Joel David Chávez Cabeza (La Gomera, 1989) es uno de los numerosos músicos españoles que están fuera de España. La formación de este tenor y trompetista canario, que desde hace dos años reside en la ciudad alemana de Berlín, le ha llevado a formar parte de la Berlines Chor Akademie y a estudiar trompeta en el conservatorio Hanns Eisler. CODALARIO ha hablado con él sobre su experiencia formativa en Alemania.
- ¿Por qué decidió dedicarse a la música?
- Provengo de una familia de músicos, así que la música formó parte de mi vida desde el primer momento, ya en el vientre de mi madre. Empecé a estudiar en San Sebastián de La Gomera cuando tenía seis años. Me acuerdo de que lo primero fue la teoría y el canto con el coro de niños. Con la trompeta empecé más tarde. Mi primer instrumento fue el fliscorno, que toqué en la banda infantil de la escuela de música. Me entusiasmó desde el primer momento. En la banda me preguntaron, cuando ya tenía 9 o 10 años, si querría ir en el futuro al conservatorio. Ahí pasé a la trompeta. Era un camino casi inevitable.
- Sus primeros años de formación transcurren entre La Gomera y Tenerife. ¿Qué destacaría de sus años allí?
- Lo primero mis padres. Ellos no me enseñaron solfeo exactamente, sino la constancia y la disciplina con su propio ejemplo. Más tarde, mis profesores de la escuela me animaron a seguir estudiando en el conservatorio, en la isla grande [Tenerife]. Hay dos figuras clave que me gustaría nombrar: Guillermo Valverde, que era el director de la banda, y Dante Andreo, que me introdujo en el mundo vocal. Ir a Tenerife era un sueño, y con el paso de los años ese sueño fue acercándose. Recuerdo con mucho cariño aquellos años, especialmente a mi profesor de trompeta, Jonay Martín y la formación en tema orquestal, algo que fue posible gracias al contacto con los profesionales de la Orquesta de Santa Cruz de Tenerife.
- ¿Por qué decidió compaginar sus estudios de trompeta con el canto?
- Realmente, empecé primero a cantar que a tocar. La voz es nuestro instrumento fundamental, aunque luego la trompeta se haya convertido en una prolongación de mi cuerpo. La formación de la entonación, tanto a capella como a varias voces, fue muy importante ya desde mi infancia, de tal forma que ahora necesito seguir formándome en el canto (tanto a nivel coral como individual) para sentirme musicalmente realizado, aunque creo que tengo una voz pequeña.
- ¿Por qué se decidió a marcharse al extranjero?
- He tomado decisiones en mi vida que no sé explicar porqué las he tomado pero que, sin embargo, sé que son las correctas. Eso me pasó con Berlín. Ya desde mi último curso del conservatorio quería marcharme, aunque mi idea era irme a Madrid, Barcelona o al País Vasco. Hubo algo que me hizo pensar en la posibilidad de venir a Alemania: la oportunidad de participar en el proyecto de colaboración del CPMC con la Internacional Youth Orchestra de Bremen. Ahí me enamoré de Alemania.
- ¿Por qué Berlín?
- Fue, en gran medida, por uno de mis profesores de trompeta, Joachim Spieth. Siguiendo su consejo, entré en contacto con William Forman, mi actual profesor en la escuela Hanns Eisler. Con él tomé una clase en la que me dio el visto bueno para intentar entrar en la prueba de acceso: eso me motivó mucho a estudiar y definitivamente marcharme al extranjero.
- ¿Cómo fue su experiencia con un idioma como el alemán?
- Mi primer contacto con el alemán fue con el coro. Yo no entendía lo que cantábamos, pero sí me sentía muy a gusto con el idioma, que siempre me ha parecido muy musical. Ésa era una de mis motivaciones para empezar a estudiar alemán, algo que hice de forma autodidacta hasta 2009, cuando empecé en la escuela de idiomas. Para el vocabulario técnico me ayudó mucho Joachim Spieth. Es una lengua difícil, pero ahora ya me encuentro totalmente sumergido en ella, en cierta forma, gracias a haber tenido que sacrificar hablar en español durante un tiempo.
