar que el concepto de música contemporánea, a día de hoy, es una manera determinada de componer, un estilo muy concreto de composición. Entre el público en general la música contemporánea es un saco donde se mete todo; entre nosotros, los músicos y los compositores, cuando decimos “música contemporánea” nos referimos a un estilo muy determinado, a una forma específica de componer, le pongo un ejemplo: el gran Antón García Abril no es un compositor que escriba música contemporánea, pero está vivo y es de nuestra época y es contemporáneo, pero nadie diría que se adscribe a ese lenguaje tipificado como tal. Yo, Juan Durán, no hago música contemporánea.
Me recuerda a Manuel Balboa, odiaba que lo considerasen compositor contemporáneo.
No lo sabía, pues me alegra compartir esta cuestión con Balboa, a lo mejor tiene que ver con ese cierto espíritu lírico que tenemos los compositores gallegos.
O a su formación, él también comenzó en A Coruña
¡Cierto! Mi maestro Rogelio Groba a lo mejor fue más contemporáneo que yo, aunque él nunca se movió en ese círculo.
Es muy complicado comunicarse musicalmente entre tantas circunstancias, la música antigua, moderna, contemporánea, el oyente…
Es hora de abrir otros caminos, recordará aquella frase de que “los compositores contemporáneos echaron de las salas de concierto al público”. Han pasado muchas cosas en el siglo XX y tenían que ocurrir, pero es hora de comunicarse, es la hora de volver a las emociones. No todos los escritores pueden estar escribiendo Rayuela todos los días, yo admiro muchísimo obras de compositores contemporáneos, por ejemplo, Gyorgy Ligeti, sus obras corales, Atmosferas, etc., considero que durante muchos años han sido muy importantes, han dado mucho de sí, piense por ejemplo en su Réquiem, luego de todo el catalogo tradicional de este tipo de obras religiosas. Ligeti plantea una nueva forma de tratar un réquiem ¿cuál será el siguiente? Después de ese tratamiento vocal que aparece en esta obra ¿a alguien se le puede ocurrir componer un réquiem? Fauré parecía que había puesto un punto final y sin embargo fue posible dar un paso más, Ligeti lo logró. ¿Era posible ser innovador después de los cuartetos de Beethoven? Pues sí, llegó Bartók y logró innovar y también se podría plantear si se puede llegar a la originalidad o genialidad después del legado de Bartók, es que el listón está muy alto, piense en las últimas obras sinfónicas de Lutosławski, obras de los años 50 o 60, no ha pasado mucho tiempo y la pregunta es si se puede superar este nivel de creación, no sé quien podrá superarlo. Por eso insisto en que la salida la podemos encontrar en el mundo del teatro, la música dentro de un todo artístico, donde está la imagen, la voz humana, la orquesta…
¿Pero que referencias o modelos le interesan a Ud.?
A ver, yo admiro muchísimo a compositores que han sido verdaderamente innovadores, Wagner, Debussy, y también los hay que aparentemente no han aportado nada nuevo, en este sentido recuerdo la tremenda afirmación de Daniel Barenboim que decía que Brahms es un compositor prescindible para la historia de la música, estamos hablando de un gigante como Brahms, uno de los músicos más emotivos y que más ha llegado al corazón de las personas, al igual que Tchaikovski. No comparto la actitud extremista de algunos compositores que dicen que no le interesan los autores clásicos, yo sí, siento gran admiración y observo sus obras con pasión.
Hay mucho espíritu artesanal en sus obras
Trabajo desde esa perspectiva. He tratado siempre de no engañarme a mí mismo. Para mi podría ser muy fácil escribir una obra que pretenda llamar la atención desde el punto de vista de la originalidad, pero no creo en esa originalidad vacua haciendo una galería de efectos sin más, yo no estaría dando la medida de mis emociones, sería falso, ficticio. Me permito el lujo de escribir lo que deseo escribir No estoy condicionado, me considero libre en el momento de la creación, no me veo obligado a componer para algunos ámbitos como festivales que exigen un cierto tipo de música.
Ud. comienza desde muy joven a componer ¿Qué le lleva a crear, a buscar una identidad como compositor?
De una manera muy natural, como jugando, jugando con el piano de igual forma que jugaba con la escritura, desde muy jovencito escribía versos, con la composición fue igual, de una manera muy natural, improvisando en el piano, me pasaba horas improvisando, buscando mi mundo sonoro, fui aprendiendo de forma paralela a lo académico e incorporando lo que me interesaba, y llega ese momento en que comienzo a escribir música pensando que se podría presentar en público, fueron dos canciones con textos de Pessoa, en el año 1982.
¿Existía y existe una relación entre su mundo creativo e interior?
Recuerdo que mi mundo sonoro se construía paralelamente a mi universo interior: leía mucho, ya tenía conocimientos de armonía y la voz humana fue y es como una referencia que no se pudo apartar nunca de mi vida. Desde siempre crecí y viví con la voz cantada, con la ópera de una forma apasionada, quizá por ello necesito comunicarme y expresarme a través mi música, siempre en comunión con el público. Estas dos canciones se estrenaron y fue el arranque “oficial” de mi trayectoria. Por cierto, en una carpeta guardo muchas obras anteriores, de mi juventud, que por supuesto nunca nadie ha visto.
Por lo que nos cuenta la literatura es una premisa en su trayectoria vital y creativa ¿es así?
Es fundamental, es una necesidad imperiosa, me crié leyendo, soy un amante de la cultura de mi época y creo que condiciona mi vida y mi obra.
Si se acercarse a Ud. una persona con deseos de iniciarse en la creación musical ¿que consejos le daría?
Lo primero, la base puramente técnica, artesana, mucho estudio y profundizar en la armonía, contrapunto, fuga, análisis, escuchar y leer mucha música y lo que es importante, dedicarle mucho, mucho tiempo, es una exigencia. Una obra para conocerla de verdad hay que escucharla y leerla muchas veces y luego que desarrollara esa inteligencia para sobrevivir en un mundo en el que nadie, de entrada, le va a pedir nada, nadie le va a pedir que escriba una obra, nadie le va a reconocer su identidad como compositor, en un mundo que no demanda música nueva, no hay mercado, no hay demanda como la que hay en la música pop, tiene que ser consciente de ello, aceptarlo.
Y por otro lado que sea fiel a sí mismo y que busque la manera de comunicar con el público más honesta, más directa, para emocionarlo o para sorpréndelo.
¿Cómo observa a las actuales generaciones de compositores en España?
Lo veo muy bien en la parte de la formación, están muy bien preparados. Yo como otros pertenecemos a una generación que no le hemos tenido fácil, todo fue muy complicado, no había oportunidades como las que hoy tienen delante, el acceso a la cultura, a la información, pero por otro lado no lo tienen tan fácil, con el paso del tiempo observamos el gigantesco patrimonio que se ha gestado durante siglos de música y repertorio, lo tienen más difícil para encontrar un lugar en el mundo creativo. Y respecto a la última generación me gusta mucho la obra de Octavio Vázquez, es un hombre con una formación muy sólida, orquesta maravillosamente, en la música de cámara se desenvuelve muy bien, hace una música emotiva, lo admiro mucho.
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