Josu De Solaun presenta su CD Haydn Piano Sonatas en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, junto a José Luis García del Busto, Arturo Reverter y Paco Moya, de IBS Classical
Las grietas del silencio
Por Jorge Moreno | @JorgeMoreno__
Madrid, 25-V-2022, Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Presentación del disco Haydn Piano Sonatas, de Josu De Solaun (IBS Classical). Intervinientes: José Luis García del Busto, Paco Moya, Arturo Reverte y Josu de Solaun. Interpretaciones musicales: Sonata en do menor, n.33, Hob. XVI/20., de Joseph Haydn y -como bis o propina- Préludes, libro 2: VIII. Ondine, de Claude Debussy.
El fragor del Madrid primaveral, atestado de continuos y superpuestos murmullos, invita a la huida necesaria en busca de un refugio consciente, de una emotividad protectora. Por fortuna, cual acto de supervivencia -humano, demasiado humano-, aún ofrecen las grandes urbes alternativas a su propio e insoslayable ajetreo.
Justificándose como institución, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando acogió la puesta de largo del último -es un decir- disco de Josu de Solaun, dedicado íntegramente a Haydn y, de paso, a la eternidad.
Mientras la capital de España deshilvanaba el mediodía, apenas una treintena de gozosos testigos nos erigíamos en cómplices silentes de la pura magia, obviando esa invisible dictadura que guía al mundo de hoy, aprisionado entre ruidosos miedos y progresiva desesperanza.
Varias introducciones más o menos convencionales -más o menos plúmbeas- precedieron a Josu de Solaun, quien nos ofreció una pequeña gran muestra de por qué ya forma parte del olimpo pianístico.
Sin prólogos innecesarios, sin manierismos u ofensivas sobreactuaciones, De Solaun emprendió un feraz viaje a través de las sonatas que alumbró el genio austríaco, pues, interpretando una de ellas, en glorioso efecto multiplicador, al auditorio llegaba el eco de todas las demás.
Los dedos de este magno artista transforman a Haydn en escarcha, en apunte de universos inexplorados y, debido a ello, en poesía tan cercana como indescifrable. Para Josu de Solaun, el silencio no parece ser sino un aliado en forma de prolongada partitura, allí donde se cobijan aquellos que eluden la contemporánea celeridad, tan opresiva e inmisericorde.
El llanto de un niño agregó al acto matices luminosos -en absoluto perturbadores-; De Solaun mismo tuvo a bien honrar nuestros aplausos con un epílogo afrancesado y acuático -Debussy mediante-. Pero la imaginación de quienes allí nos congregamos ya viajaba en pos de la realidad, parapetada, eso sí, tras el escudo efímero que otorga lo sublime.
En el exterior, aullaba la primavera.
Fotos: Fernando Frade / CODALARIO
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