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Crítica: Jaume Santonja y Gautier Capuçon con la Sinfónica de Castilla y León

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Autor: Agustín Achúcarro Montero
29 de enero de 2023

Crítica del concierto de la Orquesta Sinfónica de Castilla y León en Valladolid, bajo la dirección de Jaume Santonja y con el chelista Gautier Capuçon como solista

Jaume Santonja y Gautier Capuçon con la Sinfónica de Castilla y León

Programaciones necesarias

Por A. Achúcarro Montero
Valladolid, 28-01-23. Auditorio de Valladolid, Sala Sinfónica Jesús López Cobos. Orquesta Sinfónica de Castilla y León. Director: Jaume Santonja.  Violonchelo solista: Gautier Capuçon. Obras: Nocturno sinfónico de Marcos Fernández-Barrero, Concierto para violonchelo y orquesta de William Walton y Sinfonía n.º 3 en do mayor, op. 53 de Jean Sibelius.

   Es muy satisfactorio comprobar que los auditorios impulsan obras de reciente creación. En este caso, la pieza escogida fue Nocturno sinfónico del español Marcos Fernández-Barrero, galardonada con el IX Premio de Composición AEOS-Fundación BBVA. Siguiendo una estética vanguardista reconocible, basada en la construcción de motivos breves y su evolución en la búsqueda de nuevos timbres, su autor, versado en el mundo del cine, combina atmósferas espectralistas con pinceladas en los diversos instrumentos, uso abundante de los glissandi, y un ensamblaje correcto que produjo, por ejemplo, interesantes pasajes melódicos en segundo plano. En menor medida se apreciaba la herencia de compositores contemporáneos ingleses como Thomas Adès o la música cinematográfica minimalista de Michael Nyman, dotando a la pieza de cierta accesibilidad, aunque la variedad fue claramente la directriz del compositor.

   La orquesta y el director Jaume Santonja se encontraron en un universo al que están menos acostumbrados, y hubo algún desajuste difícil de acusar por la naturaleza de la obra, que recibió un aplauso antes de tiempo, cuando todavía no había concluido, lo que pareció indicar una desgana también entre el púbico, quizá asociada a la infrecuencia de estas interpretaciones, que nunca dejan indiferente, aunque tuvo también una recepción positiva cuando Fernández-Barrero subió al escenario.

   El Concierto para violonchelo y orquesta del inglés William Walton, interpretado por el solista Gautier Capuçon, comenzó un poco descuadrado. Era la primera vez que la OSCyL la tocaba, y aunque fue cogiendo maestría, en especial gracias a la técnica trabajada del chelista, hubo incompatibilidades entre director e intérpretes. Aunque Capuçon demostró un sentido dramático particular, donde claramente demostró un gran talento fue en las secciones más incisivas y la agresividad de las agilidades, que permitieron un magnífico segundo movimiento. La cantidad del sonido se quedó a veces un poco corta, y a pesar de los esfuerzos de la orquesta, algunos detalles se perdieron.

   Ni hubo exageraciones dramáticas en el tercer movimiento, y las cadencias sonaron originales y sentidas. En ellas pudimos escuchar plenamente el sonido y el particular timbre del intérprete. La orquesta estuvo más acertada en las secciones mahlerianas, repertorio al que está bastante acostumbrada. El emblemático final resultó más que convincente. Capuçon añadió al programa una interpretación junto a la arpista de El Cisne, del Carnaval de los animales de Camille Saint-Säens, asegurando el entusiasmo del público.

   La segunda parte iba a ser la favorita, lo que el público no perdió tiempo en verbalizar. También la orquesta mostró sus preferencias al interpretar la Sinfonía n.º 3 en do mayor, op.53 de Jean Sibelius, en la que fue la mejor interpretación del evento. Las cuerdas estaban cómodas y empastaban, y las intervenciones de los vientos fueron fabulosas, estableciendo claras diferencias entre texturas, y potenciando los colores de la partitura, bien acompañados por parte de Santonja los cambios de tempo.

   El tercer movimiento tuvo algún desajuste en la cuerda, especialmente en los pasajes de mayor dificultad, pero supieron resolver con una fantástica compactación el último movimiento, con la sensación de pedal que dota a la sinfonía del reconocimiento de una de las más hermosas del repertorio. Estuvieron controlados y supieron ofrecer un gran cierre. Independientemente de las razones, parece que estos meses fríos se habían ensañado con las gargantas de los asistentes, pues hubo bastante más tos de lo habitual, lo que no impidió que el concierto fuera agradable y la programación acertada.

Fotos: OSCyL

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