Cuando un artista de la talla y talento de José Miguel Moreno permanece callado durante largo tiempo, ello supone toda una privación para los oídos de sus muchos seguidores. Y ese silencio puede significar que el regreso será aún más grande, si cabe, y con renovadas energías -o eso cabría esperar para esos acérrimos fans. Afortunadamente, parece que las profecías se cumplieron hace poco más de un año, cuando salió al mercado un disco que ponía fin a varios años de espera -unos siete; demasiados, sin duda. Aquel recital, dedicado a la obra del desconocido laudista David Kellner resultó todo un éxito, y fueron muchos los que celebraron el regreso del que, a todas luces, es uno de los mejores intérpretes de cuerda pulsada que hay actualmente en el panorama internacional, sin nada que envidiar a los grandes popes de estos instrumentos. A la par que nos regocijábamos, temíamos que este regreso hubiese sido un breve regalo y que su ausencia volviese a sobrevolarnos; sin embargo, pasado algo más de un año desde aquel lanzamiento, Glossa presenta este maravilloso disco en el que José Miguel Moreno vuelve a rescatar dos figuras poco conocidas en la composición para laúd.
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