Por Raúl Chamorro Mena
Italia. Pésaro. 19-VIII-2019. 16:00 horas. Rossini Opera Festival. Teatro Rossini. Concierto Lírico-Sinfónico. Jessica Pratt (soprano), Cecilia Molinari (mezzosoprano). Obras de Gioachino Rossini. Orquesta Sinfónica Gioachino Rossini. Director: Carlo Tenan.
La doble cita musical que me aguardaba este 19 de agosto en el Festival Rossini de Pésaro me permitió disfrutar, sin embargo, de alguna de las demás atracciones de la ciudad, como la playa y la gastronomía, que, lógicamente, junto a los fabulosos helados, la pasta, pizza y panini, se enriquece en este caso con productos del mar como mejillones, almejas, calamares y variedad de pescados.
A las 16 horas el Teatro Rossini engalanado con el magnífico sipario (telón) obra del pintor milanés Angelo Monticello, auténtica joya de este bonito teatro, ofrecía un concierto a cargo de Jessica Pratt y Cecilia Molinari, pareja protagonista el día anterior de la representación de la ópera Demetrio e Polibio. La paulatina desaparición de los castrati fue un problema para Rossini (sólo pudo usar dos en toda su producción) pues consideraba modélica su vocalidad para la expresión idealizada que buscaba siguiendo los postulados del Barroco, en que se estimaba que sólo las voces femeninas o los castrati (masculinos de aspecto, pero con voz femenina) eran apropiadas para la expresión amorosa más estilizada. La voz de contralto músico cubrió ese hueco en gran parte de la obra seria rossiniana, en la que ese timbre ambiguo (centro y grave «masculinos» y agudos de soprano) y oscuro se contraponía al claro y agudo de la soprano conformando la pareja amorosa de la ópera. Ejemplo paradigmático de todo ello lo encontramos en Tancredi (Venecia, 1813) y la pareja formada por Amenaide y el protagonista. Dos piezas de esta magnífica ópera abrieron y cerraron la parte vocal del evento. En primer lugar, el recitativo «Oh patria» y la cavatina de Tancredi «Tu che accendi... Di tanti palpiti».
Cecilia Molinari, que sustituyó a la inicialmente prevista Varduhi Abrahamian (centrada, sin duda, en el exigente papel de Arsace que está cantando en esta edición del ROF), cuenta con un centro atractivo, mórbido y de cierta calidez, pero demasiado claro lo que junto a la falta de registro de pecho impide que pueda calificarse como contralto genuina. En un teatro como el Rossini su sonido corre bien, pero me quedan dudas respecto a recintos más grandes. Eso sí, estamos ante una cantante indudablemente sensible, que destaca por la gran naturalidad de su línea canora, que Molinari escancia con una articulación y dicción nitidísimas. La agilidad es buena, pero a la falta de entidad en el grave para Tancredi se une un fraseo avaro en matices y, sobre todo, ayuno de autoridad en los acentos. Más en su salsa se encontró Molinari en el aria de la lección de música del Barbero, aunque en este caso se echó en falta algo de picardía. Por su parte, Jessica Pratt continuó la exhibición de coloratura aérea, de canto acrobático, que había realizado el día ía anterior en el papel de Lisinga.
Las piezas elegidas fueron el rondó final de Matilde di Shabran (una de las obras rossinianas de mayor afirmación femenina) y el aria «Cingi la benda candida» (cuya primera parte procede del «Cessa di più resistere» de Il barbiere) de Adelaide di Borgogna, fragmento elegido en lugar de la otra aria de Adelaide, la espléndida «Occhi miei piangeste assai», auténtica gema de esta partitura, sin duda, por ser la seleccionada vehículo ideal para las cualidades virtuosísticas de la soprano nacida en Bristol. Pratt toma riesgos, añade variaciones y sobreagudos por doquier, no todos exactos y alguno estridente y aunque, por momentos, resulta ausente y algo mecánica, hay que rendirse ante tamaña exhibición de brillantez y virtuosismo vocal.
Buen empaste y pátina musical el que mostraron ambas cantantes en los tres dúos interpretados incluido el magnífico de Tancredi «L' aura che intorno spiri» que puso fin al programa. Previamente ofrecieron el duettino de Zelmira con exquisito acompañamiento de arpa y oboe sobre el escenario. Como única propina, Pratt y Molinari volvieron a interpretar como el día anterior, el duettino «Questo cor ti giura amore» de Demetrio e Polibio, primero para voces femeninas compuesto por Rossini y del que su autor destacó en su día su sencillez como fundamental para el éxito que cosechó en el estreno. Carlo Tenan, con la orquesta en el foso, demostró ser un acompañante atento y colaborador, además de ofrecer dos oberturas (L’italiana in algeri y Otello), en las que acreditó el debido pulso rítimico, pero faltó claridad, ductilidad, elegancia y pulimiento tímbrico.
Foto: Facebook Festival Rossini de Pésaro
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