Dicen los taurinos que no hay quinto malo, y así ha debido pensar La Filarmónica al diseñar el programa del que supone el tercer concierto de su temporada 2012/2013, esta vez junto a la Orquesta Sinfónica de Bamberg, con Jonathan Nott al frente. En el programa, el Concierto para piano nº 5 "Emperador" de Ludwig van Beethoven en la primera parte y la Quinta Sinfonía de Gustav Mahler en la segunda.
La Sinfónica de Bamberg arropó a un algo desapegado Alexei Volodin con una viva y cálidad lectura del concierto de Beethoven, gracias sobre todo a unas maderas que destacaron por su colorido y brillantez. No es que el joven intérprete ruso naufragase en su interpretación del "Emperador", aunque sí que careció de una identidad propia. Podría haberse decantado por una visión sustentada en las ya clásicas interpretaciones de pianistas como Richter o Kempff, por poner dos ejemplos de referencia, o en el otro lado de la balanza, decidirse por un análisis más dúctil y flexible, cuya factibilidad se han encargado de demostrar magistrales manos como las de Arrau o Uchida, pero no terminó por resultar ni lo uno ni lo otro. Así, la de Volodín fue una lectura efectiva y atenta, de trinos trabajados que sonaban algo descabalgados del resto, y apoyada en ocasiones en algunas notas falsas; pecó pues, como apuntaba, de impersonal, de anodina rutina, efecto tal vez resaltado ante tal portento de orquesta, que terminó (y empezó) robando protagonismo al pianista.
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