Hay muchos misterios alrededor de la figura de Juan Crisóstomo de Arriaga. Uno de ellos es, precisamente, su imagen. Utilizamos en este artículo una foto que muestra una de las que suelen adjudicársele pero que, según su descendiente, Joaquín Pérez de Arriaga, es falsa, al tratarse de una imagen idealizada, sin relación con el original, encargada por un familiar de Juan Crisóstomo a un pintor, para dotar a su biografía de cierto grado de rigor. Éste ha sido uno de los grandes problemas que está teniendo la historiografía a la hora de reconstruir su vida y obra, las frecuentes exageraciones o inventos entorno a la figura del compositor vasco.
Incluimos un enlace al artículo publicado por Aurelio M. Seco en Codalario Premium, en el que, bajo el título de "Juan Crisóstomo de Arriaga: Sinfonía en re menor", se aclaran muchos de los aspectos más discutidos sobre su biografía, así como los relativos a su famosa "Sinfonía en re menor".
Juan Crisóstomo de Arriaga nace en Bilbao el 27 de enero de 1806 y muere en París el 17 de enero de 1826, días antes de cumplir los 20 años. En Bilbao tiene como maestro a Fausto Sanz y a su propio padre, músico aficionado que, consciente de su talento, le introduce en el contexto musical bilbaíno donde, desde muy joven, participa en las sesiones musicales organizadas por las familias pudientes de la ciudad.
Animado por su talento, a los 15 años su padre decide enviarle a París para continuar estudios. Se marcha de Bilbao el 26 de septiembre de 1821 y, el 13 de octubre del mismo año, obtiene la carta de residencia. En noviembre ingresa en la École Royal de Musique et Déclamation, el conservatorio de la ciudad donde se inscribe en las clases de armonía y contrapunto. “Después de año y medio se convierte en Profesor répétiteur de la clase de contrapunto y fuga de su profesor Francois-Joseph Fétis, siendo ya director de la École, Luigi Cherubini. Permanece en París durante cuatro años y tres meses”, explica Joaquín Pérez de Arriaga, uno de sus descendientes. No deja de sorprender la rapidez con que un estudiante tan joven es contratado en un centro tan importante. Es obvio que Fétis vio en él un talento excepcional, pero es posible que el chico también estuviera apoyado por algún otro insigne español. “En París se relaciona con Manuel García, Juan Gris o Pedro Albéniz, quien le cuidaría hasta sus últimos días y escribiría al padre describiéndole las circunstancias de su muerte”.
Uno de los aspectos que más sorprenden de la biografía de Arriaga es que, tras su muerte, su nombre se haya olvidado casi por completo, tanto en Francia como en España. Y más cuando observamos la intensa actividad artística y social que mantuvo en el París de entonces, o el interés de buena parte de su obra, en la que sobresalen sus conocidos Cuartetos.
Queda clara, entonces, la relevancia que el joven músico había adquirido en París. Su nombre era conocido, reconocido y estaba en boca de algunos de los más importantes músicos del siglo, por lo menos, mientras vivió. ¿Pero qué imagen se tenía en España del chico? Cuando su padre, Juan Simón de Arriaga y Urlézaga, le envía a París, el nombre de Juan Crisóstomo pasa al olvido en Bilbao, una ciudad a la que ya nunca volverá.
Cuando Juan Crisóstomo de Arriaga fallece en 1826, seguramente víctima de una tuberculosis, también desaparece del contexto musical parisino. Serán sus descencientes, Emiliano de Arriaga y José de Arriaga e Ygartua, quienes trabajen con inusual intensidad para reivindicar la figura de Juan Crisóstomo, todavía a la espera de un estudio definitivo sobre su vida y obra.
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