Ha muerto Jessye Norman. La legendaria soprano estadounidense falleció ayer lunes 30 de septiembre de 2019 a los 74 años de edad en un hospital de Nueva York debido a un «shock séptico y a un fallo multiorgánico, resultado de complicaciones de una lesión de la médula espinal sufrida en 2015», según un comunicado emitido por su familia que reproducen medios como El Mundo.
Jessye Norman ha sido, en palabras de Aldo Ceccato, una de las más talentosas sopranos del siglo XX, una de las pocas cantantes que, con frecuencia conocía la partitura tanto o más que los propios músicos, relata Ceccato en su biografía. La soprano estadounidense poseía una voz única, de gran personalidad, y un enorme talento interpretativo. «Ha muerto una diosa del canto, poseedora de una voz privilegiada, única, singular, de centro aterciopelado, denso, de una amplitud oceánica y el grave, sonoro y bien apoyado. Además de la ópera, el lied, el repertorio concertísitico y sinfónico vocal, la Norman también ha sido una gran intérprete en el género del espiritual negro», explica el crítico de Codalario Raúl Chamorro Mena.
Norman nació en el seno de una familia de músicos aficionados. En 1967 se gradúa en la Universidad Howard y, un año después, en Míchigan. En 1969 se hace con el primer premio en el Concurso Musical Internacional ARD en Múnich. Su debut se produce en 1969 como omo Elisabeth en Tannhäuser de Richard Wagner en la Ópera Estatal de Berlín, y en los años siguientes actuó con varias compañías de ópera, alemanas e italianas donde cantó Aida, La Africana de Giacomo Meyerbeer y óperas de Mozart y Haydn. A lo largo de su trayectoria trabajó al lado de los más importantes artistas del siglo. Norman nunca cantó Tristán e Isolda al completo, pero su versión de Liebestod ya ha pasado a la historia de la música.
En 1973 debuta en el Lincoln Center y, en 1983, hace lo propio en el MET, con Les Troyens de Berlioz en una producción que marcó la temporada del 100.º aniversario de la compañía. En la década siguiente se sucedieron importantes papeles a su repertorio como Sieglinde en La valquiria, Ariadne auf Naxos, Madame Lidoine en Diálogos de carmelitas de Poulenc, la Judith de Barba Azul de Bartok, Erwartung de Schönberg. Destacó en el repertorio de Berlioz, Wagner y lieder de Strauss, siendo especialmente recordadas sus versiones de los Wesendonck Lieder y las Cuatro últimas canciones.
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