Temporada OCNE. 13/1/13. Obras de Bach/Stokowski, Beethoven, Hindemith y Liszt. Javier Perianes, piano. Rafael Frühbeck de Burgos, director. Orquesta Nacional de España.
La temporada 2012-2013 de la Orquesta Nacional de España está dejando algunos programas de lo más curiosos en el Auditorio. Bajo el manto del diálogo, se aúnan diversas obras cuya relación, en ocasiones, es más que palpable, por muy diferentes que puedan parecer a priori. En otras oportunidades, sin embargo, esa relación deja de ser tan nítida y hay que ir buscándola sin que aflore a primera vista. Este ha sido el caso del primer programa del año, de lo más ecléctico y diverso, en el que se han abordado obras que vieron la luz con prácticamente 200 años de diferencia. Puede que la relación más directa y evidente entre todas las piezas que se interpretaron (Bach, Beethoven, Hindemith y Liszt) haya que buscarla en la visión de la que ya nos hiciera partícipes el propio maestro Frühbeck de Burgos al afirmar años atrás que toda la música clásica proveniente del habla germana se erige como un monolito único e indivisible, producto de una evolución y sonoridad que le es propia al idioma y a la que es complicado encontrar símil a la que enfrentarla.
Abrió la velada "Wachet auf, ruft uns die Stimme" (Despertad, la voz nos llama), una pieza en la que Stokowski interpreta la cantata de Bach a través de una vaporosa orquestación que, ciertamente, y perdónenme los más puritanos, le sienta de maravilla. Quizá sea porque cualquier cosa que se realiza con un mínimo de gusto y cuidado sobre la arquitectura bachiana no puede sonar más que bien. Desde el comienzo, la ONE presentó sus cartas, que se fueron haciendo más evidentes a medida que avanzaba la noche; esto es, unos violines algo carentes de incisividad y carnosidad a los que desde el primer compás Frühbeck de Burgos pedía y requería mayor empuje. Las maderas sonaron dúctiles y los metales bien proyectados, exceptuando una puntual intervención desafinada de las trompas en el "Concierto para orquesta de cuerda y metales, Op. 50" de Paul Hindemith, obra que, en todo caso, interpretaron con gran solvencia. No así, ya digo, los violines, que al requerir ese nerviosismo, ese impulso enérgico que impregna su parte por momentos, quedaron algo desdibujados; sin embargo, y gracias al maestro (aquí el diálogo es entre él y el compositor, profesor suyo de composición) la versión resultó clara, de inteligente y detallada construcción, empezando por esas llamadas de las trompetas al jazz de los años treinta hasta la fuga que marca la segunda parte.
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