David Santana entrevista en Codalario al joven compositor español José Luis Valdivia
José Luis Valdivia Arias: «Componer es una aventura de humildad, indecisa y abierta, nunca es un fin, siempre un comienzo»
Una entrevista de David Santana | @DSantanaHL / Fotos: Vanessa Menéndez
Uno de los momentos que más disfruto como crítico musical es la oportunidad que me brinda poder valorar el Premio Jóvenes Compositores que otorga la Fundación SGAE junto con el Centro Nacional de Difusión Musical. Podríamos describir este certamen como un anacronismo. Vivimos en una época en la que parece que todo lo que se tenía que decir sobre el arte ya ha sido dicho y ha quedado escrito en piedra. Paseamos entre gigantes, estáticos e inmóviles cuya obra, incontestable, suena sin cesar en los auditorios. Y nosotros, pobres mortales, en ese deseo por alcanzar la belleza suprema de esos marmóreos titanes, ralentizamos nuestros movimientos, copiamos e imitamos a los colosos, olvidando que algún día también ellos fueron de carne y hueso.El concierto final del Premio Jóvenes Compositores es muy diferente en este aspecto. Los maestros, normalmente camuflados entre el público son uno más. Seres de carne y hueso a los que puedes mirar a la cara y decirles: “no me ha gustado tu obra” o tratar de convencerles de que no se puede ganar a Jesús Rueda en componer como Jesús Rueda.
En los años que he tenido la oportunidad de asistir a este concierto, en todas las ocasiones, me he planteado si no estaré asistiendo a la génesis de un futuro genio, si no serán los compases que estoy escuchando los primeros del tan ansiado «Mesías» que ha de redimir al mundo de la música. Fue el mismo pensamiento que tuve cuando escuché Arya. «¡Esto es nuevo!» pensé. «Pero… me recuerda a algo, ¿a qué?». No era la primera vez que escuchábamos al compositor granadino José Luis Valdivia en el Auditorio 400 del Museo Reina Sofía, hace dos años, en 2020, tuvo la oportunidad de estrenar su obra Boyish de la mano del prestigioso ensemble United Instruments of Lucilin dentro del ciclo Series 20/21 del CNDM.
Pero Arya, era diferente «Arya es lo que Boyish debió ser, pero no fue», comienza a contarnos José Luis para abrirnos una puerta a la mente y el proceso creativo del compositor.
Muchas cosas han cambiado enormemente entre las dos obras. Boyish es una pieza cuyo corazón no se ha visto acompañado de la técnica necesaria para poder expresarlo. Pienso que Boyish resultó ser algo kitsch y tiene cierta rigidez en su expresión. Sentía que tenia aspectos que aprender que aún no sabía, así que me propuse construir algo sobre las ruinas de Boyish, la cual usé como cimientos. Esto dio como resultado Arya.
In Effigie (2022) y Aisha (2020) son algunas de las piezas que ha estrenado recientemente.
Escribiendo mi obra In Effigie encontré un vínculo con la canción Bury a Friend de Billie Eilish por accidente. Y durante el proceso de escritura de Aisha, comprendí que la única manera de cerrar la obra era citando el villancico Los campanilleros. Cuando escribo la primera página, no sé a dónde voy. Muchas cosas pasan por casualidad. Así que organizo el azar. Reacciono deprisa, sin preparación. Solo quiero hacer las cosas que me excitan. Cosas que me emocionen.
Nos sorprende la respuesta de Valdivia, y no podemos sino proseguir en el intento de satisfacer nuestro interés preguntándole por cómo definiría su propio estilo musical.
Es extremadamente pasional, intenso, ocupado, rítmico, rápido. Dibuja conexiones con otros tiempos e ideas musicales sin perder su propia voz.
¿Su propia voz? ¿Quiere decir que ha logrado el ideal de la música pura, sin influencias ajenas?
Claro que no. ¿Cómo no voy a estar influido por otro? Tomo de otro lo que puedo si me hace falta. Todos los compositores hablan de otro compositor y a veces «roban» cosas de otro. Pero luego es necesario intentar ir más allá.
«El ocio de la sociedad de consumo que vivimos, nada tiene que ver con el ocio del que habla Aristóteles en su Ética a Nicómaco»
Entonces, ¿cuál diría que es su mayor influencia hasta la fecha? O, mejor dicho, ¿cuál es el compositor que más le ha impactado?
Nunca olvidaré el efecto que tuvo en mí descubrir la música de Thomas Adès. Sonaba tan fresco, era simplemente increíble. Adès había articulado un camino que me ha ayudado mucho, su música me dio confianza como persona. En mi estilo han influido autores como Adès, Norman, Coll o Abrahamsen. Pero también la música de cine y videojuegos, como la de Motoi Sakuraba o Ludwig Goransson, han formado en mí una biblioteca ecléctica, absurda y desordenada. Lo absorbo todo. Ya sea de manera consciente o inconsciente mi música es heredera de muchos estilos. Es inevitable. Nada viene de la nada. Como diría Slavoj Zizek: hay que ser radicalmente no original para crear. Pero cuanto más se trabaja sobre algo, más se presenta como un ser original e independiente.
Lejos de satisfacer nuestra curiosidad, esta no hacía sino aumentar. «Ecléctica, absurda y desordenada», pero… ¿qué clase de música escucha?
Además de música clásica, música de videojuegos y marchas de Semana Santa principalmente.
Creo que comienzo a comprender lo de ecléctico, pero… ¿cómo puede usted trabajar con todo eso para que, como dice, se acabe presentando «como un ser original e independiente»?
