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Crítica: «Il trovatore» en Fidenza

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Autor: Víctor Sánchez
27 de septiembre de 2022

Sebastiano Rolli y Elisabetta Courir dirigen la versión musical y escénica de Il trovatore en el Festival Verdi de Fidenza

Il trovatore en Fidenza

Il trovatore en Fidenza, la grandeza de un espacio pequeño

Por Víctor Sánchez Sánchez
Fidenza (Italia), 24-IX-2022, Teatro Girolamo Magnani. Verdi Festival 2022. Verdi, Il trovatore. Anna Pirozzi (Leonora), Angelo Villari (Manrico), Enkelejda Shkoza (Azucena), Simon Mechlinski (Conte di Luna), Alessandro della Morte (Ferrando). Orquesta Filarmónica Arturo Toscanini y Coro del Teatro Regio de Parma. Dirección musical: Sebastiano Rolli. Dirección escénica: Elisabetta Courir.

   Fidenza es una pequeña ciudad italiana, con su pequeño duomo, varias iglesias y una bonita plaza con un ayuntamiento neogótico. Está en el cruce de caminos entre Parma y Busseto y en tiempos de Verdi se llamaba Borgo di San Donino. Fue precisamente por esta circunscripción por la que Verdi fue elegido diputado en el primer parlamento de la nueva Italia unificada en 1861. De hecho, Verdi la utilizaba como referencia para sus envíos con destino a su villa de Sant’Agata. Con solo 24000 habitantes tiene un hermoso teatro, que lleva el nombre de uno de los escenógrafos más importantes de su época (el que hizo Aida para su estreno, por ejemplo), que se inauguró precisamente en 1861 con Il trovatore. Un espacio pequeño bien restaurado, capaz de ofrecer espectáculos líricos. Verdi dijo que Il trovatore se podía escuchar en cualquier lugar del mundo, incluso si uno iba a la India o al interior de África. Debería haber añadido, incluso en ciudades pequeñas. Estos pequeños circuitos operísticos aún se mantienen en Italia de forma modélica con compañías regionales. Son toda una oportunidad de rodaje para cantantes y músicos. 

   Una opción que aprovecha siempre el Festival Verdi que, tras los años de la pandemia, vuelve a la normalidad con dos grandes producciones en el teatro Regio de Parma (La forza del destino y Simon Boccanegra en su primera versión), algunos conciertos y un Rigoletto reducido en el teatro de Busseto. Junto a Il trovatore forma una curiosa trilogía española a la que indirectamente han dedicado este año el festival. El pequeño teatro de Piacenza es como una caja de música: su foso permite meter unos 30 músicos, con unos 15 de cuerda, dejando los timbales en uno de los palcos de proscenio. Más que suficiente para un espacio pequeño y una formación de calidad como la titular de Parma. Además permite un mayor equilibrio sonoro. Una de las sorpresas de la noche fue la dirección musical de Sebastiano Rolli, un joven director que aún no ha sido descubierto por los grandes teatros, aunque ha debutado hace poco en La Fenice de Venecia. Su lectura fue clara, dejando espacio para el canto y sacando el impulso rítmico tan necesario para alcanzar toda la intensidad de esta ópera. Habrá que no perderle de vista, porque Rolli ha demostrado que maneja muy bien una obra lírica tan compleja como este título.

Il trovatore en Fidenza

   Se dice que Il trovatore se programa poco por la dificultad de conseguir un reparto de cuatro figuras de primerísimo cartel. Pero en un teatro pequeño han conseguido hacerlo con facilidad, uniendo voces jóvenes con otras ya muy consolidadas. Es cierto que los intérpretes tardaron en situarse vocalmente en el espacio, hasta aprovechar las posibilidades de la cercanía y el equilibrio sonoro. Lo que permitió una versión camerística, en la que se escuchan muchas de las sutilezas que Verdi escribió sobre las partes vocales: articulaciones, mezza voce y contrastes dinámicos. Un lujo escuchar a Anna Pirozzi, una de las grandes voces de este repertorio, que sustituía a la soprano programada por repentina enfermedad, Silvia dalla Benetta, quien se encargará del resto de funciones. Anna Pirozzi, además de una magnífica voz, posee una gran capacidad de fraseo que le permitió expresar los matices de un personaje sufriente como Leonora. Su aportación en la gran escena del último acto (aria, miserere y cabaletta), nos dejó sobrecogidos a todos. La mezzo Enkelejda Shkoza también se incorporó a esta función de estreno. Posee una voz redonda de timbres graves, pero además destaca por su correctísima dicción, que hace perfectamente comprensible sus narraciones. Y es que a pesar de todo el canto que hay en Il trovatore, los racconti y los recitativos son piezas claves. Justa pero más que suficiente fue la aportación del tenor Angelo Villari, que no desmereció del resto del cast, sin llegar a sobresalir. La gran sorpresa fue el joven barítono polaco Simon Mechlinski, tanto por la frescura de su timbre como por la capacidad de expresión que demostró con brillantez en su famosa aria («Il balen del suo sorriso») en la que no dejó perder toda la noble coloratura escrita por Verdi. Un barítono que no se amilanó ante las grandes estrellas del reparto, completado con otra interesante voz joven. el bajo Alessandro della Morte, un prometedor intérprete con un canto muy bien trabajado.

   Poco que decir de la puesta en escena, con unos decorados y un vestuario muy sencillos y funcionales. Hasta cierto punto una escena vacía, sobre oscuros y negros, que producía una sensación de excesiva abstracción. Tampoco resulta muy efectivo la duplicación del personaje de Leonora con una actriz, que la convierte en una especie de fantasma. La acción se sumergió en unas continuas tinieblas, lo que no ayudó a diferenciar momentos como el campamento gitano. Se echó en falta algo de poesía visual, jugando con los efectos propuestos en la obra como la noche de luna del final del primer acto. En definitiva un magnífico Trovatore, en el que el espacio lejos de empequeñecer el proyecto lo ha agrandado hacia la profundidad y fuerza de la expresión verdiana. 

Fotos: Roberto Ricci

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