El pianista y compositor español Jorge Tabarés critica la actual situación de los estudios de composición en algunos de los principales centros educativos del presente, así como la falta de exigencia en los concursos. «En esta última década, en EEUU las principales universidades americanas han ido abandonando horas de contrapunto, horas de armonía, solfeo y de análisis, y las han ido sustituyendo por horas de márketing, horas del músico emprendedor, o cómo moverse en el mercado del siglo XXI. Y no se aprende nada. Una cosa desastrosa», explica el compositor.
La presentación del Tratado de Filosofía de la Música de Vicente Chuliá el pasado día 3 de noviembre ha dejado importantes reflexiones por parte de algunos de los intervinientes. Es el caso de Jorge Tabarés, uno de los más prometedores compositores españoles del presente, que ha mostrado su asombro por la falta de exigencia a la hora de enseñar composición en algunas de las más conocidas entidades musicales del mundo.
«Los grandes compositores del siglo XX, Rajmáninov, Tchaikovsky o Shostakóvich tenían que hacer fugas y ejercicios de contrapunto muy severo. Como requisito para terminar la carrera tenían que hacer un concierto para piano y orquesta. Yo me he formado en América y, hoy en día, efectivamente te piden presentar una obra de orquesta, pero no especifican la duración. Puede ser de dos minutos. Un concierto para piano y orquesta son treinta minutos. Compárese los treinta minutos de entonces con los dos minutos de hoy en día», explica el compositor. «Hoy, como mucho, a lo mejor haces una fuga en tu carrera, si es que el centro te lo exige. Lo que vemos en concursos y a nivel académico es que ya no se exige el dominio sobre las técnicas. Hay un progresivo abandono de técnicas muy antiguas y complejas. Y esto en todos los estratos del campo de la Música», afirma. «Yo he estado viviendo casi una década en EEUU. Me he formado allí. En esta última década, en EEUU las principales universidades americanas han ido abandonando, en el curriculum, horas de contrapunto, horas de armonía, solfeo y de análisis, y las han ido sustituyendo por horas de márketing, horas del músico emprendedor, o cómo moverse en el mercado del siglo XXI. Y no se aprende nada. Una cosa desastrosa. Y esto en los principales centros, que marcan la pauta de todos los demás, que les imitan en sus planes académicos», añade.
«Esta tendencia también se puede ver en una cosa que también asombra mucho como son los concursos internacionales, en como se estructuraban los concursos antes de 1950 y en la posmodenidad. Por el Premio de Roma han pasado algunos de los mejores compositores del siglo XIX y principios del XX. Duró unos 150 años, más o menos hasta 1968. En el Premio de Roma, en las pruebas inciiales tenías que hacer fugas, cánones y ejercicios de contrapunto severo, y en el ejercicio final una escena operística. ¿Cuál es la diferencia con los concursos de hoy? Antes los concursos estaban estructurados para demostrar tu dominio sobre las técnicas. Hoy en día sólo te piden que les mandes tu obra. El cambio de paradigma es total. Lo que vemos en todos los estratos del campo de la música es que ya no se pide el dominio de las técnicas», explica Tabarés. «Hoy día, cualquiera puede ser compositor. No hace falta demostrar el dominio de ninguna técnica para considerarte compositor. Un Tratado como el de Vicente Chuliá arremete totalmente en el actual panorama de la música clásica actual. Es un libro de guerra», afirma el compositor.
Foto: Fernando Frade / CODALARIO
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