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Crítica: Joaquín Clerch y Ricardo Gallén en el Festival de la Guitarra de Córdoba

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Autor: José Antonio Cantón
11 de julio de 2022

Joaquín Clerch y Ricardo Gallén con la Orquesta de Córdoba bajo la dirección de Carlos Domínguez-Nieto en el Festival de la Guitarra de Córdoba

Festival de la Guitarra de Córdoba

Grandes maestros de la guitarra 

Por José Antonio Cantón
Córdoba, 6-VII-2022.  Patio de los Naranjos de la Mezquita-Catedral. XLI Festival de la Guitarra de Córdoba. Solistas: Joaquín Clerch y Ricardo Gallén (guitarra). Orquesta de Córdoba. Director: Carlos Domínguez-Nieto. Obras de Mario Castelnuovo-Tedesco, Manuel Ponce y Joaquín Rodrigo.

   De verdadero acontecimiento hay que calificar el concierto programado en el Festival de la Guitarra de Córdoba en el que han actuado dos de los maestros más importantes en el panorama internacional como son Joaquín ClerchRicardo Gallén, ambos insignes didactas de perfeccionamiento en grado superior en las ciudades alemanas de Düsseldorf y Weimar, respectivamente. Lo hacían por separado y conjuntamente en un repertorio de máxima significación en la música concertante para guitarra; el Concierto n°1 en re mayor, op. 99  del italiano Castelnuovo-Tedesco, que interpretó le guitarrista linarense, el Concierto del Sur del mejicano Ponce, que tocó el maestro cubano y el Concierto Madrigal para dos guitarras que compuso Rodrigo en 1966.

   El director Carlos Domínguez-Nieto concertó con ambos desde un plano equilibrado en igualdad de intervención, buscando el valor de estas obras que, son modelos de composición al crearse con ellos un arquetipo de forma que ha servido de ejemplo, y que en el caso de Catelnuovo-Tedesco, este valor se veía incrementado por la excelencia del tañer de Ricardo Gallén, que se percibe con un grado de perfección que supera la diferente mecánica de la manos convertidas en herramientas escrutadoras de armonía, la izquierda, y sonido pulsado, la derecha, mágica dicotomía en este intérprete en el que la musicalidad está por encima de cualquier otro valor o consideración. De tal modo, se adecuó a la forma sonata, como muestra claramente de sus influencias neoclásicas, realzando su sonoridad pentatónica que favorecía cierta expresividad impresionista con ciertos matices de folclore español. En el segundo movimiento, Andantino-Alla romanza, salió la vena lírica del intérprete, tocándolo con suave carácter cantabile de redondez sonora, que generaba en el oyente un estado tranquilo predispuesto a contemplación, de modo especial en la cadencia. El Ritmico e Cavalleresco tercer tiempo lo expuso en sus dos temas a compás ternario con una limpieza extraordinaria, volviendo a tener su momento culminante de lucimiento en la coda previa a su conclusión

Festival de la Guitarra de Córdoba

   Por su parte, Joaquín Clerch jugó con los desarrollos y re-exposiciones en el concierto de Ponce, manifestando una especie de orientación a novar en cada repetición lo que daba una sensación constante de diversidad a su discurso, hecho que se veía reforzado por el color de su sonido, como se concretó en la cadencia, todo un ejemplo de reinvención. El Andante lo transmitió tensionando su diálogo con la cuerda, muy cuidada por el director, lo que favorecía el disfrute de ese aire español que encierra este movimiento. La alegría si hizo presente en el allegro final por la manera trabajar los diálogos con cada instrumentista de la sección de madera así como con el concertino, mostrando en todo momento un grado de autoridad muy destacado, parejo a la desarrollada por el director con el que mantuvo un muy coordinado entente musical.

   La actuación de ambos conjuntamente en el Concierto Madrigal de Joaquín Rodrigo se puede calificar como una ocasión realmente singular por la musicalidad de solistas y director, que permitía se escucharan todos sus episodios, que dan a la obra un carácter de suite, con una pureza estilística digna de admiración desde la entrada marcial  simultánea de ambas guitarras en la Fanfarria de apertura. Le siguió una serena exposición del Madrigal acompañando a la flauta, para dar una primera muestra de vigor en el tercer episodio que expresaron con un manifiesto sentido de danza expresado a dúo lo que acentuaba sus efectos bailables. Clerch y Gallén conversaron a modo antifonal con los instrumentos de viento-madera en el villancico Pastorcico, tú que vienes, pastorcico, tú que vas que ocupa el cuarto lugar de la serie, para entrar con gran velocidad en la Girardilla, episodio de difícil conjunción donde los haya, que no llegó a resentirse gracias al incontenible impulso de Gallén en señalar y fijar con contundencia la pirueta constante en la que se convierte su rápido ritmo. 

   Expusieron con brillantez la Pastoral antes del momento más esperado de la obra, su Fandango, que realizaron con gracia y mesurado sentido popular. Repitieron de modo nostálgico el madrigal que aparecía de nuevo en la Arietta para contrastar su toque en el Zapateado, que llevó a los guitarrista al límite de sus capacidades técnicas, menos exigidas en el número final, Caccia a la española al que imprimieron menor frenesí y sí esa viveza de reafirmación temática que requería la última aparición del tema del madrigal.

   La maestría que desarrollaron ambos intérpretes, el entendimiento y ejercicio de control que el director mantuvo a lo largo de tan singular programa y el marco monumental del Patio de los Naranjos de la Mezquita dejaron la impronta en el público de una de las veladas que quedarán entre los mejores recuerdos de la historia del Festival.

Fotos: Paco Casado / Festival de la Guitarra de Córdoba

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