Son disparadores maravillosos que transforman totalmente mi visión. Son una fuente, y más todavía un detonador de ideas. Un artista no debe ni censurarse ni tener vergüenza jamás. Compongo sólo por instinto. Nunca sé cómo hacer una obra. La idea me viene por casualidad. En el momento no sabes muy bien cómo llega un vínculo absurdo entre el videojuego Dark Souls y una marcha dedicada a la Macarena. Lo importante es que llega. Después siempre puede divertirse uno buscando explicaciones.
Ahora que ya vamos teniendo más confianza, creo que por fin puedo preguntarle, sin temor a represalias, si se considera usted un outsider o, cómo diríamos en español, un fuera de serie.
Si te posicionas en una cara de la moneda me dirás que soy un conservador, si te pones en la otra cara dirás que soy un outsider. ¡Pero lo divertido es estar de canto! Y estar en la brecha.
Pero su estilo compositivo es, sin duda, por lo que hemos visto hasta ahora, único.
Solo trato de avanzar por la senda siendo yo mismo, con un trabajo constante y exigente. No me aparto de ella, de modo que no me planteo mi situación ni pido o espero nada. Componer es una aventura de humildad, indecisa y abierta, nunca es un fin, siempre un comienzo. Es un viaje austero y frugal donde no interesa la comodidad, sino la aventura del viaje en sí.
Y de viajes, desde luego, sabe usted, ya que realizó la mayoría de sus estudios de composición en el extranjero.
Comencé a estudiar piano y solfeo a los 16 años y a los 19 empecé a componer con la única intención de seguir con libertad los impulsos de mi fantasía. A los 23 años entré en Codarts Uniersity of Arts de Rotterdam y a los 26 comencé a estudiar en el Royal College of Music de Londres.
¿Qué visión del mundo compositivo español nos puede ofrecer desde Rotterdam y Londres?
Me da la sensación, al oír música contemporánea en España, que países como Alemania, Austria o Francia han ahogado a los compositores de España, y los han conducido a lo convencional, al purismo y, en cierto modo, a una normalización de la estética. Y todo el mundo ha terminado haciendo las mismas cosas. Actualmente siento que hay demasiado academicismo en España, aunque nadie sabe qué pasará con el futuro.
«Actualmente siento que hay demasiado academicismo en España, aunque nadie sabe qué pasará con el futuro»
¿Y por qué eso es negativo?
Las obras de música creadas endogámicamente para solo ser consumidas dentro de la «Academia» ni a los «académicos» les interesan.
¿Qué opina del avant-garde?
El avant-garde, se refiere a las obras experimentales o innovadoras que Varese, Stravinsky, Schoenberg, Webern, Berg entre otros, crearon mediante la ausencia de reglas previas. Cuando escuchas obras geniales como La consagración de la Primavera o las Tres piezas para orquesta de Berg, te preguntas como no se le había ocurrido esto a alguien antes. Lo genial es aquello que una vez a ocurrido es ya necesario e inevitable. Si tú le preguntas a una persona de la época de Ford, que medio de transporte quiere, te responderían que un caballo más rápido, pero Ford tuvo visión y les trajo el coche. Algo así sucedió con estos autores geniales, crearon en continuo flujo, como una fuente caudalosa de obras extraordinarias. Pero si sus aguas no fluyen en movimiento continuo, acaban por corromperse en una charca fangosa de conformidad y tradición, que es lo que acabó pasando en las generaciones venideras.
¿Y Darmstadt?
Conozco y admiro la música de Boulez, Stockhausen o Xenakis, pero no me gusta mucho. Darmstadt ha podido ser una ayuda cuando trata de buscar soluciones sobre notación, pero yo no me encuentro a mí mismo en su música.
En contraposición con los ideales de Darmstadt, ¿juega en su música el público un papel relevante?
Comparto la convicción de Javier Gomá al decir que cuando alguien asiste a un concierto te está entregando lo más sagrado que tiene, su tiempo y su atención. Usamos la expresión «prestar atención». La atención no se paga, la atención no se regala, la atención se presta y como todo préstamo, ha de ser devuelto con intereses. Y éstos pasan por suscitar emociones en el alma del que escucha, evitar que el oyente quede indiferente.
¿Calificaría a su música como ocio o como arte?
La palabra ocio es muy compleja y ha tenido un significado diferente a lo largo de la humanidad. El ocio de la sociedad de consumo que vivimos, nada tiene que ver con el ocio del que habla Aristóteles en su Ética a Nicómaco.
El ocio, se malentiende hoy en día con «entretenimiento» igual que la palabra felicidad con euforia. El arte es más un juego, donde el espectador imagina y da rienda suelta a sus fantasías. Carga a la obra de sus propios simbolismos, los de su vida, los de sus sueños. En cambio, el ocio de consumo, como Netflix, generan tanto estimulo que nos fragmenta y desestabiliza, mientras que el arte y la cultura estabiliza. Dice Álvaro Tato que la cultura viene de cultivar, de la tierra. Escuchando a Beethoven tienes una sensación de conexión con el genero humano, esa «tierra».
El arte te conecta con tu «yo» más profundo y estable, hay menos picos de euforia y menos valles y te permite descansar. El «ocio» no te permite descansar, está hecho para otra cosa que no es la reflexión, el tiempo de calidad.
Finalmente, ¿le veremos próximamente por España?
De hecho, me encuentro en Madrid en este momento por un tiempo, aunque mi intención es volver a Londres en abril para estudiar con George Benjamin, quien me invitó a estudiar junto a él. En un futuro, si me gustaría instalarme definitivamente en España.
¿Qué expectativas tiene para ese futuro?
Un artista tiene que crear sin esperar nada a cambio y sin anhelar que las cosas fueran de otra manera. El único modo de saber si estás en el camino correcto es sentirte excitado con lo que haces. Y es preciso que tu mirada única al mundo te absorba por completo y te roa por dentro, de lo contrario caes en lo decorativo.
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