Crítica del recital de José Ramón García en el Festival Internacional de Piano «Santa Cristina de Lena», en la localidad asturiana de Pola de Lena
Brillante recital de José Ramón García
Por F. Jaime Pantín
Pola de Lena, 5-V-2023. Teatro Vital. José Ramón García, piano. Obras de Chopin, Granados, Listz, Rachmaninov y Schumann.
El Festival Internacional de Piano de Santa Cristina de Lena, que el pasado mes de febrero inaugurara el gran pianista serbio Misha Dacic, prosiguió el pasado viernes 5 de mayo con un brillante recital del pianista albaceteño José Ramón García y será clausurado el próximo sábado 13 de mayo con un nuevo concierto, en esta ocasión a cargo de la joven y talentosa pianista asturiana Laura Mota.
José Ramón García planteó un ambicioso programa de corte netamente romántico que incluía algunas de las obras más relevantes del repertorio pianístico- como son la Fantasía op. 17 de Schumann, la Polonesa- Fantasía de Chopin o el Vals Mephisto nº 1 de Liszt- junto a muestras de otro de los géneros genuinamente románticos como es el de la pequeña forma. Programa intenso y de gran complejidad intelectual y pianística, abordado desde una solvencia técnica incontestable y sólida capacidad constructiva, evidenciando una interesante personalidad musical que aúna sensibilidad y lucidez con un temperamento apasionado, perfectamente modulado por el rigor de muchos años de formación en contacto con importantes maestros.
Comenzó el programa con el Impromptu op.36 de Chopin, que servía de introducción a la compleja e impresionante Polonesa- fantasía op. 61 del compositor polaco. El Segundo Impromptu es el más largo de los cuatro compuestos por Chopin y su estructura difiere sustancialmente de la del resto. Es más que un impromptu, de la misma forma que el op. 61 es más que una polonesa. Estamos ante una verdadera fantasía que aúna en unas pocas páginas el carácter del nocturno con el de la marcha y el estudio, desenvolviéndose todo ello en un clima cercano a la balada.
La versión de José Ramón García resultó modélica desde la exposición ensoñadora de una melodía que parece mecerse sobre un tejido de notas dobles en la mano izquierda. Fuertemente caracterizada la Marcha, que emerge con potencia imponente, más solemne que triunfante y transparente exposición de un tercer motivo, enunciado por la mano izquierda, al que se superponen veloces escalas de transparencia y musicalidad ejemplares.
La Polonesa-Fantasía es una de las obras chopinianas de más compleja interpretación por la excepcional abundancia de ideas que se superponen, aparecen y desaparecen en una evolución constante que- recorriendo los modelos de referencia chopinianos desde la Polonesa al Nocturno, la Improvisación y la Mazurca y en un clima narrativo propio de la Balada- obedecen a una idea unitaria de vocación dramática que es necesario descubrir. José Ramón García ofreció una versión sobria y convincente de esta obra grandiosa desde su larga y poética introducción, cuyos arpegios, muy fluidos en esta ocasión, van desvelando poco a poco el alma de una polonesa que se acaba imponiendo definitivamente con carácter ambivalente entre lo heroico y lo dolente, a la luz de un dramatismo intenso que no oculta una vocación lírica de alta intensidad expresiva. Técnicamente contundente y con musicalidad a flor de piel, el pianista mostró su profundo conocimiento de una música cuyo contenido nunca se revela del todo y que aparece siempre abierto a nuevas aportaciones.
Prosiguió el recital con una magnífica lectura del Fandango de Candil, escena goyesca de Granados. Perfecta ambientación sonora y virtuosismo a raudales en una ejecución de claridad y precisión excepcionales. Gran expansión lírica y dramatismo velado pero intensamente sentido en un ostinato de amenaza latente, con claro-oscuro perfectamente calibrado. Versión de plenitud y fuerza sorprendentes en una pieza que pone a prueba a cualquier pianista.
No podía faltar la presencia de Liszt en un recital de estas características y el Vals Mephisto nº 1 confirmó la excepcional naturaleza de un pianista que afronta sin complejos las terribles dificultades de una obra emblemática en su virtuosismo, tan sólo reservada a pianistas de raza. Constituyó probablemente el momento álgido de la velada y su interpretación fue todo un muestrario de recursos y capacidades: agilidades extremas, trinos eléctricos, octavas trepidantes, arpegios fulgurantes y saltos al borde de lo agónico, abordados con valentía en un despliegue virtuosístico de altos vuelos al servicio de una versión de intensidad extrema.
La segunda parte del concierto se centró en la Fantasía op. 17 de Schumann, una de las obras cumbres del repertorio romántico, que fue precedida por dos piezas de Rachmaninov. El Preludio op. 32 nº 12 fue expuesto a gran velocidad, en una visión cercana al universo de Scriabin en la que lo fulgurante parece imperar por encima de lo contemplativo. El Libeslied, transcripción de la obra homónima de Fritz Kreisler, supuso un nuevo despliegue de potencial pianístico de José Ramón García, en una lectura de gran brillantez y claridad contrapuntística que pone de manifiesto la grandiosidad instrumental de una pieza cuya temática parece servir de introducción a la Fantasía schumaniana.
El universo del amor está presente a lo largo de toda la Fantasía: la pasión- tan noble como intensa- el diálogo, la ensoñación, la confidencia, la frustración, el embeleso, la euforia, el recogimiento, la alegría compartida, la ternura, la dulzura y la contemplación aparecen entremezcladas en una obra de plenitud absoluta, de muy difícil interpretación pero también una de las más dignas de ser interpretadas a lo largo de toda una vida de pianista.
José Ramón García ofreció una lectura intensa, de generoso despliegue pasional y buen acabado pianístico en general, con momentos de plenitud en los fragmentos más enfáticos, pudiendo echarse de menos un mayor contraste emocional en toda esta amalgama de sentimientos encontrados que parecen conformar una historia íntima de final positivo que, a pesar de las tensiones anteriores, desprende un equilibrio poco frecuente en el universo schumaniano.
En todo caso asistimos a una versión que pone de manifiesto la belleza contenida en esta obra genial que el pianista albaceteño aborda con entrega incondicional y que puso el broche final a un brillante recital de un intérprete cuya evolución será interesante seguir.
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