UN GRAN MÚSICO Y UNA VIOLINISTA DE OTRA GALAXIA
Temporada ONE 31-5-2013. Vorisek: Sinfonía en re mayor. Vieuxtemps: Concierto para violín y orquesta nº 4, en re menor, opus 31. Chaikovsky: Sexta sinfonía "Patética" en si menor, opus 74. Solista: Hilary Hahn, violín. Dirección musical: Jirí Belohlávek.
En la primera parte del concierto se incluyeron dos obras que la Orquesta Nacional de España interpretaba por primera vez. El desconocido checo Jan Vaclav Vorisek vivió en la Viena de Beethoven y Schubert, a donde llegó procedente de Praga. Las influencias de los dos genios citados se advierten en su música postmozartiana con ecos, asimismo, de Haydn. Su compatriota Belohlavek, que dejara en su día un gran recuerdo en Madrid con su memorable Katia Kabanova del Teatro Real, escanció con gran refinamiento, elegancia, equilibrio, bello sonido y convencimiento en la calidad de su música, una sinfonía muy apreciable que no merece la postración en que se encuentra.
El caso de Henry Vieuxtemps ha sido el de un virtuoso-compositor. Niño prodigio del violín, se paseó por Europa de la mano de su padre a semejanza de los Mozart. La Orquesta Nacional de España interpretaba por primera vez su Concierto para violín nº 4 (compuso 5), una obra de grandes exigencias técnicas y virtuosísticas, que también merece una mayor presencia en los auditorios. No pudo tener mejor protagonista la presentación de esta obra en la ONE, que la violinita estadounidense Hilary Hahn, una de las grandes figuras del instrumento en la actualidad. Después de la larga introducción orquestal y un prodigioso ataque por parte de la violinista, de esos que dejan sin respiración, Hahn desplegó un sonido amplio, redondo, potente, limpio, bellísimo, que se expandió más allá del escenario hasta llenar todo el teatro, desgranando sin despeinarse la exigentísima partitura con esa facilidad de los elegidos.
No fueron problema alguno para ella las dos deslumbrantes y complicadísimas cadencias situadas en el primer y segundo movimiento, en las que la violinista mostró afinación pluscuamperfecta, notas altas precisas y brillantísimas, fabulosas bajadas a la cuarta cuerda, notas rápidas, gradaciones dinámicas, acrobacias varias y una inmensa musicalidad. En definitiva, un prodigio técnico, una artista con todos los elementos propios de una gran virtuosa. Sólo cabría achacarle, que su perfección sea algo escolástica y la falte algo de alma. Estupendo, atentísimo, el acompañamiento de Belohlavek, que tuvo el bonito detalle de salir a escuchar la pieza de Bach que ofreció como propina la sensacional violinista.