Crítica del concierto ofrecido por Jordi Savall y Les Concert des Nations en Murcia
Elogio de la tempestad hecha música
Por José Antonio Cantón
Murcia, 8-V-2023. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Le Concert des Nations. Concertino: Manfredo Kraemer (violín). Director: JORDI SAVALL. Obras de Marin Marais, Jean-Féry Rebel, George Philipp Telemann y Jean Philippe Rameau.
Uno de los más importantes conciertos del Ciclo Sinfónico programados para la presente temporada en el Auditorio de Murcia ha sido el que ha protagonizado ese referente de la interpretación de música antigua y particularmente barroca cual es el violagambista, musicólogo y director Jordi Savall, una de las grandes figuras de la música que ha dado España en el siglo XX en el que convergen todos los fenómenos que se dan e integran este singular arte. En esta ocasión, ha dejado muestra de su inagotable creatividad con un programa titulado Homenaje a la Tierra, en el que ha querido ofrecer hasta qué punto la intención descriptiva que tenían algunos compositores barrocos sobrepasaba la imaginación de los oyentes del siglo XVIII en Europa, sorprendiendo en la actualidad una vez superado el periodo de la música de programa que culminó de algún modo el romanticismo.
El inicio del concierto fue impactante con una representación simbólica de Le Chaos, pieza que abre el ballet Les Elements (Tempestades, tormentas y fiestas marinas) que compuso con gran éxito el francés Jean-Féry Rebel en 1737. Esta obra sirvió para dejar patente una vez más la extraordinaria calidad del conjunto instrumental Le Concert des Nations que no ha parado de crecer desde hace más de tres décadas. Verdaderamente brillante fue su interpretación de los cinco números finales entre los que destacaron dos tambourins que permitieron una vez más admirar el arte del eminente sajeño Pedro Estevan, percusionista de absoluta confianza de Jordi Savall desde hace más de treinta años.
Siguieron una serie de piezas instrumentales de la tragedia lírica Alcione escrita por Marin Marais en 1706 en las que se puso de manifiesto la alta capacidad de Savall de contrastar la ornamentación articulada que requieren estas páginas, destacando de nuevo aquella que recoge la Tempête, dirigida desde una lectura muy vital a la vez que precisa, para lo que contó con la muy estimable colaboración de Manfredo Kraemer, auténtico estimulador interno de la orquesta en esa función de ser transmisor como cooperador necesario del pulso del maestro Savall.
Sin producirse descanso alguno, la velada tuvo su continuación con la suite Wassermusik TWV 55:C3 de Georg Philipp Telemann también conocida como Hamburger Ebb'und Fluth con la que se propiciaba todo un elogio al sonido de la flauta, dos de pico y dos traveseras, que dejaban, por la pulcritud de sonido y sensibilidad de ejecución, una sensación estimulante en la percepción del oyente que quedaba absorto ante la tejida filigrana de su efecto conjunto de modo muy especial en su famosa giga, que justifica el sobrenombre de esta preciosa creación del considerado uno de los más prolíficos compositores de la historia.
El concierto concluyó con una serie de Orages et tonnerres (tormentas y truenos) entresacados de distinta obras de Jean-Philippe Rameu que, por su alto grado descriptivo cerraba el sentido cíclico que ha querido dar Savall al programa lo que reforzaba su carácter simbólico de reflejar la tierra amenazada por los elementos como distinción de lo que ocurre en este siglo XXI, en el que la amenaza se ha convertido en irreversible agresión. Un distendido bis que se materializó con una gozosa interpretación de la contradanza que cierra la tragedia musical Les Boréades, también de Rameau, en la que Jordi Savall pidió la participación del público a través de golpes de palmas, culminó una velada que quedará en el recuerdo de los aficionados por su acertado elogio de meteoros climáticos convertidos en música.
Foto: Audiorio de Murcia
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