José María Moreno y el pianista Antonio Ortiz interpretan obras de Falla, Turina y Chaikovsky con la Orquesta Filarmónica de Málaga
Firmeza de concepto
Por José Antonio Cantón
Málaga, 17-II-2022. Teatro Cervantes. Orquesta Filarmónica de Málaga (OFM). Solista: Antonio Ortiz (piano). Director: José María Moreno. Obras de Manuel de Falla, Joaquín Turina y Piotr I. Tchaikovsky.
Tres obras de las más características de cada uno de los compositores escogidos han ocupado el octavo concierto de abono de la OFM, atractivo al que se añadía el poder contar con el concertista malagueño Antonio Ortiz, cuya trayectoria artística viene determinada por su amplia formación académica, que le permite actualmente impartirla como catedrático de piano del Conservatorio Superior de Música de Málaga.
Su interpretación de Noches en los jardines de España de Falla hay que entenderla desde un planteamiento de sugestiva evocación dentro del ámbito impresionista que el compositor concreta en el sobre nombre de Impresiones sinfónicas, alejándose así de un estricto sentido concertante que habitualmente se quiere dar a esta obra en la que el carácter sonoro de la guitarra está presente, implementado por el enriquecimiento polifónico que aporta el piano. El maestro José María Moreno asumió esta composición desde el color orquestal que piden sus pentagramas, lo que coincidía con el concepto del pianista, incidiendo directamente en la imaginación del oyente, que podía sentir la controlada energía de una música muy expresiva en sus tres cuadros. El sentido nocturnal que dieron al primero, contrastó con la variada rítmica de la Danza lejana en la que los instrumentos de vientos tuvieron oportunidad de ganar presencia, anticipando el protagonismo total del conjunto orquestal en la viveza con la que fue expuesta la tercera parte, descubriéndose toda la intensidad folclorista que la anima. El sigilo empleado por el solista con afectivas acentuaciones dejaba una gran sensación en el oyente más allá de la expansiva sonoridad de su música.
Como continuación de tal atmósfera, el pianista tuvo la deferencia de ofrecer un bis más que adecuado con tan sugerente impresionismo: la tercera de las Estampes de Claude Debussy titulada Jardins sous la pluie a la que dio un sutil aire de tocata, estilizando el sonido de la caída de la lluvia, versión que fue muy aplaudida tanto por el público como por los profesores de la orquesta.
El concierto se inició con música de Turina: sus tres Danzas fantásticas, op. 22 que, en su conjunto el autor sobre-tituló, poema sinfónico. Utilizada como puesta punto de la orquesta, Exaltación sirvió para admirar la capacidad de marcación rítmica de José María Moreno, siempre estimulante en su envolvente gesto, que adquiría sutil delicadeza en la indicación de la segunda danza, Ensueño, en la que se pudo apreciar el color que está en la OFM en un proceso de enriquecimiento. Finalmente, en Orgía mezcló la distinción de las anteriores con la relevante presencia de la sección percusión que iba a ser determinante en la Cuarta sinfonía en fa menor, op. 36 de Tchaikovsky que ocupaba la última parte del programa.
Esta obra propició la exhibición de todos los recursos que enriquecen la personalidad musical del maestro balear a través de su muy desarrollada técnica expresiva en la que su movimiento corporal contiene todos los elementos de tempo y dinámica perfectamente coordinados para transmitir su profundo conocimiento de esta sinfonía, cimentado en su experiencia académica en San Petersburgo. Así dejó una sensación de alternancia compensatoria de los distintos estados de ánimo que contiene el primer movimiento, en el que terminaba imponiéndose el ritmo de vals con su efecto de serenidad antes de los golpes de intenso empuje de la sección del metal que en conjunto fue afianzándose en su respuesta. En el Andantino quiso concentrar todo el carácter de este tiempo en la canzona permitiendo que se luciera la madera, que siguió con gran atención las precisas indicaciones del director contrapunteadas con flexible circularidad cinética. Las distintas imágenes sonoras que contiene el tercer movimiento quedaban presentadas con una apreciable mejora en la cuerda que se reflejaba en el espectacular pizzicato, muy trabajado desde la escucha interna de los músicos integrantes de esta sección instrumental. Todo el temperamento del director terminó quedando reflejado en plenitud en el encendido allegro final, llevando a la OFM a su máxima efusividad con el estímulo de una esplendorosa percusión que terminó contagiando a todo el conjunto de modo frenético, especialmente a los metales que se mostraban de manera espléndida.
Con esta interpretación, los profesores y su director titular ofrecían una muestra clara de cómo va creciendo para bien un mutuo entendimiento que se concreta en la materialización de resortes y automatismos técnicos que terminan redundando positivamente en la búsqueda de un sonido propio, meta a la que debe tender una formación con la historia y trayectoria de la OFM y que, con el maestro José María Moreno, puede y está en disposición de consolidar. En este sentido, los principios de pensamiento musical reflejados en la firme y a la vez evolucionante armonía de gesto que irradia este maestro se muestran comprendidos y atendidos cada vez más y mejor por la orquesta, como se ha podido experimentar en este concierto.
Foto: Filarmónica de Málaga
Compartir