"El Allegro de concierto, obra muy poco frecuente, de calidad desigual y justamente oscurecida por el homónimo de Granados, se convierte en manos de Juan Carlos Rodríguez en una pieza luminosa de gran brillantez y el pianista alcanza aquí quizás el momento álgido de su grabación".
CD: Manuel de Falla, complete piano music. Juan Carlos Rodríguez. Paladino Music.
Por F. Jaime Pantín
El sello Paladino Music presenta un disco dedicado a la obra integral para piano de Manuel de Falla en versiones de Juan Carlos Rodríguez, pianista gaditano -como el propio compositor- que alcanzó recientemente un considerable éxito con su álbum, grabado para Naxos y dedicado a obras para piano relativamente infrecuentes de Robert Schumann.
El interés principal de esta publicación radica fundamentalmente en la posibilidad de conocer el corpus completo de la obra pianística de Falla y asistir así a la evolución -muy significativa- de su lenguaje, estilo y tratamiento instrumental. Existen al menos dos grabaciones anteriores, que incorporan así mismo la totalidad de las obras para piano del compositor gaditano. La de Miguel Baselga en BIS incluye las 16 piezas que figuran en este disco, en el mismo orden cronológico y la de Daniel Ligorio para Naxos- un doble álbum -incluye además las transcripciones de algunos números del Amor brujo, La vida breve y El sombrero de tres picos.
Alguna de las obras que aparecen en el disco son de relativamente cercano descubrimiento y publicación (año 1989 para la Mazurca y la Serenata y 1980 para el Cortejo de gnomos) lo que explica su exclusión en alguna de las supuestas “integrales” anteriores, si bien otras de las obras de primera época fueron sencillamente marginadas del repertorio habitual de los pianistas en base a un apriorístico “escaso interés” o “discutible calidad”, sobre todo en comparación con las obras de madurez del autor.
En la tradición interpretativa de la obra esencial de Falla pesan poderosamente las versiones de los grandes del piano español, Alicia de Larrocha, Esteban Sánchez, Rafael Orozco y Josep Colom, todos ellos artistas de fuerte personalidad y profundamente contrastantes en sus planteamientos. Alicia aporta su pianismo transparente y objetivo, su buen gusto inimitable y su increíble capacidad articulatoria. Esteban Sánchez resulta ser el más original y sugerente, muy creativo aunque con más altibajos también. Colom destaca por su pianismo colorista y virtuosismo avasallador y Orozco, en pleno esplendor interpretativo en el mismo ocaso de su vida, firma quizás las versiones más hondas y sobrecogedoras.
En el disco que nos ocupa, Juan Carlos Rodríguez se presenta como un pianista solvente en lo mecánico, con momentos brillantes y temperamento apasionado. Apunta una clara tendencia a los tempi ligeros, nunca desbordados, pero se puede echar en falta una mayor introspección y concentración expresiva en el planteamiento de las grandes obras. Las quasi imposibles Piezas españolas, repletas de detalles articulatorios y de complejísima pedalización rayan a considerable altura y la Fantasía bética, auténtica epopeya andaluza, sin duda la gran obra del pianismo español, alcanza altas cotas de potencia expresiva, con una ejecución brillante y luminosa y una organización intelectual muy trabajada, si bien su sonido puede resultar algo falto de densidad en una obra como ésta.
En la música de salón de primera época, piezas aparentemente sencillas, a veces intranscendentes que por lo mismo exigen un considerable refinamiento sonoro y gran fantasía y elegancia, el pianista resulta menos convincente. Las transiciones son algo bruscas y se echa en falta un mayor potencial sonoro, con más colorido y variedad tímbrica. Algo agresiva resulta la Serenara andaluza, como si se planteara directamente como premonición de la Fantasía bética, perdiéndose parte de su ambiente contemplativo. El Allegro de concierto, obra muy poco frecuente, de calidad desigual y justamente oscurecida por el homónimo de Granados, se convierte en manos de Juan Carlos Rodríguez en una pieza luminosa de gran brillantez y el pianista alcanza aquí quizás el momento álgido de su grabación.
El disco está muy bien presentado, con generosas y lúcidas notas de Gonzalo Pérez Chamorro. La calidad de la grabación es, sin embargo, muy mejorable. La reverberación es excesiva y falsea el sonido natural del pianista, que se adivina claramente más incisivo. Esto es, por cierto, algo cada vez más frecuente en las grabaciones de piano, donde claramente se ha ido hacia atrás. La dinámica resulta insuficiente y el piano muestra una afinación inestable y escasa calidad de sonido, aspectos que habría que cuidar y en los que merece la pena hacer un mayor esfuerzo.
En definitiva, un disco recomendable para quien desee conocer en su extensión la obra completa de Manuel de Falla, y una oportunidad para tomar contacto con un pianista serio y solvente que a nadie defraudará.
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