Por Óscar del Saz
Madrid. 24-II-2017. Teatro Monumental. La creación, Joseph Haydn (1732-1809) / Orquesta Sinfónica y Coro RTVE (Javier Corcuera, director) / Jaime Martín(Director) /Gabriella Pace (soprano), Topi Lehtipuu (tenor) y David Jerusalem (barítono).
Con motivo de una interpretación-homenaje de su oratorio La creación, el ya adinerado maestro Franz Joseph Haydn apareció en público por última vez. Un conjunto orquestal de ciento sesenta músicos, notables solistas y un nutrido coro, dirigidos por la afamada batuta de Antonio Salieri (1750-1825), interpretaron la obra considerada, desde el mismo día de su estreno (el 29 de abril de 1798 en Viena), como la meditada culminación del genio austriaco para las generaciones venideras. Ocupando un sillón colocado en medio de la sala, el anciano maestro recibió la sincera veneración de las mil quinientas personas allí reunidas.Si justo fue ese reconocimiento, también lo es hoy en día por ser el padre de la sinfonía como forma musical y de los cuartetos de cuerda.
En los años de composición de la que creía su obra póstuma, y como hombre rico, Haydn consideró adecuado ampliar el tiempo de composición de cada obra y dedicarse a escribir –ni más ni menos- que para la posteridad. Esta disposiciónde máximos, se refleja también en Las estaciones (1801). Ambas obras abordan temas de peso -como el significado de la vida, los ciclos naturales y el objetivo de la Humanidad-, intentando hacer prevalecer lo sublime de la música y escamoteando cualquier aspecto de conflicto o negatividad. Lo demuestra el hecho de que en La Creación nunca se hable de “El Pecado Original” ni tampoco exista alusión alguna a la pecadora Eva mordiendo la fatídica manzana.
Según la forma clásica del oratorio haendeliano, La creación está dividida en tres partes y se compone de coros, recitativos y arias. En la primera y segunda parte, los solistas son los arcángeles Gabriel, Uriel y Rafael (soprano, tenor y bajo); en la tercera parte, lospersonajes cambian a Uriel, Adán y Eva (tenor, bajo o barítono y soprano). Tanto por los abundantes medios orquestales y corales con los que fue diseñada (Haydn buscaba en esta obra un gran caudal sonoro), como por la fuerza descriptiva de la música -y aunque no hay acción teatral-, La creación puede asimilarse conceptualmente a una “ópera” de ambiente bíblico-pastoral (a la manera en la que Beethoven, su alumno, entendería su Sexta sinfonía),cuyo argumento es la narración de la Obra del Creador –dividida en días-, incluyendo además la creación de Adán y Eva, así como el nacimiento de su amor.
En esta velada, no fue éste exactamente el enfoque planteado por el maestro Jaime Martín. Con una Orquesta de RTVE no tan nutrida como la que referíamos al principio, el maestro realizó una lectura diseccionada de la obra marcada por una acusada distinción dinámico/sonora –e incluso tímbrica y de carácter- entre las partes más sinfónicas o sólo instrumentales, las secciones estrictamente corales y aquéllas en las que los solistas ejecutan arias, dúos o tríos, o -aunque acompañados por el coro-son en un momento determinado absolutos protagonistas.
El planteamiento parece muy adecuado porque la obra se presta tanto a momentos agitados y de alta tensión, con ambientación sonora en los que la orquesta debe describir –por ejemplo- el caos antes de que “se haga la luz” y también a momentos de placidez y felicidad paradisiacas: los instrumentos solistas describen los diversos seres creados y los sonidos que producen, y los arcángeles elevan sus alabanzas al Sumo Hacedor por tan Excelsa Obra…, y también se refleja la íntima interacción de la primera pareja sobre la faz de la Tierra y cómo surge en ellos El Amor. Se separan también con una muy adecuada intención, y durante toda la obra,los momentos de carácter solemne de los anuncios de cada arcángel.
Sin embargo, no funcionó, aún con este –desde luego- interesante planteamiento, el balance sonoro entre todos los participantes. Desde la escucha del lugar privilegiado del primer anfiteatro del Teatro Monumental, solistas y coro –mediando el maestro concertador-, no fueron capaces de balancear su sonido para dejar que aquellos fueran escuchados con presencia, tapando orquesta y coro su intervención en muchos momentos concertantes. Si bien es verdad que ninguno de los solistas poseía grandes medios vocales ni en volumen ni en proyección, junto a esta falta de volumen, el tenor y el barítono adolecieron, además, de excesivo engolamientoy falta de empaqueen el forte-agudo.
De cierta elegancia afectada y vaga densidad podemos calificar el famoso dúo de Adán y Eva ("Von deiner Güt, o Herrund Gott"), cantado con bastante poca presencia por los solistas en un mezzo-piano anodino ante el acompañamiento del coro y la orquesta. Mucho más compenetrados, y con una más apropiada interpretación, se realizó el dúo de amor final ("Pero sin ti, ¡qué sería de mí!").
En el conjunto orquestal, a resaltar el magnífico trabajo de la sección de cuerda, sobre todo contrabajos y violonchelos. Como se ha comentado, en los momentos concertantes en los que intervenían solistas y coro se echa de menos unos cuantos puntos menos de volumen y una mayor discreción sonora en los timbales. Muy apreciable la labor de Daniel Oyarzabal a los teclados del clave (para los recitativos) y el órgano.
El Coro de RTVE realizó una de las mejores versiones de esta obra que le hayamos escuchado –ya que realmente la domina-, sobre todo en los paradigmáticos coros "Verzweiflung, Wutund Schrecken" ("Desesperación, furor y espanto"), "Stimmtan die Saiten, ergreift die Leyer" ("¡Afinad las cuerdas, coged la lira, dejad resonar vuestros cantos de alabanza!"), "Die Himmelerzählen die Ehre Gottes" ("Los cielos cuentan la gloria de Dios") y "Vollendetist das grosse Werk" ("Conclusa está la gran obra"), con abundantes reguladores expresivos, adecuada dicción, sobresaliente empaste de las cuerdas graves (bajos-barítonos y mezzos) y un rango dinámico del piano al forte muy homogéneo, muy receptivos a las órdenes del maestro.
Como corolario concluimos en que hemos asistido a un planteamiento de La creación muy bien pensado por el maestro Jaime Martín, y al cuál se le ha sacado –sobre el papel- todo el potencial teórico que merece una obra maestra de este calibre, faltando –a nuestro juicio- un mayor cuidado en los volúmenes sonoros puestos en juego por la orquesta y el coro contando con el limitado sonido de los solistas, que debieron haber sido armonizados en tiempo real en cada momento de la obra, utilizando una más virtuosa gama de contrastes para que todos los elementos sonaran adecuadamente en relación a los otros.
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