Crítica del concierto de James Gaffigan y la Orquesta de la Comunidad Valenciana, con la Novena sinfonía de Bruckner en el programa
Éxtasis sinfónico
Por Alba María Yago Mora
Valencia, 17-II-2024. Palau de Les Arts «Reina Sofía». Orquesta de la Comunidad Valenciana. Director: James Gaffigan. Obras de Franz Schubert y Anton Bruckner.
La Sinfonía nº 4 de Franz Schubert tiene un aire exuberante y romántico que resulta muy atractivo. Bajo la batuta maestra de James Gaffigan, el pasado sábado la Orquesta de la Comunitat Valenciana nos brindó una interpretación de la Trágica en la que los equilibrios fueron admirables, lo que permitió a los movimientos internos una gran sensación de claridad y fluidez. La agrupación valenciana nos regaló una actuación de impresionante transparencia de textura y ritmos limpios.
Si existe alguna objeción, es que, como ocurre con tantas orquestas modernas cuando interpretan obras del período clásico, hubo timidez en el enfoque dinámico, privando a la música de esa frescura y resiliencia propias de la juventud que merecía. A pesar de ello, el Andante fue hermoso en todos los aspectos y admirablemente ligero.
Por el contrario, la interpretación de la Novena sinfonía de Anton Bruckner fue asombrosa y vigorizante, con un sonido fantástico. Fue una experiencia extraordinaria. El primer movimiento es uno de los más complejos de Bruckner, y Gaffigan logró resaltar los múltiples temas con gran claridad, combinando grandeza e impulso con un ritmo maravillosamente ejecutado. El Scherzo irradió energía y dinamismo, estableciendo las tensiones necesarias para el conmovedor Adagio, que resultó cautivador.
Gaffigan se ayudó de una sección de metales excepcional, bien diferenciados en timbre, con líneas musicales claras incluso en los tuttis más densos. Las cuerdas también consiguieron un sonido magnífico, tanto en el primer y el segundo movimiento como a lo largo del citado Adagio. En este último, durante un momento especial en el que el coral irrumpe repentinamente, el efecto fue verdaderamente celestial.
Además de tratarse de una orquesta excepcional, la interpretación se vio enriquecida con la magia de la flautista Magdalena Martínez, la elegancia de Bernardo Cifres a la trompa y la siempre infalible precisión del timbalero Gratiniano Murcia. Lo que también hizo que esta interpretación fuera tan extraordinaria fue la dirección. Muchos directores interpretan la música de Bruckner como una sucesión de bloques discretos, y ciertamente es una forma legítima de hacerlo. Gaffigan, sin embargo, empleó una amplia gama de tempi dentro de un mismo movimiento para unir las distintas secciones de la música, pero esta fluyó con tanta elocuencia y él condujo las transiciones con tanta habilidad que apenas fuimos conscientes de ellas. El estadounidense mostró una gran empatía con el lenguaje musical de Bruckner y su singular concepción de la arquitectura musical. Hubo una unidad orgánica muy especial y totalmente única que hizo justicia a la extraordinaria música de Bruckner.
Fotos: Mikel Ponce / Palau de Les Arts «Reina Sofía»
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