Crítica de Agustín Achúcarro del concierto ofrecido por IberyCAS en la Semana Internacional de la Música de Medina del Campo
Cuerda y castañuelas
Por Agustín Achúcarro
Medina del Campo, 20-XI-2024. Semana Internacional de la Música de Medina del Campo. Auditorio Emiliano Allende. Sexteto IberyCAS: Tomás Martín, castañuelas, Daniel Bombín e Iván Artaraz, violines, Jokin Urtasun, viola, Jordi Creus, violonchelo y Tiago Rocha, contrabajo. Obras: Pasotango para castañuelas y orquesta de cuerdas de María José Cordero, La oración del torero de Turina, Sonatas y fandango (84-88) para castañuelas y orquesta de cuerdas de Soler/Chaviano, Fandango perdido para castañuelas solo de Israel López-Estelche, Suite Bergidum, de María José Cordero y Cuatro escenas de la Suite española, op. 47 de Albéniz.
Anda empeñado el sexteto IberyCAS en afianzar el repertorio de las castañuelas desde la calidad, y a tenor de lo escuchado en este concierto lo están consiguiendo. Apoyados en una obra de estreno, Fandango perdido para castañuelas solo de Israel López-Estelche, dos partituras actuales de María José Cordero y unas adaptaciones espléndidas de Chaviano de obras de Soler y Albéniz, consiguieron realizar un concierto tan gratificante como sorprendente.
El solista de castañuelas Tomás Martín, demostró poseer registros muy variados, con un sentido del ritmo palmario, mientras que el quinteto de cuerda se caracterizó por su capacidad para empastar con el solista y su conjunción entre ellos.
Y eso ocurrió desde la primera obra del programa, el Pasotango para castañuelas y orquesta de cuerdas de la citada Cordero, marcada por la mistura de ritmos y un sonido evocador, bailable, bien apoyado por toda la cuerda, con especial mención al violonchelo y al contrabajo.
Descanso para el solista y tiempo para escuchar a las cuerdas sin él, en La oración del torero de Turina. Interpretación emotiva, delicada en el tratamiento del color y en el juego entre los violines de Daniel Bombín e Iván Artaraz. No menos emocionante la melodía del chelo de Jordi Creus, de hondo sentimiento. Obra resuelta en ese juego entre lo interior del torero y lo que le rodea.
Vuelta al escenario de Tomás Martín, con Sonatas y Fandango para castañuelas y orquesta de cuerdas de Soler, en arreglo de Chaviano. Una versión llena de luz y color, marcada por un ritmo chispeante, que se entrecruzaba entre la cuerda y las castañuelas, hasta tener la sensación de que éstas cantan la melodía.
La segunda parte se inició con la obra de estreno, a la que precedieron unas palabras de Martín sobre las castañuelas. El percusionista explicó las razones por las que usaba distintos pares de castañuelas, con la intención de conseguir el sonido más adecuado, habló de los materiales de las mismas, y explicó algo sobre la técnica de los posticeos.
El Fandango perdido para castañuela solo de López-Estelche sonó intenso, algo a cante hondo, con variedad de texturas y sonidos. Martín interpretó la obra con pasmosa seguridad, dándole diversidad sonora, con una serie de recursos variados, desde una sensación de gravedad austera, cierta desnudez, hasta ritmos raudos, endiablados. Hondura interpretativa en la que Martín logró profundizar.
Entre ésta y la obra que pondría final al concierto, las cuerdas tocaron la Suite Bergidum. Fue un ejemplo de equilibrio y dominio de una melodía evocadora, de impresiones, a veces voluntariamente difusas, que lleva en sus sonidos las tierras del Bierzo. Y para concluir cuatro escenas de la Suite española de Albéniz, concretamente Sevilla, Córdoba, Asturias y Castilla; una vez más en una armonización excelente de Chaviano. Los integrantes de IberyCAS transmitieron toda la energía de la obra, tanto en las cuerdas como en las castañuelas, más versátiles todavía si cabe. Con toda su fuerza rítmica, su tímbrica y su colorido, se acercaron a la sugestiva alma de la sevillana en «Sevilla», imprimieron con certeza los complejos acentos en «Asturias», y mostraron una especial luminosidad en «Castilla».
Un concierto vivificante, original, a cargo de unos intérpretes dominadores del repertorio, con las castañuelas de Tomás Martín como referencia.
Foto: Festival Medina del Campo
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