Éxito de Javier Camarena en Murcia
Por José Antonio Cantón
Murcia, 8-VI-2021. Auditorio y Centro de Congresos ‘Víctor Villegas’. Recital lírico de Javier Camarena. Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (ÖSRM). Directora: Virginia Martínez. Obras de Chapí, Delibes, Donizetti, G. Giménez, Gounod, J.Guerrero, Hérold, Serrano, Sorozábal y Vives.
Una de las citas más esperadas del Ciclo de Grandes Conciertos del auditorio de Murcia perteneciente a la temporada que termina este mes de junio ha sido la protagonizada por el tenor mejicano Javier Camarena, figura estelar en el panorama operístico internacional. Se presentaba con un escogido florilegio belcantista acompañado por la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia [ÖSRM] bajo la dirección de su titular, Virginia Martínez, que fue el otro gran foco de atención de la velada.
Se inició el evento con la obertura de la ópera Zampa del compositor francés del siglo XIX Louis Hérold que dejaba una muy positiva impresión del estado de forma de la orquesta, propiciándose ya ese clima de acontecimiento musical que iba a distinguirse a lo largo del evento. Seguidamente Javier Camarena hizo su entrada en el escenario bajo un cerrado aplauso para interpretar la conocida serenata «L’amour! L’amour!… Ah! Lève-toi soleil…» de la ópera Romeo y Julieta de Charles Gounod, que sirvió al cantante para poner a punto la emisión de su voz en potencia y firmeza, apreciándose un soberano dominio de los registros medios. Seguidamente ofreció la complicada aria «Prendre le dessin d’un bijou… Fantaisie aux divins mensonges» recogida en el cuarto número del primer acto de la ópera Lakmé de Léo Delibes, que puso de manifiesto su capacidad de ornamentación manteniendo siempre una natural expresividad en su línea de canto favorecida por el apoyo de la orquesta que crecía en sentido musical en su interacción con el cantante.
Ésta afrontó una segunda intervención a modo de interludio con la primera referencia a Donizetti, ofreciendo la obertura de su ópera Roberto Devereux en la que terminó afianzándose con la característica stretta final, siguiendo la exposición clara y diáfana que le llegaba siempre del pódium. Continuando con el mismo autor, Camarena cantó después la famosa romanza «Una furtiva lacrima» y la doble aria «Tombe degli avi miei… Fra poco a me ricoverò» de las óperas L’elisir d’amore y Lucia di Lammermoor, respectivamente, con las que hizo una verdadera exhibición de ternura y desesperanzado dramatismo.
Con el Intermedio del sainete lírico La boda de Luis Alonso del maestro Gerónimo Giménez se abría la segunda parte del programa, dedicada a la zarzuela. La percusión de la orquesta brilló en el zapateado final, significando su ejecución un plus de atención para este género lírico nuestro tan importante como de escasa presencia en los escenarios. Fue la música de Amadeo Vives la que abría esta parte del programa con su famosa romanza Por el humo se sabe dónde está el fuego perteneciente a su admirable Doña Francisquita donde quedó patente con detalle la capacidad de dicción del cantante plegándose a las exigencias fonéticas del texto con total eficacia para una adecuada percepción por el oyente. Recreó con esmero el ambiente de serenata que pide Mujer de los negros ojos que Jacinto Guerrero idealiza musicalmente en su zarzuela El huésped del Sevillano, uno de los momentos culminantes de la velada, hasta el punto que la repitió como bis, incrementando aún más el delirio del público.
El último intermedio orquestal estuvo ocupado por el Preludio de El tambor de granaderos de Ruperto Chapí con especial lucimiento nuevamente de la percusión, de manera especial el instrumentista de la caja, que supo estimular al conjunto de la orquesta siguiendo las indicaciones de una directora pletórica en impulso y detallista en matización además de mostrarse siempre muy coordinada con el cantante. El derroche de recursos de este singular tenor lírico con determinadas figuraciones spinto se produjeron en la jota «Te quiero morena» perteneciente al donjuanesco sainete lírico El truts de los tenorios del admirado maestro José Serrano, pieza que llevó al cantante a un enorme lucimiento. Cerró el programa con una memorable interpretación, por la dramatización de su desesperado canto, de la romanza de Leandro, «¡No puede ser! Esa mujer es buena», recogida en el segundo acto de la zarzuela La tabernera del puerto de Pablo Sorozábal, digno remate de un recital que quedará en la memoria del público, enloquecido de entusiasmo ante el distinguido arte canoro de Javier Camarena, como uno de los hitos de la historia del auditorio de Murcia.
Foto: Juanchi López
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