- ¿Qué es lo que destacaría de la escuela Hans Eisler?
- Lo que me encanta es la diversidad que hay. No sólo por las diferentes nacionalidades, sino por lo que ello implica de entrar en contacto con diferentes formas de ver y hacer música, así como la experiencia y motivaciones de cada uno para venir a estudiar a Berlín. Estudiar aquí es un lujo por muchos motivos. Por la ciudad, porque su vida cultural no tiene parangón y por la propia escuela, por la plantilla de profesores, el nivel de la formación... Tengo que reconocer que aún no sé por qué me admitieron, pero es una suerte. Noto muchísimo mi desarrollo. El agradecimiento que siento hacia mis profesores es muy difícil de expresar con palabras.
- ¿Se plantea volver a España? ¿Cómo ve su futuro musical?
- No lo sé aún. Yo quiero quedarme aquí. Me siento muy identificado con la mentalidad alemana. Me encanta España y creo que hay grandes profesionales allí, pero quiero vivir en carne propia la experiencia del extranjero. Depende de cómo se vayan desarrollando las cosas en cuanto a las posibilidades laborales. Yo me siento plenamente abierto en el aspecto profesional, y eso es algo que me ha dado Alemania. Estoy tratando de buscar un abanico amplio de ámbitos que converjan en conseguir ser un músico completo.
- ¿Cómo se vive desde el extranjero los numerosos recortes presupuestarios que se están llevando a cabo desde hace unos años en materia de cultura en nuestro país?
- Fatal. Se sufre mucho, y más aún viendo la cantidad de posibilidades que hay a nivel cultural, su precio, lo extremadamente cualificadas que son las clases, etc. Aquí también nos quejamos, claro, pero es distinto. Ver que en el propio país se está recortando en materia de cultura de esa forma da mucha rabia y genera impotencia. Me gustaría poder contribuir a que la música tenga un papel más importante en la sociedad. Entiendo que se tengan que ajustar los presupuestos, pero no en materia de cultura: ¡nos estamos jugando el futuro!
- Su participación en la Berliner Bach Akademie y con varias orquestas, entre ellas las de estudiantes de la escuela Hans Eisler, le han permitido conocer a grandes músicos. ¿Qué experiencia recuerda especialmente y por qué?
- Aún me queda mucho por conocer. Sólo llevo aquí dos años. Es un lujo conocer a tantos jóvenes que están en la avanzadilla y que tienen mucho talento. Me siento verdaderamente afortunado.
- Hace unos días ha podido participar en la interpretación del Elías de Mendelsohn ¿Qué le parece la propuesta de participación de los coros Berliner Bach Akademie, Carl-Philipp-Emanuel Bach Chor Hamburg y el Berliner Knabenchor y la dirección de Heribert Breuer? ¿Qué dificultades interpretativas tiene la obra?
- Es la primera vez que la interpreto y para mí ha sido un descubrimiento. Aunque es una obra conocida y muy programada, conocerla por dentro me ha descubierto la presencia de Bach en la música de Mendelssohn. Aunque éste no es uno de mis músicos habituales, sí lo es Bach, y eso me ha permitido explorar aún más sus posibilidades desde un lenguaje nuevo. Precisamente me parece que eso es lo más difícil. Hay mucho trabajo contrapuntístico que dificulta mucho la interpretación. Sin embargo, del maestro Breuer sólo puedo decir que tiene todo mi respeto y admiración. Es un músico formadísimo, con muchísimas ideas muy interesantes y con una experiencia tanto pedagógica como interpretativa muy dilatada. Dirige de una forma muy precisa y muy rica. Sabe cómo explotar todos los matices dramáticos. Para mí es un modelo a seguir.
- ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
- Aparte de la colaboración con la orquesta del conservatorio Hanns Eisler y la Bach Akademie, quiero seguir formándome vocalmente y tratar de entrar en alguna Academia de orquesta, algo que actualmente es muy difícil porque hay mucha concurrencia y competitividad. Siento que tengo que dar todo de mí, algo que me supone un trabajo personal muy importante. Quiero trascender la técnica y ver qué es lo que tengo que contar yo, buscar nuevas respuestas y formular nuevas preguntas.
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